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septiembre 29, 2004

A una Distancia corta dos personas se atraen mutuamente no por razones de amistad sino por las masas de sus cuerpos

La Ciencia Amena. Arístides Bastidas.
Un día tal como hoy: 29 de Septiembre 1984

(El dibujo nos muestra el callejón que se formó entre el barco "Oplympic" y el "Hauk". Como la preseión del callejón era muy débil, la preseión fuerte del océano empujó a los dos barcos hasta que chocaron (Rep. Estrella)

Einstein murió sin que se le apagara la perplejidad ante la fuerza de la gravitación universal. Su origen y la forma como actúa a través del vacío, sin ningún vehículo, son tan enigmáticos que nadie se ha aventurado a dar una hipótesis explicativa. Mientras tanto ella sigue operando sus fenómenos, que van desde la anécdota que se atribuye a Newton, hasta la formación de los agujeros negros en el espacio. En éstos, como se sabe, la atracción de un núcleo de materia es tan grande, que los electrones se insertan en los protones para constituir neutrones de una compactación u de una fuerza gravitacional tan grande, que se tragan hasta la luz. Ahora bien, en nuestro derredor encontramos manifestaciones más familiares de esta fuerza.

A nosotros, la gente común, nos resulta incomprensible la intuición matemática con la que Newton se dio cuenta de que también la manzana, con su masa insignificante, atraía a la Tierra que la hacía caer porque la atraía con una masa inconmensurablemente mayor. El gran investigador dedujo que si dos manzanas se atraían aunque ello fuese extraordinariamente imperceptible, igual cosa debía pasar entre los planetas, entre ellos y sus satélites, entre soles o estrellas y entre ellas y sus planetas. Fue entonces cuando formuló la ley de que dos cuerpos se atraen según la masa y de modo inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separe.

Este descubrimiento lo hizo al determinar la causa de que la Luna girara en torno a la Tierra y al supone con acierto, que las mareas se debían a la atracción de ella sobre nuestro planeta, aunque su masa fuera considerablemente mayor. Conocemos la razón por la que dos enamorados quieren estar siempre juntos. Ese maravilloso magnetismo tiene poco que ver con las leyes de la física. Pero éstas nos dicen porqué dos personas se atraen recíprocamente aunque sea del mismo sexo. Igual sucedería con dos bolas de billar y una infinidad de casos similares. Se traen por la fuerza gravitacional de usu respectivas masas y si no se les ve aproximarse es principalmente el roce lo impide.


Las plomadas con las que nuestros albañiles aseguraban la verticalidad de sus construcciones, fueron unos de los primeros instrumentos con qué se estudió la fuerza de la gravedad. (Rep. Estrella)
En los experimentos con los astronautas y cosmonautas, se obtuvieron conclusiones realmente curiosas. Dos hombres de sesenta y cinco quilos y a dos metros de distancias, se traen con la fuerza de un cienmilésima de gramo. En el vacío interespacial dos astronautas flotando y en las condiciones antedichas empezarían a acercarse atraídos por esa fuerza infinitesimal de una cienmillonésima de kilo. En la primera hora se aproximarían tres centímetros, en la segunda 9 y en la tercera quince. En adelante la velocidad se aceleraría tanto que antes de las cinco horas ya estarían juntos. Verdades así no pasaron nunca por la traviesa imaginación del señor Ripley.

En 1775 el astrónomo escocés Nevil Maskelyne calculaba la masa de la Tierra, con una prueba que inicialmente fuera un pasatiempo expoliante de su curiosidad. Consistía en medir la inclinación de una larga plomada hacia una montaña que con su gran masa la atraía. Durante algún tiempo se creyó que la atracción de barcos que navegaran paralelamente a cien metros o menos distancia, se debía a la fuerza gravitacional. Incluso se atribuyó el misterio el caso del crucero “Hauk”, que en Atlántico y en 1912 no atendió al timón y fue a estrellarse contra el “Olympic”, entonces el barco más grande del mundo.

Hoy se sabe que dos barcos de 25 mil toneladas cada uno generan a cien metro una fuerza gravitacional de apenas cuatrocientos gramos El agua del improvisado callejón que separa los dos barcos ejerce sobre sus paredes una presión menor que la del océano sobre las paredes externas. Esto hace que recíprocamente y según sus masas, tiendan a aproximarse hasta protagonizar una colisión como la mencionada. Este hecho se fundamenta en el Teorema de Bernoulli, que habla sobre las raras propiedades de los líquidos. Según el mismo, el agua cuando atraviesa un canal estrecho baja la presión sobre sus paredes, la cual aumenta sobre las paredes del canal ancho que haya que cruzar. Esto sigue siendo un poco oscuro, pero no tanto como la fuerza gravitacional de la que, repito, sabemos muy poco.



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