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diciembre 10, 2009

En las estrellas pulsares los mosquitos tendrían que andar con cuidado: si logran despegar pesarían más que los aviones 747,

El pulsar 4C-21.53 a la derecha tiene una masa muy superior a la de la Tierra, porque equivale a la del Sol. Pero la densidad de la primera 5,5 y de los segundo 1,4 no se puede compararse con la de él que es de decenas de miles.

La nebulosa de Tauro, concentración de escombros celestes donde lo único vivo es el pulsar del Cangreso.

Cada cuatro siglos ocurriría en nuestra galaxia, el cataclismo de una gran estrella, que después de brillar fantásticamente se esparecría en pedazos dejando vivo su corazón. Esto sería el núcleo de ella y en el mismo electrones y protones se fusionarían dando lugar a las llamadas estrellas de neutrones. En su interior, la fuerza gravitacional cohesiona tan fuertemente a la materia, que desaparece el espacio que suele haber dentro de los átomos o entre sus partículas. La fricción creciente, no sólo origina una densidad inconcebible, sino que también hace desprender partículas cargadas que al tomar una atmósfera de apenas varios centímetros disparan ondas luminosas y ondas radiales que recorren distancias de hasta cien años luz.

Esta distancia en kilómetros se expresaría así: 95 seguido de tre ceros. Pues bien, esos cuerpos con señales que hacen su recorrido tan grande son los pulsares o estrellas pulsantes. En 1967 cuando se les detectara por priemera vez, entusiasmaron a los amigos de la ciencia ficción, con la idea de que sus emisiones contenían mensajes de seres racionales en remotas latitudes de la Via Láctea. Como cada tic-tac implica el gasto de miles de megavatios, los científicos concluyeron que ninguna civilización cometería la locura de despilfarrar tan enormes concentraciones de energía en la aventura de encontrar un interlocutor.

Los astro-físcos en los años siguientes se dedicaron al deporte de cazar pulsares, ansiosos de que la nueva información que les aportaran les ayudara abrir una rendija en los cerrados cortinajes del cosmos. Han podido probar que el pulsar Cangrejo que está en la Constelación Tauro, es el corazón de la supernova que estallara en el año 154. La misma no da una vuelta sobre sí cada año como la Tierra sino treinta vueltas por segundo.

Con su indescriptible compactación, neutraliza la fuerza centrífuga que le habría desintegrado de otra manera. Pueden ser otras las razones del fenómenopero es lógico pensar que las leyes físicas conocidas en Tierra, son válidas en los demás linderos del Universo.

Hasta ahora se han ubicado trescientos cincuenta pulsares, dilapidando siempre chorros colosales de fuerza, en ese pasatiempo, en le que despiden sus radiaciones no en la forma de linterna que se prende y se apaga sino un faro que hace girar la luz hacia uno y otro lado constantemente. De allí que la denominación de pulsares no sea ya tan correcta a pesar de que serán tarde para cambiarla. Sólo tres de esas insólitas estrellas han sido encontradas en el lugar donde explotan supernovas, lo cual hace que la idea de su procedencia, vuelva al terreno de las hipótesis. A ello ha contribuido el último pulsor hallado en 1983 por el astrónomo Carl Heiles, de la Universidad de California y a través del observatorio de Arecibo, en Puerto Rico.

Se trata del 4C-21.53 en la costelación del Zorro Menor. Este nuevo astro con su volumen de sesenta y tres kilómetros, gira seiscientas cuarenta y dos veces por segundo y aunque según los cálculos terrestres estaría al orde de romperse en pedazos por la fuerza centrífuga, nada le ha pasado. De acuerdo con ciertas normas dataría de solo hace veinte años pero resulta que en los tres últimos tres siglos y medio la astronomía no ha registrado ningún estallido de supernova en las juridisciones donde está 4C-21.53. Este hallazgo lejos de aclarar dudas, ha aumentado la perplejidad de los que ganan la vida auscultando las intimidades del cielo.

Un pulsar con veinte kilómetros de diámetro, tendría la misma masa del sol. Una cabeza de alfiler de esta materia pesaría treinta toneladas aquí en la tierra. La fuerza gravitacional es diez mil millones de veces mayor que la que nos rodea y por eso un mosquito que fuera a aterrizar en un pulsar tendría que tomar muchas precauciones , pues caería con el peso de un avión 747. Se estima que una hormiga que fuera a escalar una piedra en aquel medio necesitaría una energía superior a la usada por un alpinista que durante cincuenta años ascendiera diariamente al Monte de los Himalaya. Mientras los científicos se desesperan por hallar la verdad hay novelistas que tienen estos niveles de la astrofísica un manantial inagotable.

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