La Ciencia Amena. Arístides Bastidas.
Un día tal como hoy, 23 de Diciembre de 1981
Un día tal como hoy, 23 de Diciembre de 1981
Houssay que sometía a las serpientes para investigarles su veneno, decía: mi principal problema es el hombre ¿Ha visto usted un bicho más complicado?En el siglo XVI y durante una de sus disecciones, Vesalio, el fundador de la anatomía, tomaba entre sus dedos una bolita fibrosa y blanda, que extrajera la base del cerebro de un cadáver humano. Como la encontrara encima del conducto nasal creyó que su función era la de generar flema. Por eso la denominó pituitaria, palabra que viene del griego pituita que significa moco. Los sucesores contemporáneos de Vesalio prefieren llamarla hipófisis, por la directa relación que tienen con el crecimiento, unos de los múltiples deberes que cumple, Bernardo Alberto Houssay fue el primer latinoamericano en ganarse un premio Nobel de Ciencia, precisamente por las novedades que encontrara en los quehaceres de esta glándula y en la insospechable importancia que tiene para la vida.
En 1887 cuando naciera en Buenos Aires, la argentina reflejaba en sus planteles educacionales, la venturosa influencia de la ciencia que la llegara con ilustrados inmigrantes de Europa. Desde el bachillerato Houssay se interesó por el papel de la hipófisis, desdeñada por fisiólogos anteriores, en vista de que su tamaño era más o menos el mismo que el de la punta del dedo meñique de una niño. El científico estaba seguro de que el objetivo de ésta era de cierta jerarquía, como apéndice del cerebro, el cual a pesar de sus escasas dimensiones era el supremo comandante de todos los procesos vitales. Eso se sabía y era lógica suponer que cualquier dependencia suya por minúscula que fuera, estaba llamada a ejercer serias responsabilidades.
En los años 20 Banting y Best aislaban la insulina, hormona segregada por el páncreas para que las células asimilen el azúcar o glucosa. Durante sus exploraciones Houssay pudo comprobar que la cara delantera de la diminuta hipófisis podía producir en exceso una sustancia contraria a la insulina. Sus experimentos en acures, en ratas y en perros eran más que convincentes. Los animales con diabetes grave mejoraban si les extirpaban la hipófisis. Es más, si a los enfermos se les inyectaba un extracto de hipófisis, empeoraban espectacularmente hasta morir. Y había mamíferos sanos que sometidos a este mismo procedimiento podían volverse diabéticos.
Su hallazgo arrojó luz sobre ese mal que endulza la sangre por la retención de azúcar en la misma. Se habría una camino para estudiar con menos oscuridad los problemas del metabolismo de la glucosa. Por cierto que no hay todavía seguridad de que el papel de la insulina, consista en verdad en permeabilizar las membranas de las células para que le den puerta franca a las cristalinas moléculas del C6H1206. Pero sigamos adelante con Houssay. Su trabajo estableció la vía por donde el científico chino Li Chon Hao iba a definir el carácter dictatorial con que la hipófisis gobierna a otras glándulas, remitiéndoles órdenes a través de distintas hormonas, sus enviadas especiales.
En 1887 cuando naciera en Buenos Aires, la argentina reflejaba en sus planteles educacionales, la venturosa influencia de la ciencia que la llegara con ilustrados inmigrantes de Europa. Desde el bachillerato Houssay se interesó por el papel de la hipófisis, desdeñada por fisiólogos anteriores, en vista de que su tamaño era más o menos el mismo que el de la punta del dedo meñique de una niño. El científico estaba seguro de que el objetivo de ésta era de cierta jerarquía, como apéndice del cerebro, el cual a pesar de sus escasas dimensiones era el supremo comandante de todos los procesos vitales. Eso se sabía y era lógica suponer que cualquier dependencia suya por minúscula que fuera, estaba llamada a ejercer serias responsabilidades.
En los años 20 Banting y Best aislaban la insulina, hormona segregada por el páncreas para que las células asimilen el azúcar o glucosa. Durante sus exploraciones Houssay pudo comprobar que la cara delantera de la diminuta hipófisis podía producir en exceso una sustancia contraria a la insulina. Sus experimentos en acures, en ratas y en perros eran más que convincentes. Los animales con diabetes grave mejoraban si les extirpaban la hipófisis. Es más, si a los enfermos se les inyectaba un extracto de hipófisis, empeoraban espectacularmente hasta morir. Y había mamíferos sanos que sometidos a este mismo procedimiento podían volverse diabéticos.
Su hallazgo arrojó luz sobre ese mal que endulza la sangre por la retención de azúcar en la misma. Se habría una camino para estudiar con menos oscuridad los problemas del metabolismo de la glucosa. Por cierto que no hay todavía seguridad de que el papel de la insulina, consista en verdad en permeabilizar las membranas de las células para que le den puerta franca a las cristalinas moléculas del C6H1206. Pero sigamos adelante con Houssay. Su trabajo estableció la vía por donde el científico chino Li Chon Hao iba a definir el carácter dictatorial con que la hipófisis gobierna a otras glándulas, remitiéndoles órdenes a través de distintas hormonas, sus enviadas especiales.
Houssay en 1947 cuando la prensa argentina por la censura de Perón, silenció la noticia del Noble que le habían concedido.
En los años cuarenta Houssay que a fuerza de humanista era antinazi, chocó con el gobierno de Perón por su lealtad en las relaciones con el régimen imperante en Alemania que amenazaba a toda la humanidad. Por esa razón fue expulsado de la universidad en la que no fue readmitido, ni siquiera en 1947 cuando le otorgan el Nobel. Tuvo que esperar hasta 1955 cuando el dictador fue derribado, para reasumir la dirección del Instituto de Medicina Experimental. Se aisló allí en sus trabajos, de espalda a los conflictos políticos que hace cuarenta años azotan a la Argentina. Respondió a sus críticos aduciendo que el bienestar humano no se debía a los políticos sino a los científicos que eran los que habían descubierto las leyes de la electricidad, de la mecánica y creado los recurso terapéuticos para prevenir las enfermedades y curarlas.
Houssay hizo contribuciones sobresalientes en el estudio de los venenos de las arañas, los alacranes y las serpientes, con el propósito de crear los antídotos correspondientes. Murió en 1971, pero en el 63 y en el 65 tuve el honor de conocerlo y entrevistarlo. Fue entonces cuando me dijo que mi pregunta sobre la importancia de fundar el Conicit le parecía igual a otra sobre la importancia de que saliera el sol. Luego me dio este inolvidable consejo:”Cuando el ahínco tiene un objetivo amplio, no hay tiempo para pequeños detalles que no otra cosa son las discusiones”.
En los años cuarenta Houssay que a fuerza de humanista era antinazi, chocó con el gobierno de Perón por su lealtad en las relaciones con el régimen imperante en Alemania que amenazaba a toda la humanidad. Por esa razón fue expulsado de la universidad en la que no fue readmitido, ni siquiera en 1947 cuando le otorgan el Nobel. Tuvo que esperar hasta 1955 cuando el dictador fue derribado, para reasumir la dirección del Instituto de Medicina Experimental. Se aisló allí en sus trabajos, de espalda a los conflictos políticos que hace cuarenta años azotan a la Argentina. Respondió a sus críticos aduciendo que el bienestar humano no se debía a los políticos sino a los científicos que eran los que habían descubierto las leyes de la electricidad, de la mecánica y creado los recurso terapéuticos para prevenir las enfermedades y curarlas.
Houssay hizo contribuciones sobresalientes en el estudio de los venenos de las arañas, los alacranes y las serpientes, con el propósito de crear los antídotos correspondientes. Murió en 1971, pero en el 63 y en el 65 tuve el honor de conocerlo y entrevistarlo. Fue entonces cuando me dijo que mi pregunta sobre la importancia de fundar el Conicit le parecía igual a otra sobre la importancia de que saliera el sol. Luego me dio este inolvidable consejo:”Cuando el ahínco tiene un objetivo amplio, no hay tiempo para pequeños detalles que no otra cosa son las discusiones”.
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