
Página producida por Ing. Félix Gonzlaez B. en homenaje al Gigante Inmóvil y Labriego del Periodismo Científico, Arístides Bastidas, dedicada a la publicación en serie de sus escritos, que publicara en su columna "La Ciencia Amena" durante un cuarto de siglo al servicio del diario "El Nacional". 24 de Septiembre de 2004. Caracas, Venezuela.
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diciembre 29, 2007
La ciencia dijo que lograríamos el autoabastecimiento de uvas y el tiempo le dio la razón: ¿Y el de los vinos, no es también posible?

diciembre 25, 2007
Nuevo mundo de animales con el privilegio de vivir de los únicos alimentos que no se deben a la fotosíntesis.


Lo habitual es que en los mismos y dentro de una inquietante tranquilidad, estén ausentes todas las manifestaciones de la vida. Los restos de cadáveres no descienden a estos niveles, en cuyas tinieblas absolutas es imposible la fotosíntesis. La luz se extingue completamente a los ciento ochenta y siete metros en el interior acuático. Hasta ahora se consideró imposible la presencia de seres vivos, más debajo de los fondos en que moran los peces abisales, a un máximo de mil metros. Por eso la ciencia quedó deslumbrada al comprobarse plenamente que había comunidades de animales, algunos de ellos semejantes a los que conocemos, sostenidos por un sistema sin luz y sin plantas vegetales.
diciembre 21, 2007
La Biblia vincula al azufre con los tormentos del infierno pero podría ser amigo de Dios porque son muchas sus bondades
El azufre guarda afinidades con su hermano el oxígeno porque también se combina con todo el mundo. Hay bacterias que se valen de este metaloide para obtener la energía con que viven.
Correspondió a Lavoissiore el reconocimiento del azufre y a Bercelius el simbolizarlo con la letra S. Sus aplicaciones prácticas en la industria química, se establecieron en el siglo pasado, cuando Sicilia era como la Arabia Saudita de ese producto, componente básico del ácido sulfúrico. No tardaron los primeros laboratorios en determinar, que el azufre es un comburente cuando se combina con metales y metaloides. Y con su color que va de amarillo pálido al amarillo franco, es un combustible cuando se combina con el oxígeno y con alguno de los halógenos, que son el cloro, el bromo, el yodo y el fluor. Es evidente que sus estrechos vínculos con el fuego, le abrieron los escenarios de la superstición en el pasado y los de la industrialización en el presente.
El azufre ocupa la casilla dieciséis de la tabla de Mendeleiv. Y aparte del oxígeno no tiene otro pariente famoso, pues los demás que son el Selenio, el Telurio y el Polonio, son unos ilustres desconocidos. Está constituido por cuatro isótopos o átomos que se diferencian sólo por su número de neutrones. Ellos son estables pero se puede conseguir también el azufre 35. Es radioactivo y en el curso de ochenta y dos días se transmuta de metaloide en cloro, que es un gas. Los alquimistas tenían mala opinión del azufre, no porque lo consideraran una sustancia destructora, sino por estimar que era inflamable y transitorio en oposición al mercurio, al que le asignaban las virtudes de ser denso y permanente.
El azufre junto con el vanadio son el dolor de cabeza de países como el nuestro, ricos en los incómodos petróleos pesados, en que abundan los mencionados elementos. Tengo entendido que ya hay una patente ruso-canadiense, la cual convierte esa desventaja en un negocio redondo. En efecto, el nuevo procedimiento tecnológico permitiría aprovechar tales petróleos y explotar también a sus acompañantes, en un insólita industria de doble propósito. A pesar de que el consumo de azufre aumenta en la Tierra , no se puede decir que se prodiga en demasía. Habría que procesar diez mil kilos de corteza terrestre para obtener cinco kilos de ese metaloide.
Hay fertilizantes que se basan en el azufre para incrementar el rendimiento de las siembras. La ciencia no sabe todavía con exactitud, cual es la función que este oligo-elemento desempeña en las plantas, en los animales y en el cuerpo humano. Resulta que esa sustancia que puede participar en explosivos y en insecticidas, realiza un trabajo saludable en nuestro organismo aunque no lo hayamos definido bien. En el cuerpo de una persona que pesara sesenta kilos, encontraríamos doce gramos de azufre. La utilidad que presta a la vida debe ser debe ser desde luego, muy diferente de la que también ofrece en la vulcanización de los cauchos automovilísticos. Véase pues cómo por las buenas nos entrega de balde sus mejores dones.
Quizás no merezca ese rol que les dan las Sagradas Escrituras, que lo vinculan con el juicio de Dios y los tormentos del infierno que le hacen aparecer entre las bombas que cayeron del cielo, para acabar como Sodoma y Gomorra por su supuesta perversidad. Como se sabe, el más deslumbrante experimento que los alquimistas le hacían a los incrédulos , era el de calentar el llamado pigmento rojo, para que adviniera en su lugar una hermosa perla líquida y plateada. El pigmento rojo no era otra cosa que sulfuro de mercurio, es decir azufre y mercurio. Esta combinación se conoce como cinabrio un mineral presente en la naturaleza. Si usted consigue un trocito sorpréndase haciendo esta prueba que es muy fácil.
diciembre 17, 2007
Aunque en el estómago la comida sufra un fuerte bombardeo, los intestinos son los únicos que la hacen asimilable

Hay en Europa unos pájaros llamados Milanos que tienen el don de regurgitar las cosas inútiles que pudieran tragarse. Esta propiedad le sirvió al investigador francés René de Reaumur, para crear el primer conocimiento acerca de lo que hacía el estómago. Eso lo logró cuando una de estas aves devolvió los pedacitos de esponja que él le había hecho ingerir. Los mismos estaban impregnados de un líquido corrosivo, que en vano había intentado desmenuzar las fibras de la esponja.
En 1822, en las fronteras del Canadá con Michigan, Alexis San Martín, joven traficante de pieles, recibía un tiro de escopeta en uno de sus costados. Aunque se recuperó de la herida, ésta le dejo un orificio de seis centímetros de diámetro, el cual fue para su cirujano, William Beaumont, como una ventanilla por la que saciaría una curiosidad que le acuciaba desde sus años de estudiante: la de saber lo que realmente le sucedía a los alimentos que masticados y ensalivados, llegaban a esta zona después de cruzar el cardias o puerta de salida del esófago.