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septiembre 30, 2004

Aunque nunca llegan a ver a todas las células del cuerpo los linfocitos las reconocen con una clave que les da el timo

La ciencia Amena. Arístides Bastidas
Un día tal como hoy. Septiembre de 1984
 


En esta foto el timo de goma sobre el pecho del niño nos da una idea del aspecto y el tamaño del que tienen delante de la tráquea y detrás del estrenón. 


A mediado del siglo XVI Andrés Vesallo, el fundador de la anatomía, consultaba a sus colegas sobre le papel desempeñado, en el cuerpo humano, por un órgano con dos lóbulos, tan desconocido que ni siquiera tenía un nombre. Le intrigaba además que nunca lo había encontrado, con tanto volumen , en los cadáveres de adultos. Es ahora cuando por fin la ciencia ha encontrado respuestas a las interrogantes que al respecto, se hicieran Vesallo y sus sucesores junto con fisiológicos, en los siglos subsiguientes. El órgano a que Vesallo se refería era la glándula timo, ubicada delante de la tráquea, debajo de la tiroides y detrás de la horquetilla del esternón en el pecho.

Durante muchas décadas se le atribuyó la responsabilidad de dirigir el crecimiento, aunque se empequeñecía con el paso de los años, pero en los recién nacidos conservaba su tamaño tan grande como una de sus manitas cerradas. Este proceso era contrario al de las restantes dependencias del organismo que mantienen dimensiones casi intactas a perpetuidad. Los microscopios electrónicos le permitieron a los investigadores mirar con amplitud a las células del timo. Así advirtieron que en el mismo había millones de corpúsculos que al madurar, abandonaban esta residencia para navegar a la deriva, en el plasma de la sangre, que los arrastraba a un nuevo hospedaje.

Se les denominó células tímicas, y se supo que tenían un puerto de llegada en ciertos sitios del tejido conjuntivo y en especial en las mucosas, donde al acumularse en nutridas concentraciones, constituían los llamados nódulos linfáticos. Ha sido ahora imposible precisar el mecanismo por el cual desembarcan no en cualquier parte, sino en lugares elegidos por un anónimo organizador. En estos nódulos se estacionan, tomando al aspecto de células primitivas, las cuales se convertirían en linfocitos T, cuando se les requiera para contrarrestar a los gérmenes  de una infección. Su tarea será la de reseñar de frente y de perfil a los intrusos. Con estas referencias elaborarán los anticuerpos de la defensa.
Se deduce que el rol de el timo es en el desarrollo del sistema inmunológico o de protección contra los microorganismo malignos. Sus momentos de mayor trabajo están en las fases culminantes del feto y en las primeras del recién nacido. Su ocupación es enormemente compleja pues diseña los genes de reconocimiento, es decir, los que en el núcleo gigante tan propio de los linfocitos hacen que éstos distingan a sus hermanas, las células del cuerpo, de las que deben combatir a muerte para preservarnos la salud. En esta propiedad se han fijado las esperanzas de crear un procedimiento para impedir el rechazo de los órganos trasplantados.

Si a dos bebés se les inyectaran muestras recíprocas de sus tejidos antes de que el timo terminara su codificación, sus vísceras se volverían tan afines como las de los gemelos procedentes del mismo óvulo. Por lo tanto entre ellos. los transplantes, estarán a salvo de la barrera inmunológica, que ha frenado la generalización de esta técnica quirúrgica. Los linfocitos pueden salir también de la médula de los huesos y del bazo. Los mencionados son como generales que forman escuadrones para enfrentar al enemigo. Pero hay otros, como los linfocitos B, que luchan cuerpo a cuerpo con los gérmenes a los que se comen después de hacerlos rodar por la lona. Una novedad en cuanto al timo, es la de que es, según nuevos hallazgos, un padre que sigue cuidando de sus hijos después de grandes.

Hace unos quince años se maneja la hipótesis de que el cáncer se debe a los linfoncitos pierden efectividad en las edades de la madurez. Esta debilidad de los linfocitos se debería a que le falta el estímulo de una hormona segregada por el timo, la cual fue descubierta hace unos diez años. Durante este período el Doctor Dathan Drain se ha esforzado, en el Instituto Weissman de Israel, pr sintetizar artificialmente esa sustancia. De lograr su objetivo la hormona podría expenderse en las boticas a quienes la necesitaran para restablecer la fuerza demoledora de los glóbulos blancos contra la amenaza del cáncer y para conjurar hasta siempre el riesgo de las infecciones. Lo que ahora sabemos del timo es mucho más de lo que se preguntaba Vesallo y mucho menos de lo que usted y yo nos seguimos preguntando.

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