En Venezuela erguidas casonas coloniales como las de Coro, testimonian la durabilidad del barro seco y su eficiencia arquitectónica. El cemento, cuya contaminante elaboración requiere temperaturas de mil grados C° y un sistema de transporte que también gava su costo, desalojó a los adobes y a los ladrillos en los edificios urbanos, lo cual es más o memos explicable. Lo que resulta difícil de entender es la razón de que el concreto armado se enseñoreara además en el medio rural, donde en una competencia de rentabilidad y de viabilidad con el barro seco, saldría con los trastos en la cabeza. Vale la pena recordar como las familias campesinas de antes, erigían sus propias moradas.
Aplicaban la más rendidora de todas las tecnologías de la vivienda. Los cuatro horcones que serían pilares de la futura casa, se conseguían en el bosque vecino, mientras que en sus aledaño se recolectaba la caña brava que recubierta de barro seco, aislaría las habitaciones del calor atrapado en las tejas. Por los canales des estas se deslizaría el agua de lluvia con la cual y a falta de acueductos, los residentes cubrirían futuras necesidades del líquido.
A pocos metros de la construcción, los niños ayudaban a hacer adobes, con el barro sacado de un pozo que se iba abriendo. A las 48 horas los adobes ya se habían solidificado para hacer las paredes entre horcón y horcón.
El trabajo lo hacían los miembros de la propia familia con la ayuda del albañil local, contratado principalmente por su experiencia en el uso de la cuchara y la plomada. Yo sé muy bien esto, porque participé con mi hermanita y mis padres, en la fabricación de la pequeña pero bonita casa ellos hicieron en San Pablo y que permanece allí, invicta al tiempo, con sus pareces protegidas por una pintada cubierta de argamasa. La referencia al tema viene a cuento, porque en los Estados Unidos y en Francia hay un movimiento para rehabilitar la importancia urbanística del barro seco, con el que se están construyendo en el sudoeste norteamericano y en ciudades como Santa Fe, confortable residencias equipadas inclusive para el moderno aprovechamiento de la luz solar.
En París, el Centro Georges Pompidou ha montado una exposición de casas y edificios de barro seco en 30 países de la Tierra : El arquitecto Jean Dethier que patrocina el abandono del hormigón en las zonas calientes, ha señalado que sólo con el barro seco podrá tender la humanidad la demanda de 500 millones de viviendas que habrá en el año 2000. Ha dicho también que el cemento y las vigas además de que sofocan a sus moradores, implican un exagerado gasto de energía y representa un estilo arquitectónico, que no satisface las demandas espirituales del hombre.
Por otra parte Katherin Cold, socióloga urbanística de la UNESCO , ha declarado que hay hombres notables y pudientes que no se dan cuenta, en sus residencias campestres, de que están rodeados de barro seco oculto bajo el revestimiento de las paredes. El nombrado Dethier ha abierto un concurso oficial para construir cuarenta viviendas modernas y cómodas de barro seco, en la ciudad de L’Isle D’Abebau. Los arquitectos ganadores recibirán el financiamiento para finalizarlas en 1983. Si se lograra la resurrección del más viejo material de construcción recordaríamos que con el mismo se hicieron las edificaciones de la ciudad inca de Cachan en Perú, la pirámide escalonada de Dahsur en Egipto, los 6 kilómetros de la Gran Muralla China y la Torre de Babel cerca de Bagdad.
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