Un día tal como hoy, 30 de Octubre de 1985
Así se concibió la fisión nuclear inicialmente. Hoy se estima que el estallido de un kilo de ese metal, genera una gran variedad de elementos, incluso los transuránicos. (Rep. Trujillo)
La noche del 11 de marzo de 1938 fue de espanto para los austriacos, por que entonces irrumpieron presagiosas tropas del tercer Reich. Lisa Meitner (1878-1968), debió huir por judía casi de inmediato, del instituto Emperador Guillermo, de Berlín, donde ocupara la jefatura del departamento de Física Nuclear. A sabiendas de que ya no le valía de nada su nacionalidad austriaca, y del riesgo inminente de un campo de concentración, se había marchado con el pretexto de que iba a tomar unas vacaciones en Holanda. Así se lo dijo incluso a su coetáneo y colega Otto Hahn, con quien había trabajado durante más de treinta años, compartiendo hallazgos como el del protactinio y la medición de las radiaciones beta y gamma despedidas por átomos inestables.
Había sido una niña tímida, quizá por su escaso contacto con las otras de su edad y por afición a permanecer solitaria durante horas en la nutrida biblioteca de su padre, un abogado de sólida cultura. A los veinte años ella, que a sus estudios formales de ciencia añadía los que hacia por su cuenta, soñaba con ser como Madame Curie, quien asombraba a Europa al mostrar una imagen de la materia autoniquillándose, que hasta esa época resultaba inconcebible, Lisa convenció a su padre de que la enviara a Viena, donde su genio sería equipado para los quehaceres de la alta creatividad por Max Planck, el autor de la teoría de que la energía se propaga en paqueticos llamados cuantos.
En 1907 se asoció con el físico Otto Hahn, un año menor que ella. Ambos siguieron la fascinante ruta de la radiactividad. A través de la del torio y la del radio advirtieron la transmutación de estos elementos en otros de menor peso. Ella perfeccionó igual que los grandes físicos y químicos de antes y después de la primera guerra mundial, su dominio del núcleo atómico, cuya cohesión era vista como la de la gota de agua, formada por la estrecha unión de sus moléculas. Era demasiado temprano para percibir las fuerzas que allí se encierran, pero todos estaban pendientes de comprobar la verdad de la fórmula de Einstein: E = m c2.
La noche del 11 de marzo de 1938 fue de espanto para los austriacos, por que entonces irrumpieron presagiosas tropas del tercer Reich. Lisa Meitner (1878-1968), debió huir por judía casi de inmediato, del instituto Emperador Guillermo, de Berlín, donde ocupara la jefatura del departamento de Física Nuclear. A sabiendas de que ya no le valía de nada su nacionalidad austriaca, y del riesgo inminente de un campo de concentración, se había marchado con el pretexto de que iba a tomar unas vacaciones en Holanda. Así se lo dijo incluso a su coetáneo y colega Otto Hahn, con quien había trabajado durante más de treinta años, compartiendo hallazgos como el del protactinio y la medición de las radiaciones beta y gamma despedidas por átomos inestables.
Había sido una niña tímida, quizá por su escaso contacto con las otras de su edad y por afición a permanecer solitaria durante horas en la nutrida biblioteca de su padre, un abogado de sólida cultura. A los veinte años ella, que a sus estudios formales de ciencia añadía los que hacia por su cuenta, soñaba con ser como Madame Curie, quien asombraba a Europa al mostrar una imagen de la materia autoniquillándose, que hasta esa época resultaba inconcebible, Lisa convenció a su padre de que la enviara a Viena, donde su genio sería equipado para los quehaceres de la alta creatividad por Max Planck, el autor de la teoría de que la energía se propaga en paqueticos llamados cuantos.
En 1907 se asoció con el físico Otto Hahn, un año menor que ella. Ambos siguieron la fascinante ruta de la radiactividad. A través de la del torio y la del radio advirtieron la transmutación de estos elementos en otros de menor peso. Ella perfeccionó igual que los grandes físicos y químicos de antes y después de la primera guerra mundial, su dominio del núcleo atómico, cuya cohesión era vista como la de la gota de agua, formada por la estrecha unión de sus moléculas. Era demasiado temprano para percibir las fuerzas que allí se encierran, pero todos estaban pendientes de comprobar la verdad de la fórmula de Einstein: E = m c2.
Es inexplicable que no se le diera a Lise Meitner, a pesar de su aporte al hallazgo de la fisión nuclear, el premio Nobel otorgado sólo a Otto Hahn en 1944. ¿Sería por medio de los nazis? (Rep. Trujillo)
En 1934, Lisa estaba de acuerdo con la química Ida Noddack, en que Fermi no había logrado el uranio X, que el creyera obtener al dispararle un neutrón al gran racimo de bolitas que hay en un átomo de Uranio. De allí, objetaban, se han desprendido pedazos de átomos pero no átomos nuevos. Irene Curie diría que se alcanzaban otros elementos pero todos conocidos. Lisa junto con Otto Hahn y Frtz Strassmann, trabajo arduamente para despejar el enigma. Cuando se vio forzada a escapar, había recorrido el largo camino que la condujera al borde de capacidad para romper el átomo.
Se hallaba en Copenhague con su sobrino, el físico Otto Frisch, en octubre de 1938, recibió una carta en la que Hahn le explicaba que al bombardear el uranio con neutrones lentos creía haberlo dividido en átomos como el bario y otros. Lisa reitero con Fritz el experimento de su viejo amigo e infirió que sin lugar a dudas había sido lograda lo que ella bautizó con el nombre de fisión . dedujo que el átomo de Uranio ante el impacto del neutrón modificada su estructura estrechándose por la mitad hasta parecerse a un 8 en tres dimensiones. Cuando finalmente se segmentaba en dos, daba lugar a átomos de bario 140 y de criptón 90. Luego de hacérselo saber a Hahn, ella publicó el trabajo en enero de 1939 en la revista inglesa Nature.
Quiso la providencia que los nazis desdeñaran el hallazgo, cuyo proceso seria entregado por Lisa a Niels Bohr, el Noble danés, para que los llevara a Einstein. En un sobre aparte iba la información la pasmosa energía de doscientos millones de electrón voltios. así se confirmaba el principio de que la materia es energía, pues una ínfima cantidad de ella se aniquilaba durante la desintegración. Lisa ha sido junto con Marie Curie las únicas mujeres que han ingresado en la academia de ciencias de Suecia. En 1945, elogiada por Eleonor Roosevelt, viuda de difunto presidente de los Estados Unidos, la genial investigadora expresó con nostalgia un llamado para que las fuerzas nucleares fueran convertidas en un recurso bienaventurado para la humanidad de todos los tiempos.
En 1934, Lisa estaba de acuerdo con la química Ida Noddack, en que Fermi no había logrado el uranio X, que el creyera obtener al dispararle un neutrón al gran racimo de bolitas que hay en un átomo de Uranio. De allí, objetaban, se han desprendido pedazos de átomos pero no átomos nuevos. Irene Curie diría que se alcanzaban otros elementos pero todos conocidos. Lisa junto con Otto Hahn y Frtz Strassmann, trabajo arduamente para despejar el enigma. Cuando se vio forzada a escapar, había recorrido el largo camino que la condujera al borde de capacidad para romper el átomo.
Se hallaba en Copenhague con su sobrino, el físico Otto Frisch, en octubre de 1938, recibió una carta en la que Hahn le explicaba que al bombardear el uranio con neutrones lentos creía haberlo dividido en átomos como el bario y otros. Lisa reitero con Fritz el experimento de su viejo amigo e infirió que sin lugar a dudas había sido lograda lo que ella bautizó con el nombre de fisión . dedujo que el átomo de Uranio ante el impacto del neutrón modificada su estructura estrechándose por la mitad hasta parecerse a un 8 en tres dimensiones. Cuando finalmente se segmentaba en dos, daba lugar a átomos de bario 140 y de criptón 90. Luego de hacérselo saber a Hahn, ella publicó el trabajo en enero de 1939 en la revista inglesa Nature.
Quiso la providencia que los nazis desdeñaran el hallazgo, cuyo proceso seria entregado por Lisa a Niels Bohr, el Noble danés, para que los llevara a Einstein. En un sobre aparte iba la información la pasmosa energía de doscientos millones de electrón voltios. así se confirmaba el principio de que la materia es energía, pues una ínfima cantidad de ella se aniquilaba durante la desintegración. Lisa ha sido junto con Marie Curie las únicas mujeres que han ingresado en la academia de ciencias de Suecia. En 1945, elogiada por Eleonor Roosevelt, viuda de difunto presidente de los Estados Unidos, la genial investigadora expresó con nostalgia un llamado para que las fuerzas nucleares fueran convertidas en un recurso bienaventurado para la humanidad de todos los tiempos.
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