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octubre 05, 2007

El gato cae tranquilamente de alturas desde las cuales se despedazaría otro animal: por eso dicen que tiene siete vidas.

Se dice que los gatos les desagrada el baño. Sin embargo, ellos mismos se hacen la toillete., cuando se lamen la pelambre, para limpiarla y alisarla. Además si es necesario pueden nadar.



Los gatos suelen sentirse más dueños de las casas donde viven que el propietario que la compró. Ciertamente, se dan mucha importancia pero esa conducta es aprendida, pues la adoptan en la medida del mimo que le dan sus amos. Si los tratan mal se buscan un escondite desde el cual vigilan a todo el mundo sin dejarse ver, aunque prestos a manifestar su mal humor con arañazos, frente al que los incomode. En estas condiciones hacen gala de una extraña dignidad: se convierten ladrones porque prefieren robar la comida a mendingarla. Ahora bien, cuando se sienten más señores que su señor no aceptan competidores de ningún tipo y gruñen para advertir su desagrado porque le han invadido su territorio.

El gato consentido por una pareja matrimonial se indignará cuando observe que hay un niño recién nacido al que le están dando una mejor atención. De inmediato pasará a los hechos, orinándose en distintas partes de la vivienda como quien fija linderos de su propiedad. Durante dos veces al año se les despierta el ardor sexual, que suelen canalizar a la luz de la luna sobre los techos y a salvo de miradas indiscretas. La hembra del gato es una verdadera heroína del amor y la procreación. El acto sexual de ellas es doloroso, porque el órgano sexual de su acompañante posee una papilas queratinosas, que con la erección se transforman en duras espinas que se entierran en la vagina de la desdichada cónyuge.

A las ochos semanas nacerán de cuatro a seis cachorrillos que abrirán los ojos a los nueve días y empezarán a conquistar la simpatía de quien los vea con los graciosos y delicados movimientos de sus juegos. La madre tendrá que enseñarlos a cazar. Si bien heredan el hábito de agazaparse para saltar sobre la presa en el instante preciso, pueden fallar en el zarpazo si desconocen el esquema locomotor de los ratones. Practicarán este arte de vez en cuando aunque le sobre el alimento, en obediencia al mandato de sus genes. Es probable que éstos hayan incluido en su código ese comportamiento de dejarse querer y acariciar, que tan buenos resultados les ha ofrecido.

El místico Mahoma, el mañoso Richelieu y el poeta Teófilo Gautier, mostraban una marcada diferencia por estos animales. El gato es un probable bisnieto de un felino africano. Los múltiples cruces que concertó durante siglos, dieron lugar a las variadas razas que integran su género, en el cual están los gatos siameses, los gatos persas, los gatos de angora y los gatos de un hermoso pelaje azul que se encuentran en los castillos de los aristócratas ingleses. Todos los que conocemos en América descienden de los que fueran traídos del Viejo Mundo por los colonizadores. El único exponente americano de ese linaje es el gato desnudo de México, que al parecer se está extinguiendo.

Los antiguos egipcios honraron de mil modos al gato, por los servicios que les prestaba eliminando a los roedores dañinos para las siembras agrícolas . Le confirieron un rango de divinidad y llegaron al extremo de sepultarlos embalsamados. Por esa razón se han conseguido en las tumbas faraónicas momias de estos pequeños felinos.

Sus ojos pueden captar la luz más opaca incluso la que no apreciarían los nuestros. Esta facultad y la de utilizar sus bigotes como antenas para detectarlo todo, han dado lugar a la versión de que pueden ver en la oscuridad con sus pupilas dotadas de la rara característica de contraerse verticalmente.

Aunque no es verdad tiene sentido el comentario sobre sus siete vidas. Ellos pueden caerse de cualquier modo y de alturas relativamente considerables, sin que les pase nada. Eso se explica por la elasticidad extraordinaria de sus resistentes músculos y porque poseen en sus oídos un sentido de orientación que emplean cuando están a vacío. Lance usted su gato al aire de cualquier modo y él siempre aterrizará sobre sus cuatro patas. La primero que hace es poner la cabeza en posición vertical aunque tenga el cuerpo torcido. Luego y con una rapidez característica lo enderezará. Amortiguará el golpe como lo haría un saltarín que tuviera bajo sus pies dos flexibles y poderosos resortes.

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