Un par de riñones sanos filtran quinientos litros por día y luego de purificarlos emplean sólo litro y medio para la orina.
Este corte transversal de un riñón nos da una idea de los diferentes departamentos en que el agua sucia de la sangre es limpiada para ser devuelta a la circulación.
Tomamos en cuenta a los riñones cuando por motivos ajenos a su voluntad, dejan de hacer su finísimo trabajo de filtros que entre billones de moléculas que examinan diariamente, diferencian las que son buenas para reintegrarlos al torrente circulatorio, de las que son malas para expulsarlos por indeseable en la orina. Nuestro cuerpo es una inmensa colección de fábricas, que como las de nuestras ciudades, también arrojan desperdicios y sustancias tóxicas, que si se quedaran en nuestro organismo nos quitaría la vida en un plazo de hora. Los riñones vigilan permanentemente, desde el nacimiento hasta la muerte, el contenido de la sangre, manteniéndola libre de la densa polución que se desprende de las industriosas células.
Los riñones, ya lo sabemos, están colocados a nuestras espaldas y ambos lados de la columna vertebral. Semen¡jantes a grandes granos de caraotas, su longitud suele ser de diez centímetro y su peso no pasa de doscientos gramos. Su color rojo oscurono nos da idea de la lozanía que los caracateriza en las personas saludables. Por la arteria renal que viene de la de la orta la sangre entre en ellos cruzando cuatro millones de nefrones de que están formados. Estos son unidade compuestas de redes de vasos capilares o glomérulos, las dos capas que laos envuelven y los túbulos ultramicroscópicos. Si se les pusiera en línea recta cubtrirían la distancia que hay entre Caracas y Maracay.
A estos túbulos no llegan las proteínas de la sangre debido a que son muy grandes para cruzar el fino cedazo que en cambio dejó pasar el agua en compañía de sustancias útiles mezcladas con las de desecho. Estas últimas son identificadas nadie sabe como. De inmediato el mismo mecanismo que devuelve a la sangre las moléculas vitales arroja al exterios las peligrosas. Estas como ya lo insinuamos hacen un viaje de cien kilómetros hasta desembocar finalmente en una cavidad situada el en centro de cada órgano: se trata de la llamada pelvis renal, cuyo trabajo es una verdadera mantequilla pues consiste en despachar la orina qu se ha formado por el uréter hacia la vejiga.
El riñón tiene resueltas las ecuaciones que sería necesario para formular para el mejor aprovechamiento de la presión de la sangre y de la presión osmótica. Esta última, es regulada con la precisión matemática de un gran físico en su laboratorio. El procedimiento con que el riñón toma sus desiciones, está influenciado por hormonas o emisarias del cerebro, aunque se desconozcan el modo en que cumplen su cometido. Se estima que procesan unos quinientos litros de agua por día, de los cuales devuelven al organismo más de cuatrocientas noventa y ocho, o sea el 99,60%.
El cuatro por ciento de la orina está fomado por úrea, sal común, creatinina, fosfatos, ácido úrico, y otros componentes que proceden de las células muertas durante el catabolismo. Estos excedentes sólidos son disuletos en el líquido pero por algún defecto congénito se concretan en torno de una bacteria muerta o de algún otro corpúsculo. Es así como se forman las piedras o cálculos colocados en la pelvis renales. Por cierto que la orin a sale de ésta como si se diera la fuga, a razón de 30 gotas por segundo. Mientras permanezca en la vejiga está a salvo de toda corrupción, la cual se iniciará al poco tiempo de que la orina haya tomado contacto con microbios inmunes a la acidez de tal medio.
Hay casos en que la formidable eficiencia de los riñones fracasa permitiendo la salida de compuestos necesarios. Tal sucede por ejemplo, en el caso de los diabéticos que tienen la sangre saturada de glucosa. La concentración de azúcar es tan alta que los canalículos sólo pueden devolver al cuerpo una parte de ella. La restante se marchan con la orina que po eso sería dulce, para el que se atreviera saborearla. Durante la Segunda Guerra Mundial el científico holandés Willerm Kolff inventó el rinón artificial que usa el principio de la dialisis, mediante el cual es posible hacer un análisis fundado en la capacidad de ciertas sustancias para travesar membranas porosas.
A estos túbulos no llegan las proteínas de la sangre debido a que son muy grandes para cruzar el fino cedazo que en cambio dejó pasar el agua en compañía de sustancias útiles mezcladas con las de desecho. Estas últimas son identificadas nadie sabe como. De inmediato el mismo mecanismo que devuelve a la sangre las moléculas vitales arroja al exterios las peligrosas. Estas como ya lo insinuamos hacen un viaje de cien kilómetros hasta desembocar finalmente en una cavidad situada el en centro de cada órgano: se trata de la llamada pelvis renal, cuyo trabajo es una verdadera mantequilla pues consiste en despachar la orina qu se ha formado por el uréter hacia la vejiga.
El riñón tiene resueltas las ecuaciones que sería necesario para formular para el mejor aprovechamiento de la presión de la sangre y de la presión osmótica. Esta última, es regulada con la precisión matemática de un gran físico en su laboratorio. El procedimiento con que el riñón toma sus desiciones, está influenciado por hormonas o emisarias del cerebro, aunque se desconozcan el modo en que cumplen su cometido. Se estima que procesan unos quinientos litros de agua por día, de los cuales devuelven al organismo más de cuatrocientas noventa y ocho, o sea el 99,60%.
El cuatro por ciento de la orina está fomado por úrea, sal común, creatinina, fosfatos, ácido úrico, y otros componentes que proceden de las células muertas durante el catabolismo. Estos excedentes sólidos son disuletos en el líquido pero por algún defecto congénito se concretan en torno de una bacteria muerta o de algún otro corpúsculo. Es así como se forman las piedras o cálculos colocados en la pelvis renales. Por cierto que la orin a sale de ésta como si se diera la fuga, a razón de 30 gotas por segundo. Mientras permanezca en la vejiga está a salvo de toda corrupción, la cual se iniciará al poco tiempo de que la orina haya tomado contacto con microbios inmunes a la acidez de tal medio.
Hay casos en que la formidable eficiencia de los riñones fracasa permitiendo la salida de compuestos necesarios. Tal sucede por ejemplo, en el caso de los diabéticos que tienen la sangre saturada de glucosa. La concentración de azúcar es tan alta que los canalículos sólo pueden devolver al cuerpo una parte de ella. La restante se marchan con la orina que po eso sería dulce, para el que se atreviera saborearla. Durante la Segunda Guerra Mundial el científico holandés Willerm Kolff inventó el rinón artificial que usa el principio de la dialisis, mediante el cual es posible hacer un análisis fundado en la capacidad de ciertas sustancias para travesar membranas porosas.
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