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enero 07, 2014

Una trampa erótica- atómica permitió a la agricultura científica acabar con el moscardón destructor de las ganaderías.


Con esta máquina los huevos del moscón eran bombardeados. Los disparos de los rayos gammas del cobalto 90 los despojaban de su fertilidad

Las emisiones de los átomos o  Isótopos radioactivos pueden cambiar las instrucciones en los genes de cualquier ser viviente. Hoy se trabaja más que nunca en la posibilidad de usarlas para obtener razas y animales,  más competentes y más productivas que las conocidas. Nuestra Universidad de Zulia logró variedad de sorgo, con ventajas que les fueron transmitidas mediante el bombardeo de radiaciones. Mientras tanto, el éxito más extraordinario en este terreno sigue siendo el de la confabulación erótica nuclear de genetistas, físicos, químicos y entomólogos  contra un agresivo insecto:  el moscón azul, que devoraba la carne en las propias vísceras del ganado antes del matadero.

Veinte años después del descubrimiento de los rayos X, los biólogos sabían que estos podían esterilizar a animales minúsculos, lo cual era probado a comienzo  de la Primera Guerra Mundial en el carcoma del tabaco. Estas investigaciones se mantuvieron en un plano básico y por eso evolucionaron paulatinamente. Nadie pensó en la aplicación que podrían dárseles contra ciertas plagas hasta que en 1937, E. F. Knipling,  del departamento de Agricultura de los EE.UU., concibió la traviesa idea  de dejar a los machos sus virtudes hormonales y quitarle las de su reproducción.  Este plan era imposible pues. quién sus lleva encargarse de atrofiar las células seminales en cada nuevo insecto? 

Con sus doce milímetros de largo el moscón azul, que causara destrozos en los rebaños estadounidenses, es hoy un animalito de experimentación que come carne cuando le dan.   

En los años cuarenta los EE.UU. veían aumentar las invasiones del  moscón Cochliomyia hominisvorax, el cual depositaba hasta 150 huevos por vez. en cualquier rasguño leve en  vacas  y novillos. Las larvas nacían con un atornillador en la boca, a través del cual expoliaban miles  de  millones de toneladas de bistec de a la población norteamericana. Las pérdidas aaterraban a criadores y a consumidores cuando el flagelo saltó de la Florida a Texas y Georgia.  Fueron inútiles las sustancias para neutralizar a las mscas, inmunes al recién inventado DDT, por su esaparecida distribución. Investigadores Melvin y Busland se preguntaban qué hacer con los criaderos en los que estudiaban a la causante del azote.

Cuando creían que era inútil aquel esfuerzo en medio de una asqueante  mezcla de carne y sangre podrida, hicieron una observación  propia de su perspicacia científica. Las hembras, renunciaban para siempre al placer del ayuntamiento sexual, después que experimentaban el primero. Obviamente, no necesitaban los demás aparamientos  para fecundar sus anidadas. Los investigadores se acariciaban sus barbiillas tratando de saber cómo podrían  aprovechar tal característica. El equipo se amplió con especialistas en radioisótopos, quienes asumieron la responsabilidad de dispararle rayos gamma a los genitales de machos que estaban en la fase de de crisálida. 

El día del experimento los resultados superaron las expectativas. Los machos radiados y estériles aventajaban a los normales en la conquista de las hembras y en sus  acoplamientos con ellas  las cuales, después del encuentro nupcial, no tendrían más contacto. 

El ensayo al por mayor se realizó en la isla Sanibel, frente a la Florida, donde el flagelo quedó eliminado. Un año después estos moscardones atomizados eran liberados en Curacao,  donde también quedaba erradicado el problema. En la Florida surgió una bioindustria consistente en la producción de estas moscas con impulso sexual pero estériles, que eran  exportadas a fincas en todo el mundo. El consumo de ellas en Estados Unidos llegó a sobrepasar los 80 mil millones.

Los norteamericanos tienen un servicio de mantenimiento contra este insecto, a pesar de que en 1966 dejó de ser una amenaza para sus bovinos. El departamento de agricultura estima que los 100 millones de dólares dedicados en 1950 a este programa fueron inversión recuperada centenares de veces con el ahorro de las crecientes pérdidas de producción agropecuaria que padecía por esta razón. En Venezuela se trató en vano de controlar así  al Chipo, transmisor del mal de Chagas,  pero hubo el inconveniente de que las hembras cohabitaban varias veces y que sus consortes normales son tan ávidos del disfrute amatorio como lo que carecen de la facultad para multiplicar.

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