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octubre 23, 2004

No existen los platillos voladores pero sí, las causas de esta fábula: ¿Tiene mucho que ver la contaminación con el surgimiento de los OVNIS?

La Ciencia Amena. Arístides Bastidas.
Un día tal como hoy, 23 de Octubre de 1981


Esta es de las poquísimas fotografías de un objeto volador no identificado (OVNI). fue tomada desde Nuevo México en 1976"

A estas alturas los misteriosos ovnis les siguen jugando el juego de la candelita, a los más componentes equipos interdisciplinarios que han tratado de explicarlos, en las universidades de Harvard, Leningrado y Oxford. Una gran parte de los supuestos platillos voladores han sido fenómenos atmosféricos y cósmicos que han engañado a la ingenua pupila humana. Aunque sea ínfimo el número de los casos reales y enigmáticos, es suficiente para inquietar a las más ilustres mentes, entrenadas en el arte de la comprobación experimental.

Una reciente hipótesis intenta señalar a la contaminación del aire, tan frecuente en la industrializada civilización actual, como la causante de las apariciones de auténticos ovnis.

Los científicos soviéticos Barendblatt y Monin sostienen que a determinadas elevaciones, hay masa de aire muy pesadas que comprimen a otras que son livianas. Así se originan los vientos, pero según los dos teóricos, surgen también turbaciones de otro tipo, como densos islotes giratorios de aire. Ahora bien, ¿por qué serían visibles si el aire es transparente?. La contestación sería, la de que esos islotes están impregnados de átomos y moléculas sólidas, procedentes de las chimeneas de las fábricas y de los excedentes de los motores de combustión.

¿Si esas partículas son sólidas, por qué flotarían en los expresados islotes?

Los dos investigadores aducen que tales hechos sólo ocurren en circunstancias tempestuosas, en que nada de lo que está arriba puede sedimentarse. Las partículas presentes en esos islotes reflejarían de un modo intenso la luz durante el día. Durante la noche, estarían a enormes alturas a las que seguiría llegando la luz del sol oculto. No obstante, esta teoría de los ovnis por efecto de la contaminación, pierde fuerza al comprobarse que tales hechos no son exclusivos de nuestros días. En 1823 el astrónomo alemán Bode escribió: “Los fuegos fatuos y los chorros de candela.... Pueden tener su origen en las evaporaciones densas y pesadas de las capas del aire, evaporaciones que emiten una luz fosforescente y a las que el viento les imprime movimientos y formas casuales.”

A fines de enero de 1977 una bola de fuego dejó un rastro de negro humo, en círculo de dos metros de diámetro en Barquisimeto y en las proximidades del río Turbio. Los análisis de la materia quemada realizados en el IVIC revelaron que el negro humo era de elementos orgánicos comunes. Lo importante del suceso es que evidentemente sobre el sitio se había depositado una extraordinaria fuente de energía. Fenómenos análogos se han descrito en muchos otros parajes de la tierra. ¿A qué se debe esa bola de luz intensa que cae después de haber cruzado el firmamento como lo haría un meteoro? Otro físico ruso M. Dmitriev ha elaborado una teoría al respecto.

El conocimiento contemporáneo admite las llamadas formaciones quimiluminiscentes que la jerga especializada abrevian con las siglas FQL. Pues bien, Dmitriev manifiesta “La aparición de los platillos puede deberse a fenómenos de naturaleza terrestre: FQL. La quimiluminiscencia es uno de los tipos de luminiscencia del aire que surge a raíz de determinadas reacciones químicas. Las FQL pueden brillar o reflejar la radiación solar, trasladarse velozmente y en ciertos casos llegan incluso a estallar”. Los FQL son una realidad palmaria pues ya hay tanto en los Estados Unidos como URSS fotografías y películas que se les han formado en las raras veces en que eso ha sido posible.

La ciencia rechaza desde luego la idea medio supersticiosa, de que hay naves tripuladas por gentes de otras comarcas de la galaxia. En cambio no parece aventurada la sospecha de que en algunas oportunidades, los ovnis sean máquinas que están ensayando los ingenieros de las grandes potencias. La incógnita de los ovnis sigue en pie aunque olvidemos que ella es una de las innumerables que constantemente desafían la inteligencia y la imaginación. A pesar de los soberbios conocimientos que poseemos en relación con los pensadores del Medioevo es pobrísimo el espectro de la sabiduría a nuestro alcance, si la comparamos con la que tendrán nuestros descendientes dentro de un siglo.

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