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septiembre 19, 2010

La gran carga de agua que tienen los espermatozoides es para el mismo fin que el riego de las semillas en el surco.

La Ciencia Amena de Arístides Bastidas.
Un día tal como hoy, 1 de Diciembre de 1982




El departamento reproductivo del varón humano contiene todo un instrumental de funcionamiento más sofisticado que el equipo de computadoras electrónicas. (Rep. Dimas)

En cualquier jurisdicción del Universo en la que haya vida, ésta seguirá sufriendo su irrompible dependencia del agua. Ella es el disolvente infalible de todos los elementos de la materia, desde gases como el oxígeno y el carbónico, hasta metales como el hierro y el oro. Sólo en este sentido, encuentran las sustancias vitales, la neutralidad que no hallarían ni en los alcoholes ni en los ácidos, para efectuar las combinaciones químicas indispensables en la formación de compuestos, como los aminoácidos de las proteínas. Además, el agua posee una propiedad injustamente desdeñada que es la de atenuar la fuerza gravitacional.


Esto facilita la flotabilidad de los corpúsculos atómicos y las posibilidades de que hagan sus correspondientes enlaces.

Los helechos fueron grandes usuarios de la reproducción bisexual, pues a partir de sus esporas se constituían los gametos femeninos y los masculinos. Pero estos sólo podían nacer cuando tenían la suerte de haber caído en un medio húmedo. A pesar del gran éxito de estas plantas en el período del Carbonífero, la naturaleza se dio cuenta de que no debía dejar al azar este aspecto en las criaturas animales. Debió razonar que las más avanzadas de estas, no tendrían una virtud reservada entonces a los helechos, musgos líquenes y algas: la capacidad de fabricar todos sus elementos desde el momento mismo en que les brotan las primeras hojuelas verdes.



El espermatozoide tiene una cabeza en la que van toda la carga genética y elsexo del nuevo ser. El rabito es un medio de locomoción que por eso se queda fuea y muere en el instante de la feundación.


Como sabemos, en el mar los seres unicelulares tomaban los minerales y los nutrientes que caprichosamente les cedieron el entorno. En los seres multicelulares, se invirtió el proceso, pues en ellos cada célula aguarda los materiales y el oxígeno que expresamente les son transportados por la savia ascendente y descendente o por la sangre circulante. Recuérdese que el 90% del plasma sanguíneo es agua salada como la del mar; y que el 70 % de nuestro cuerpo es también agua. En consecuencia resulta normal la previsión de la alta humedad que caracteriza a los espermatozoides y al líquido que se hace acompañar.

Ellos están relacionados con varios productos acuáticos, como lo son el líquido seminal, el líquido prostático, secreciones de las glándulas de Cowper y moco de las glándulas de Littre. Dentro del agua se constituyen los ácidos nucleicos y los genes ultramicroscópicos, provistos de instrucciones que cumplirán al pie de la letra, en la confección de alguna pequeña parte de un futuro ser.

Los cuatros centímetros cúbicos de esperma de una eyaculación juvenil, nos parecerían una piscina muy pequeña para los quinientos millones de nadadores que en es medio realizarían la más dramática de las competencias. Pero son tan chiquitos los espermatozoides, que en esta cantidad de líquido se sienten como bañistas en mar abierto. Además, al río portátil del líquido seminal añaden el de la humedad que los recibirá en la vagina. Pero ésta hace trampas porque su grado de acidez favorece a los espermatozoides que darán hembras. A sabiendas de esto, la naturaleza ha compensado a los que darán varones, pues esto son los dos tercios del total.

El semen y la invisible población que lo usa como vehículo, se están generando constantemente. Antes de la pubertad el muchacho produce un líquido pegajoso al que se incorporarán los espermatozoides, sólo cuando haya ocurrido el despertar de las hormonas. Sabremos con exactitud la edad en que un jovencito puede procrear, cuando nos lo digan los resultados del Proyecto Venezuela, que tiene en este cometido, entre los múltiples que se ha trazado en la búsqueda de la identidad del venezolano. Por cierto, que aún en la mas avanzada ancianidad de un hombre puede segregar espermatozoides de excelente calidad para engendrar descendientes normales. La mujer después de los 35 años, corre el riesgo de tener un hijo defectuoso; y con la menopausia pierde sus admirables dones germinativos.

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