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octubre 03, 2004

Los microbios son expertos en operaciones sorpresas y en hacer que los anticuerpos sean reos de alta traición.

La Ciencia Amena. Arístides Bastidas.
Un día como hoy, 3 de Octubre de 1986


1. -En el Weizmann están salvando monos de la muerte de encefalitis alérgicas con antígenos artificiales que les multiplican sus ejércitos de anticuerpos. 2.-Entre los góbulos blancos están los linfocitos, que son como generales que organizan a sus ejércitos, y los leucocitos, que son como tigres que se comen a sus enemigos

Los microbios son expertos en operaciones sorpresas y en hacer que los anticuerpos sean reos de alta traición.

A pesar de los notables avances en el dominio de la inmunología, hay grandes problemas por resolver en la prevención de las infecciones. A comienzos del siglo se creyó que la suerte de los gérmenes patógenos estaban sellados. El éxito de las vacunas contra la viruela, la rabia, la difteria y el tétano justificaba esta expectativa. Pero al fallar los intentos de aplicar estos procedimientos contra la sífilis, la blenorragia, las pulmonías, las gripes, el resfriado y otras alteraciones parecidas, los científicos convinieron en que habían microbios que se conducían como si fueran ellos los vacunados contra las defensas de nuestro organismo, por la impunidad con que podían atacarlos y destruirlos.

Los recientes descubrimientos de que los linfocitos generan batallones de anticuerpos contra los invasores enemistosos son de gran importancia pero equivalen a la trocha abierta por un explorador en una selva inextricable. Esos batallones tan demoledores de los agentes de infecciones como el sarampión y otras que no se repiten, son inútiles contra el bacilo de la tuberculosis inexistente contra las células cancerosas se entregan sin disparar un tiro contra el virus del sida y los merecedores de un consejo de guerra por el delito de alta traición a la patria. Me refiero a los que en vez de contraatacar al enemigo la secundan en la agresión a las células sanas que deberían proteger.

Así se originan las enfermedades auto-inmunes en las que el organismo protagoniza el caso de la serpiente que se muerda la cola. Entre esas auto-agresiones están afecciones conocidas como soriasis y ciertos tipos de artritis y otras menos frecuentes como el lupus eritema toso generalizado, la miastenia y la esclerosis en placas. Hace catorce siglos los árabes atenuaban los efectos de la viruela inoculando a los enfermos sustancias preparadas con las costras de la infección. Hoy en el Instituto Weizmann de Israel tratan de reactualizar esta técnica a la luz, por supuesto de los complicados conocimientos de la biología molecular.

Ellos sintetizan microestructuras que aunque inertes, de los gérmenes atacantes. Esas microestructuras son inofensivas y carecen obviamente de la mala intención de los atacantes, pero generan los anticuerpos para destruirlos. Este podría ser el punto de partida para la elaboración de vacunas contra todas las enfermedades transmisible, pues los antígenos podrían ser fabricados a la perfección a fin de que provocaran la formación de anticuerpos sin las imperfecciones que los anulan o los convierten en desertores de nuestros tejidos y cómplices de los extraños que los están injuriando. Por esta vía se asoma la perspectiva de superar los riesgos en la producción de las vacunas.

Las más efectivas son las que se confeccionan con virus pacíficos, despojados de la peligrosidad de sus hermanos. Un virus virulento en el cultivo bastaría para que la vacuna se transformara en una fuente de contagio. Al desaparecer este temor con los antígenos artificiales, se abrirían las posibilidades de prevenir virosis que siguen siendo inexpugnables. Los antígenos del Sida cabalmente inertes se inyectarían en personas sanas. Así los linfocitos aprenderían a reconocer al letal agente y en caso de que se presentara sería enfrentado victoriosamente, por artilleros en eliminarlos.

Ese agente se infiltra directamente en los centros protectores de nuestra salud. Cuando los linfocitos reaccionan va están agonizantes por la operación sorpresa de que fueran objeto y no puede producir ni un solo anticuerpo. En él mismo Instituto Weizmann tratan de responderse otras interrogantes que también nos hacemos el común de las gentes. Se desconoce la clave maestra por la cual en la etapa prenatal la glándula timo entrena a los glóbulos blancos para que identifiquen a los sesenta billones de células del cuerpo como hermanas suyas y las protejan. Tratan de saber por qué a veces desconocen a su propia familia y acogen a foráneos insidiosos y arteros, como si fueran hermanitas de la caridad. En el caso contrarios están las alarmas infundadas que dan lugar a las alergias, cuando sustancias anodinas son recibidas como si fueran amenazantes bombarderos.

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