La Ciencia Amena. Arístides Bastidas.
Un día tal como hoy, 2 de Diciembre de 1982
Un día tal como hoy, 2 de Diciembre de 1982
Las vivaces y ariscas ardillas se olvidan tanto de sí mismas durante la hibernación que se dejan agarrar en tal estado porque no tienen su justificado temor por la gente (Rep. García)
Una marmota durante su sueño de tres meses deja de gastar el 25% de calorías que le reclaman sus actividades, más un 60% de lo que normalmente gasta su cuerpo, mientras duerme en el verano. Un ahorro similar harían todos los mamíferos incluyendo al hombre si pudiera hibernar. (Rep. García)
Un ser humano de abrigado y expuesto a las temperaturas del hielo, terminaría convertido en una estatua de carne y hueso, porque todo el agua que formaría la mayor parte de su cuerpo, se habría congelado. Así sucedería porque aunque el individuo comiera suficiente y contara con muchas reservas, la combustión de éstas sería muy lenta para generar el calor suficiente que contrarrestara el frio exterior. Abundan en cambio los animales provistos de mecanismos con loscuales resisten las temperaturas bajo el freo y la total ausencia de alimentos,cuando llega la estación de las nieves en los climas templados. Su técnica es de carácter fundamentalmente administrativo: almacenamiento de energía cuando sobra y ahorro de la misma cuando falta.
El oso polar es el ejemplo más típico de los grandes beneficiarios de este procedimiento. Entre marzo y diciembre ingiere una copiosa dieta, muy superior a la que necesita de inmediato. Debajo de su piel y en gruesas capas de grasa acumulará todos sus excedentes calóricos. En las postrimerías del otoño, en madriguera, dará un gran bostezo y se echará a dormir una larga siestas apenas perciba el descenso del tremómetro; por debajo del punto de congelación. De vez en cuando, quizá entre semana y semana, se erguirá sobre us ods patas traseras, caminará como un sonámbulo, pero de inmediato volverá a la cama.
Mientras reposa, todos sus procesos fisiológicos se han reducido al mínimo, llevando una existencia al borde mismo de la muerte. El tanque de gasolina que carga en sus adiposidades peride su nivel muy lentamente, porque las únicas cantidades de manteca que quema, son las necesarias para impedir que bel agua de su cuerpo se convierta en hielo y para hacer que se mantenga líquida, aunque muy fría. A ello lo ayuda la densa pelambre que lo aisla del ambiente y que rrena el escape del calor por la piel. Es cierto que en tal estado el plantígardo, lleva una vida temporalmente vegetativa, pero podría aducir que la prefiere, a la muerte inevitable que en esatas circunstancias le ocurriría a un hombre o a un animal con organismos incapaces de adaptarse a este cambio.
Tres meses después, al despuntar la primavera, un extraño reloj interior toca su campanilla para avisarle al oso que ha retornado la normalidad del tiempo. En un per´´iodo de tres o cuatro horas la temperatura de su cuerpo subirá en treinta grados, sus palpitaciones cardíacas se restablecerán en su totalidad, la sangre la entregará sus últimas existencias a los tejidos y el cuadrúpedo se desperezará, sentirá mucha hambre y preparará su primera excursión de caza. En los 180 o 240 minuos en que se reincorpora a la vida activa, habrá gastado tantas calorías como en diez días de ese sueño, que es el de la hibernación.
Un ser humano de abrigado y expuesto a las temperaturas del hielo, terminaría convertido en una estatua de carne y hueso, porque todo el agua que formaría la mayor parte de su cuerpo, se habría congelado. Así sucedería porque aunque el individuo comiera suficiente y contara con muchas reservas, la combustión de éstas sería muy lenta para generar el calor suficiente que contrarrestara el frio exterior. Abundan en cambio los animales provistos de mecanismos con loscuales resisten las temperaturas bajo el freo y la total ausencia de alimentos,cuando llega la estación de las nieves en los climas templados. Su técnica es de carácter fundamentalmente administrativo: almacenamiento de energía cuando sobra y ahorro de la misma cuando falta.
El oso polar es el ejemplo más típico de los grandes beneficiarios de este procedimiento. Entre marzo y diciembre ingiere una copiosa dieta, muy superior a la que necesita de inmediato. Debajo de su piel y en gruesas capas de grasa acumulará todos sus excedentes calóricos. En las postrimerías del otoño, en madriguera, dará un gran bostezo y se echará a dormir una larga siestas apenas perciba el descenso del tremómetro; por debajo del punto de congelación. De vez en cuando, quizá entre semana y semana, se erguirá sobre us ods patas traseras, caminará como un sonámbulo, pero de inmediato volverá a la cama.
Mientras reposa, todos sus procesos fisiológicos se han reducido al mínimo, llevando una existencia al borde mismo de la muerte. El tanque de gasolina que carga en sus adiposidades peride su nivel muy lentamente, porque las únicas cantidades de manteca que quema, son las necesarias para impedir que bel agua de su cuerpo se convierta en hielo y para hacer que se mantenga líquida, aunque muy fría. A ello lo ayuda la densa pelambre que lo aisla del ambiente y que rrena el escape del calor por la piel. Es cierto que en tal estado el plantígardo, lleva una vida temporalmente vegetativa, pero podría aducir que la prefiere, a la muerte inevitable que en esatas circunstancias le ocurriría a un hombre o a un animal con organismos incapaces de adaptarse a este cambio.
Tres meses después, al despuntar la primavera, un extraño reloj interior toca su campanilla para avisarle al oso que ha retornado la normalidad del tiempo. En un per´´iodo de tres o cuatro horas la temperatura de su cuerpo subirá en treinta grados, sus palpitaciones cardíacas se restablecerán en su totalidad, la sangre la entregará sus últimas existencias a los tejidos y el cuadrúpedo se desperezará, sentirá mucha hambre y preparará su primera excursión de caza. En los 180 o 240 minuos en que se reincorpora a la vida activa, habrá gastado tantas calorías como en diez días de ese sueño, que es el de la hibernación.
la marmotas, los lirones, los hamters y las ardillas hacen esto mismo de un modo tal, que se les puede levantar con las manos en sus refugios sin que para nada abran los ojos o den signos visibles de vida. Las ardillas son las que extreman la supresión de su metabolismo, pues disminuyen de trescientos a cuatro, ¡ setenta veces! los latidos de su corazón por minuto. Bja de treinta y seis grados C a cuatro grados C la temperatura de sus cuerpos y no respoiran más de cuatro o cinco veces por minuto. Como no disponen de grandes depósitos portátiles de energía de otros animales se despiertan una que otra vez durante el tiempo necesario para ingerir nueces, piñas de pino y de otros nutrientes que guardaron con este fin.
Es compresible que los mamíferos a los que nos referimos pudieran mantener sus temperaturas mínimas porque saben resguardarlas con sus termostatos, propios de todos los que tienen sangre caliente. Los entomólogos han clasificado un insecto que a 20 C grados bajo 0 en los Himalya realiza todas sus funciones, porque tiene en su cuerpo un sistema igual al de los calentadores de agua. Pero hay hechos que escapan a toda explicación por ahora. Este es el caso de la carpa y del pez negro de Alaska que durante el invierno se sepulta dentro de una capa de barro y hielo. ¿Cómo hacen para salvarse de la congelación si son de sangre fría?
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