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diciembre 29, 2007

La ciencia dijo que lograríamos el autoabastecimiento de uvas y el tiempo le dio la razón: ¿Y el de los vinos, no es también posible?

Las uvas aclimatadas aquí apovechan además la ventaja de que tienen sol todo el año y no sólo en los seis meses de la primavera y el verano.

La gente de Fusagri (Fundación Servicio para el Agricultor, Venezuela) sabe que si una planta es sembrada en un clima extraño al de ella, sus genes advierten los cambios y empiezan a modificar sus diseños para la adaptación correspondiente, pero las experiencias de estos hombres van más allá del interés puramente botánico, cuando se trata de vegetales que van a dar un servicio a la especie humana. Procuran entonces que además, rindan sus frutos en la cantidad y calidad que los harían más apetecibles y rentable. Recuérdese que en El Junquito se pueden producir manzanas, pero son chiquitas, escasas y costosas, Estas consideraciones fueron tomadas muy en cuenta por Rodolfo Bastidas, el ingeniero de Fusagri en las tierras calientes de Coro intentara en 1956 cosechar uvas procedentes de países templados de Europa.

En 1973 había en el estado Zulia unas 80 hectáreas de viñedos ubicadas en unas 20 fincas, cuyos propietarios habían tenido la audacia de meterse a viticultores en pleno trópico. Gente de avanzada, se dieron cuenta de que el promisorio esfuerzo necesitaba para consolidarse, del soplo creativo de la ciencia y la tecnología. Corpozulia presidida por ese dinámico generador de progreso que es Fernando Chumaceiro, aportó el financiamiento de la investigaciones encomendadas a Fusagri para domesticar del todo el fruto que hiciera pecar a Noé. El caso era más complicado que el del durazno y meno abordable que el de las cítricas, sobre todo porque la fundación carecía de expertos de esta área.

Fusagri trajo a dos catedráticos internacionales de esta especialidad bajo cuya dirección se inició de inmediato la asistencia técnica solicitada. Dos de sus investigadores, Euro Bracho y José Lorenzo Carballo, estudiaron durante un año, el primero las intimidades del cultivo en España y el segundo las del Vino, en Alemania. Mientras tanto se innovaban aquí el riesgo y el tratamiento, contra varios virus que son para la vid como la gripe, el pollo y la rabia para nosotros. Esta primera acción contra las angustias de los viticultores les permitió respirar bien al comienzo y sonreír después con fe en el porvenir de su inversión.

Todavía en el año 74 nos dábamos el tonto lujo de importar de los Estados Unidos, Chile y Argentina los cuatro millones de kilos de uvas que consumíamos. Los hombres de Fusagri pensaron a la luz de sus resultados preliminares que el país podría autoabastecerse en este aspecto. ¿Cuáles eran los salientes rocosos que impedían alcanzar esta meta? Ya habían resuelto el problema de aplicar un buen suministro de agua y les funcionaba bien su táctica contra los enemigos microscópicos del fruto. Ahora bien, ¿Cómo hacer para conseguir variedades de mayor rendimiento, de colorido atrayente, de mejor sabor y de más unidades por racimo?. Esta era la pregunta que se hacían los viticultores y que sólo los científicos que estaban codo a codo con ellos en sus faenas, podían responder.

En primer lugar, evaluaron 22 variedades distintas hasta que dieron con las denominadas Ribol (negra), Danam, (blanca), que están dando 32 k y 39 k respectivamente por planta y por año. Por otra parte, los rendimientos fueron triplicados mediante las hormonas que en el caso de las uvas les dan una fuerza vital y un desarrollo, que ya quisieran para sí don juanes otoñales cuando en vano intentan recuperar con esas sustancias los bríos extinguidos. En nuestro clima cálido las uvas tienden a descomponerse prontamente, aún cuando están refrigeradas. Los químicos de Fusagri idearon una papeleta muy barata que impregnada de metabisulfito de sodio prolongaba por tres semanas la conservación del fruto.

Ya hay sembrados 600 hectáreas del Zulia 63 viñedos que con sus 6 millones de kilos de uvas de mesa cubrirán el 90 por ciento del consumo nacional por año. Sigue la búsqueda de otras variedades más productivas y de inmediato se han ensayado 65 algunas de las cuales se están fabricando experimentalmente vinos blancos y vinos tintos naturales, sin la fragancia enrarecida de los que se hacen con mostos importados. Es firme la expectativa de la industria vinícola y también la de las pasas, para las cuales disponemos ya de 5 variedades de uva que igualmente fructificaban bien en nuestros suelos.

diciembre 25, 2007

Nuevo mundo de animales con el privilegio de vivir de los únicos alimentos que no se deben a la fotosíntesis.

El penacho de un enorme gusano vestimentífero, ¿Cómo hace para soportar los 250 atmósfera de presión que vive?

El pez Chauliodon Sloani vive a más de 600 metros de profundidad, devorando a los devoradores de carroña que hay en las tinieblas del fondo abisal.


Uno de los hallazgos más capitales en las entrañas del mar fue confirmado recientemente por científicos norteamericanos, que descendieron a una profundidad de dos mil quinientos metros, en uno de los pocos submarinos que no se destinan a la destrucción. Hace mucho tiempo son conocidos los habitantes de las oscuras y frías aguas del fondo oceánico. Allí la cadena alimenticia empieza con los comedores de cadáveres hundidos. Engordados con carroña son el punto de partida de una serie de eslabones, representados por aficionados a la comida viviente. Pero en las grandes profundidades hay enormes desiertos, no por falta de agua, sino por falta de alimentos.



Lo habitual es que en los mismos y dentro de una inquietante tranquilidad, estén ausentes todas las manifestaciones de la vida. Los restos de cadáveres no descienden a estos niveles, en cuyas tinieblas absolutas es imposible la fotosíntesis. La luz se extingue completamente a los ciento ochenta y siete metros en el interior acuático. Hasta ahora se consideró imposible la presencia de seres vivos, más debajo de los fondos en que moran los peces abisales, a un máximo de mil metros. Por eso la ciencia quedó deslumbrada al comprobarse plenamente que había comunidades de animales, algunos de ellos semejantes a los que conocemos, sostenidos por un sistema sin luz y sin plantas vegetales.


Las investigaciones a través de las cuales se palpara ésta insólita realidad, fueran hechas por equipos interdisciplinarios de las Universidades de California, de Maryland, de la Nacional Science Fundation de Washington y el Smithonian Institute de Nueva York. Hicieron sus inmersiones cerca de las Islas Galápagos y a dos kilómetros y medio de profundidad, en el submarino Alvin. Es un aparato de apenas siete metros de slora o longitud y con capacidad para el piloto y dos científicos. En las veintisiete veces que se sumergiera llevando por turno a oceanógrafos, biólogos marinos, y geólogos, todos contemplaron con potentes reflectores a diversos especimenes nutridos y normales.


Merodeaban en los alrededores de un chorro de agua caliente que salía por una grieta. Elevaba a 2 grados Cª a 20 grados Cª, la temperatura del entorno. Lo removían todo, dispersando compuestos orgánicos del fondo. Al continuar la exploración los científicos se quedaron estupefactos ante la colección de múltiples criaturas provistas de una vitalidad cuya fuente sigue en el incógnito: mejillones, cangrejos blancos, un pez marrón-rojizo, almejas blancas gigantes, anémonas, parientes de los caracoles, langostinos anaranjados, lapas marinas y grandes gusanos con un ostentoso penacho.


Estos últimos fueron particularmente interesantes. ¿Por dónde se alimentaban si no tenían boca ni ano ni intestinos? Los científicos se formulaban, excitados, la interrogante acerca del abastecimiento energético de aquellos seres. En los gusanos ya referidos encontraron un órgano denominado trofosoma. En el mismo había enzimas de las empleadas por la planta para la fotosíntesis y otras que rigen el metabolismo del azufre. Tenían también un nido de bacterias expertas en fabricar energía oxidando a ese elemento. Dedujeron que los penachos eran receptores de minerales para sus procesos fisiológicos. También en los mejillones y en las almejas aislaron las enzimas metabolizantes del sulfuro. Es fundada la idea de que el citado metaloide sea el manantial energético de aquellos especimenes.


Hay otras zonas del Pacífico con aguas termales que brotan con violencia de sus estanques vecinos, de la roca fundida. Frente a las costas de México, donde se detectara una situación parecida, los investigadores localizaron otro reservorio de esos animales ultra-abisales con peculariedades distintas. En los laboratorios de biología marina de la Tierra empieza ahora a popularizarse el término quimiosíntesis, que significa fábrica de alimentos, no por la luz, sino por las reacciones químicas. Apenas se abre esta avenida del conocimiento y ya surge una pregunta retadora: ¿Si estos chorros termales no duran más de diez años, según los cálculos de los geólogos, cómo nace la vida en rededor de ellos cuando aparecen?.

diciembre 21, 2007

La Biblia vincula al azufre con los tormentos del infierno pero podría ser amigo de Dios porque son muchas sus bondades

En el más absoluto anonimato permanecerá siempre, el hombre que hace tal vez cuarenta siglos descubrió el azufre percatándose de que bajo el calor parecía enfurecerse despidiendo llamas de color azul. Por esa propiedad figuraría relevantemente, en los ritos y religiosos con que los antiguos pretendían abrir los secretos de lo desconocido. Hasta entonces sólo se habían identificado el oro, el cobre y el estaño como elementos individuales. El metaloide que hoy nos ocupa vendría a ser el cuarto personaje de la química novata, que tuvieron los egipcios y sus herederos de Mesopotania. No podían suponer que estaban apenas empezando el conocimiento de una familia llamada materia, constituida por noventa y dos socios.


El azufre guarda afinidades con su hermano el oxígeno porque también se combina con todo el mundo. Hay bacterias que se valen de este metaloide para obtener la energía con que viven.

Correspondió a Lavoissiore el reconocimiento del azufre y a Bercelius el simbolizarlo con la letra S. Sus aplicaciones prácticas en la industria química, se establecieron en el siglo pasado, cuando Sicilia era como la Arabia Saudita de ese producto, componente básico del ácido sulfúrico. No tardaron los primeros laboratorios en determinar, que el azufre es un comburente cuando se combina con metales y metaloides. Y con su color que va de amarillo pálido al amarillo franco, es un combustible cuando se combina con el oxígeno y con alguno de los halógenos, que son el cloro, el bromo, el yodo y el fluor. Es evidente que sus estrechos vínculos con el fuego, le abrieron los escenarios de la superstición en el pasado y los de la industrialización en el presente.

El azufre ocupa la casilla dieciséis de la tabla de Mendeleiv. Y aparte del oxígeno no tiene otro pariente famoso, pues los demás que son el Selenio, el Telurio y el Polonio, son unos ilustres desconocidos. Está constituido por cuatro isótopos o átomos que se diferencian sólo por su número de neutrones. Ellos son estables pero se puede conseguir también el azufre 35. Es radioactivo y en el curso de ochenta y dos días se transmuta de metaloide en cloro, que es un gas. Los alquimistas tenían mala opinión del azufre, no porque lo consideraran una sustancia destructora, sino por estimar que era inflamable y transitorio en oposición al mercurio, al que le asignaban las virtudes de ser denso y permanente.

El azufre junto con el vanadio son el dolor de cabeza de países como el nuestro, ricos en los incómodos petróleos pesados, en que abundan los mencionados elementos. Tengo entendido que ya hay una patente ruso-canadiense, la cual convierte esa desventaja en un negocio redondo. En efecto, el nuevo procedimiento tecnológico permitiría aprovechar tales petróleos y explotar también a sus acompañantes, en un insólita industria de doble propósito. A pesar de que el consumo de azufre aumenta en la Tierra , no se puede decir que se prodiga en demasía. Habría que procesar diez mil kilos de corteza terrestre para obtener cinco kilos de ese metaloide.

Hay fertilizantes que se basan en el azufre para incrementar el rendimiento de las siembras. La ciencia no sabe todavía con exactitud, cual es la función que este oligo-elemento desempeña en las plantas, en los animales y en el cuerpo humano. Resulta que esa sustancia que puede participar en explosivos y en insecticidas, realiza un trabajo saludable en nuestro organismo aunque no lo hayamos definido bien. En el cuerpo de una persona que pesara sesenta kilos, encontraríamos doce gramos de azufre. La utilidad que presta a la vida debe ser debe ser desde luego, muy diferente de la que también ofrece en la vulcanización de los cauchos automovilísticos. Véase pues cómo por las buenas nos entrega de balde sus mejores dones.

Quizás no merezca ese rol que les dan las Sagradas Escrituras, que lo vinculan con el juicio de Dios y los tormentos del infierno que le hacen aparecer entre las bombas que cayeron del cielo, para acabar como Sodoma y Gomorra por su supuesta perversidad. Como se sabe, el más deslumbrante experimento que los alquimistas le hacían a los incrédulos , era el de calentar el llamado pigmento rojo, para que adviniera en su lugar una hermosa perla líquida y plateada. El pigmento rojo no era otra cosa que sulfuro de mercurio, es decir azufre y mercurio. Esta combinación se conoce como cinabrio un mineral presente en la naturaleza. Si usted consigue un trocito sorpréndase haciendo esta prueba que es muy fácil.

diciembre 17, 2007

Aunque en el estómago la comida sufra un fuerte bombardeo, los intestinos son los únicos que la hacen asimilable

Durante toda mi vida , yo también creí que el estómago se hallaba detrás del ombligo, pero ayer un médico amigo me sacó del error. Está mucho más arriba, a la izquierda, debajo del diafragma, el músculo que nos da la fuerza para toser y estornudar. Con su forma de pera invertida el estomago puede almacenar hasta dos litros de alimentos, mientras les aplica los jugos digestivos y las enzimas que elaboran cinco millones de glándulas, distribuidas en toda la superficie de su pared más interna. Además de ésta , tienen una membrana submucosa que a la hora de trabajar, porque hay comida o porque la persona sufre una excitación, asume un color rojo por la sangre que en tales momentos ofrecen los minúsculos vasos que la forman.

Obsérvese que la mayor parte del aparato digestivo, no se halla en el estómago, sino en los intestinos que no están tan bajo como creemos.

Son activados por innumerables nervios periféricos que hay en esa zona, los cuales al agitarse, nos producen ahí la sensación que experimentamos cuando nos dan un susto, por ejemplo. La tercera capa está constituida por resistentes fibras musculares, encargadas de batir la comida hasta que pulverizada y semisólida, está lista en el quimo que será despachado en pequeñas porciones al intestino delgado. La pared exterior del estómago es serosa y al igual que la de todas las visceras está revestidas permanentemente de un lubricante por el cual los órganos se deslizan entre sí, sin hacerse el menor daño.

Ni Hipócrates, ni el autosuficiente Galeno y ni siquiera el modesto Vesalio, el fundador de la anatomía moderna sospecharon lo que ocurría en esta cavidad después de la deglución de los nutrientes sólidos. Durante siglos se supuso que se pudrían, lo cual, de ser cierto habría originado las más graves intoxicaciones.

Hay en Europa unos pájaros llamados Milanos que tienen el don de regurgitar las cosas inútiles que pudieran tragarse. Esta propiedad le sirvió al investigador francés René de Reaumur, para crear el primer conocimiento acerca de lo que hacía el estómago. Eso lo logró cuando una de estas aves devolvió los pedacitos de esponja que él le había hecho ingerir. Los mismos estaban impregnados de un líquido corrosivo, que en vano había intentado desmenuzar las fibras de la esponja.

En 1822, en las fronteras del Canadá con Michigan, Alexis San Martín, joven traficante de pieles, recibía un tiro de escopeta en uno de sus costados. Aunque se recuperó de la herida, ésta le dejo un orificio de seis centímetros de diámetro, el cual fue para su cirujano, William Beaumont, como una ventanilla por la que saciaría una curiosidad que le acuciaba desde sus años de estudiante: la de saber lo que realmente le sucedía a los alimentos que masticados y ensalivados, llegaban a esta zona después de cruzar el cardias o puerta de salida del esófago.

San Martín se prestó durante más de catorce años a los respectivos experimentos, dada la gratitud por su salvador. Este introducía por la fístula trozos de carne, de pan, de tubérculos y los extraía después, saturados de potentes sustancias que estaban a punto de desintegrarlos. Sacó más de cincuenta conclusiones de sus resultados, entre los cuales estuvo la de que esta cámara era un puente de paso, donde los alimentos eran simplificados pero no del todo, pues el resto de la tarea para que el organismo absorbiera sus principios útiles, debía cumplirse en los intestinos. Estos, por ciertos están en el lugar que nos tocamos en la infancia cuando decimos que nos duele la barriga.

Las úlceras del estómago se deben al jugo gástrico, que cuando es segregado por desequilibrios emocionales, vuelve a su acción digestiva contra las paredes del estómago, por encontrarlo vacío. A fin de que ello no suceda, estos pacientes reciben la recomendación de comer pequeñas porciones a lo largo del día. Como ya informé, la digestión del estómago es siempre parcial salvo dos casos, la de la miel y el alcohol que son asimilados allí mismo. La razón de que una persona que ha cenado bien tarde más que bien no lo ha hecho en embriagarse, es que la bebida en tales casos, es trasportada a los intestinos con el bolo alimenticio. Así baja su agresividad y es más lenta su integración al torrente circulatorio, que es el que la lleva a la cabeza

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