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octubre 09, 2004

La muerte misteriosa que sufrió Rodolfo Diesel le impidió disfrutar como debía la gloria y la fortuna de su destino

La Ciencia Amena. Arístides Bastidas
Un día tal como hoy, 9 de Octubre de 1980

La vida de Rodolfo Diesel fue cortada de un modo misterioso en la noche que hubo entre el veintinueve y treinta de Septiembre de 1913 en vísperas de la Primera Guerra Mundial. A pesar del rotundo cambio ascendente que introdujo en la mecánica, no disfrutó la gloria ni los ingentes beneficios, derivados de la industrialización de los motores Diesel. Son escasos los detalles biográficos sobre este inventor que naciera en Francia en 1858. Allá estudio la primaria y probablemente la secundaria. Se le conoce como alemán porque esa era la nacionalidad de sus padres y porque hizo en Berlín sus estudios superiores y las innovaciones que lo consagraron en la historia de la moderna tecnología.

Era un adolescente en 1876 cuando se enteró de que dos modestos mecánicos, compatriotas suyos, habían confeccionado el motor de cuatro tiempos, apreciado como una maravilla, porque empleaba la mitad del gas de carbón que usaban otros y para duplicar su funcionamiento. N. A. Otto y Eugen Langen había demostrado así que el conocimiento empírico era importante también y capaz de concretar los más sorprendentes logros del ingenio humano. Su motor se generalizó de inmediato en el suministro de la fuerza que necesitaban imprentas, telares, molinos y talleres. Diesel profundizó su dominio de este campo concluyendo en que era posible mejorar el diseño de tales motores.

Se les llamaba de combustión interna porque no les venía de afuera, como las maquinas de vapor de combustión externa, el fuego con que generaban su energía y su funcionamiento. Diesel se empeñó en eliminar los equivalentes del carburador y de la chispa eléctrica que todavía se sigue empleando en los automóviles. Sabía que los gases sometidos a grandes presiones, se calientan hasta el punto necesario para engendrar una llama, en presencia de cualquier materia combustible. Alcanzando este propósito independizaría a los motores de una fuente adicional de electricidad y obtendría un mayor rendimiento de los combustibles, gracias también a las altas presiones que sufrirían los mismos en sus estados gaseoso.

En 1893 diseñaba el primer aparato de este tipo y revelaba sus pormenores en un trabajo que se título “Teoría y construcción de un motor término racional’’. Después de chocar reiteradamente con el escepticismo de los industriales privados, los únicos que había entonces en Europa, logró que la producción de su diseño, fuera iniciada en 1897 por Maschinfabrik Augsbur-Nurnbrg. Sus motores abarataban el gasto en combustible, porque en vez de la gasolina, se activaban ventajosamente con el Kerosene y con el gas oil o aceite de petróleo, que se vendían a menor precio, eran menos explosivos y daban más seguridad.

La razón de Henry Ford desechara los Diesel, era la de que éstos eran grandes y pesados y por lo tanto inconvenientes para la pequeñas y ágiles unidades que iba a fabricar en serie. No obstante el empleo de los Diesel empezó a sustituir al vapor en las locomotoras. Las modernas lo siguen empleando pero no de un modo directo, sino como generadores de la electricidad con que ruedan y arrastran los trenes. Las gandolas y los autobuses utilizan este sistema al igual que los barcos de guerra y de pasajeros.

También se les emplean en grandes factorías de nuestro tiempo. Estos motores son hoy mas que nunca una bendición económica, pues se mueven con derivados del petróleo pesado, que solo sirve para arder en las estufas de las regiones congeladas en el invierno.

En los Diesel el embolo aspira aire cuando baja y al subir la comprime con una presión igual a treinta o más atmósferas, es decir, la misma que convertiría en estampilla a un buzo desnudo a seiscientos metros de profundidad en el mar. Esa presión origina temperaturas de hasta 600° C, suficientes para encender el combustible que entra atomizado en la cámara a una presión de 200 a 300 kilos por centímetro cuadrado. Los alemanes buscaban la manera de utilizar los motores Diesel para mejorar su maquinaria de guerra a principio de siglo. Los ingleses también. Diesel murió ahogado cayéndose al mar inexplicablemente y sin que nadie lo viera del barco que lo conducía a Inglaterra, para atender unas consultas técnicas que le había hecho el almirantazgo británico.

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