La Ciencia Amena. Arístides Bastidas.
2 de Diciembre de 1981
2 de Diciembre de 1981
Los chinos cargan ante nosotros con la culpa del opio. Nada más injusto porque entre las naciones del mundo antíguo, la suya fue la última en conocer los poderes narcóticos de esta droga y el nefasto poder que ella desata. La planta de donde se extrae ese producto, es un arbolillo simpático aspecto con su altura de un metro y su follaje simetricamente redondeado. Pertenece a una de las seiscientas especies que forman la familia de las papaveráceas, la mayoría de las cuales son inofensivas y pueblan los jardines públicos y privados de los europeos, donde ostentan la hermosura de grandes flores de diversos colores. Ese despliegue luce un tanto exagerado o generoso, porque ellas son hermafroditas y no necesitan tentar much0 a los insectos para que las fecunden puesto que pueden hacerlo por sí mismas.
Los primeros en aplicar los peligrosos dones de la adormidera, que tal es el arbolillo aludido, fueron pueblos del mediterránea como Egipto y Grecia. Parece que Hipocrátes y sus discípulos recetaban el opio contra los dolores y el insomnio. Es posible que el gran médico notara los riesgos de esta sustancia y se lo advirtiera a sus contemporáneos, pues la adormidera está dedicada en la mitología griega a Nix, Diosa de la noche, y a Tabhato, Dios de la Muerte. Es de preguntarse como hicieron aquellas culturas para descubrir las excepcionales propiedades de este vegetal. El opio no se obtiene ni de las hojas, ni de las raíces, ni de la corteza, ni de las semillas de la planta. Cuando la cápsula redonda u ovoide que las contiene se pone pintona, se le hacen cortes de los cuales se desprende un látex blanco que, en contacto con el aire, se espesa, se solidifica y toma un aspecto pardo. En estas condiciones queda listo para ofrecer sus cualidades, en el caso de que sea científicamente dosificado. Mezclándolo con otros componentes daba lugar al láudano, un líquido con que se atenuaban el sufrimiento de los heridos en las guerras de antaño. La química moderna analizó el contenido del expresado látex consiguiéndose para su grata sorpresa, con un muestrario de sabios compuestos.
Se trata de la codeina, la tebaína, la narcotina, la narceína, la papaverina y la morfina. Obsérvese que el nombre de la última se deriva de Morfeo, la deidad pagana del sueño. Ahora bien, los compuestos en cuestión, tienen un rol en la moderna farmacología, a través de la cual rinden un tributo invalorable a la salud. En consecuencia, ese surtido de drogas que hay en la adormidera, fue previsto por la naturaleza para el bien exclusivamente. Una vez más contemplamos la tendencia del hombre a distorsionar los sanos cometidos de la biología. Los habitantes del extremo Oriente vinieron a conocer estas características de la pequeña planta en el siglo XV, pues hasta entonces la habían observado como nosotros al monte.
Téofilo Gautier el atrevido escritor y poeta francés.
Al igual que sus hermanos, la adormidera ofrece flores con los dos sexos, con matices que van del blanco al rosado, al rojo y al morado. En sus órganos femeninos cargan una placenta que dará lugar a la envoltura o cápsula, en cuyo interior se anidarán las semillas blancas u oscuras, de las cuales se extrae un aceite destinados a diversos fines, incluso el de servir como combustible. Fue en el siglo XVIII cuando los chinos copiaron de los persas y de los hindúes, el hábito de fumar opio en largas y lujosas pipas, con el objeto de alcanzar un profundo sueño poblado de fantásticas alucinaciones y de escenificaciones que las víctimas consideraban fascinantes.
Los británicos apenas extendieron su imperio al Asia, afianzaron este vicio en sus moradores con sistas a disfrutar de la alta rentabilidad del negocio. En 1839, la "East Indian Company" protestó porque al principio de la libre empresa era violado por la prohibición del consumo de opio en China, impuesta por el emperador Lin Tsou Sui. El Reino Unido desató la guerra del opio que terminó en 1842 con la capitulación de China y su compromiso de comprar Stocks de la droga sin mercado, que la expresada compañía guardaba en Bengal. Hoy funcionan transnacionales de las drogas con una base en Turquía, que emplean censurablemente desde luego los grandes adelantos de la química para aislar los mortales estupefacientes que distribuyen a través del más respetado de los contrabandos.
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