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diciembre 28, 2014

El arte le debe a Pitágoras la base matemáticas de la música, aunque su celebridad se funda en la vigente tabla de multiplicar.



Los precursores de la ciencia en la antigüedad fueron virtualmente geniales autodidactas, que adquirían el conocimiento luego de vencer el hermetismo de las castas minoritarias  que lo guardaban en el mayor secreto. El aprendizaje se hacía durante   continuos viajes  a las ciudades en la que hubiera algún centro de estudios. Este fue el caso de Pitágoras ( 582- 497 a. de C.) que debió abandonar  Samos, la islita del mar Egeo, donde dos siglos después nacería Aristarco, para encaminar diferentes lugares del Asia Menor , su vocación por los números. Se cree que tomó de Zoroastro, el fundador de la religión persa el misticismo e ideas  de lo que entonces se llamaba sabiduría, para instalar la secta que dirigió en Crotona, al sur de Italia.   

Los principios que descubrió  con respecto al sonido se aplican hoy en todos los instrumentos de cuerda y son palpables en cualquier arpa llanera. Pitágoras descubrió que una cuerda a menor longitud  daba notas más agudas. Una cuerda dos veces más larga que otra daba una octava  más baja. Dedujo que los diferentes tonos entre dos octavas, se podían logra aumentando o disminuyendo  con absoluta precisión la longitud de la cuerda. La  que  diera el Do  en 15/15 daría el en 16/15; el La en   6/5; el Sol en 4/3; el Fa,  en  3/2; el Mi , en  8/5; el Re, en 16 /9; y de nuevo el Do inmediatamente más  bajo , en   18/9.


Los pitagóricos consideraban femeninos a los números pares y masculinos a los nones. Sinbolizaban con el cinco al matrimonio porque era la suma del primer femenino 2 con el  primer  masculino 3. Al 1 no le asignaban sexo.

En ningún plano como en este se hace tan elocuente la interrelación del arte con la ciencia. A partir de etas conclusiones, Pitágoras siguió investigando la naturaleza de los números enteros. Fue el primero en usar la palabra Matemáticas, rindiéndole  tal culto, que a través de ella pretendió explicar al mundo. Su secta era cerrada y sus estudios sobre el nuevo campo que estaba iniciando, eran tan ocultos como las abstracciones filosóficas acerca de la transmisión del alma de un hombre a otro  o de un hombre a una bestia. Es inexplicable  como Pitágoras combinaba la prohibición supersticiosas de comer leguminosas a sus discípulos con las serias investigaciones que le llevaron a concebir la tabla de multiplicar, vigente hoy en todas las escuelas primarias del mundo.
  
Aunque la misma nos parece sencilla, una contribución  tan sensacional como la del álgebra inventada por los árabes, trece siglos después. Sin una capacidad superdotada e inclinada a la búsqueda experimental, instituida por Francis Bacon en el siglo XVI,  Pitágoras no habría podido crear las bases de su famoso teorema, de que el cuadrado de la hipotenusa es igual al cuadrado de la suma de los catetos, en un triángulo rectángulo. Dicho así es realmente complicado pero las cuatros  esquinas de un campo de beisbol  nos pueden servir para clarificar la definición

Si trazamos una línea imaginaria entre la primera y tercera base ya tenemos la hipotenusa del triángulo que formaremos, trazando una línea de de primera a segunda base  y otra de segunda a tercera base. Estas últimas son los catetos. Pitágoras al igual su amigo Tales de Mileto, se fundó en la geometría espacial, para establecer que la luna no está en línea vertical  sobre el Ecuador, que es como la barriga de la Tierra, sino formando una línea inclinada. Se percató de que la Tierra era esférica introduciendo esta noción desconocida hasta entonces. Afirmó que el lucero del alba y del anochecer son el mismo astro. Sus aciertos científicos contrastaron con sus errores políticos, pues la alianza  que concertara con los aristócratas, les costaría después de la persecución de los demócratas cuando tomaron el poder en Grecia

Explicó el origen de los eclipses y las fases de la luna, restándoles a los primeros el carácter presagioso que le atribuían los astrónomos egipcios. Su creencia en la perfectibilidad de los números, se desmoronó junto con el aparato místico que había hecho descansar sobre ellos, cuando se dio cuenta que no hay manera de conseguir  la raíz cuadrada de dos o de tres. En efecto, las cifras 1,41421 y 1,73205 por sí mismas multiplicadas dan sólo aproximaciones al dos y tres. Antes de sufrir esta decepción los pitagóricos creían que todos los números tiene raíz cuadrada exacta, como

diciembre 27, 2014

La criaturita que se forma en el corazón de las semillas no nace cuando la expulsan sino cuando le conviene.






Realmente es copioso y grato el caudal de sustancias valiosas para la salud, que nos dan las plantas en sus frutas a cambio de que la diseminemos y cultivemos.  

Hay flores que después de desplegar el encanto de sus colores, de sus formas y de sus aromas, se secan y caen al suelo, sin dejar en la planta la menor huella de su paso. Eso le sucede a las flores  cuando a pesar de sus poderes seductores, les faltó el insecto aliado o la brisa amiga, que por casualidad, les transportara  a los pistilos el fecundante polen. Este es aportado por flores masculinas, en finísimos corpúsculos. Cada uno conduce una carga completa, cuyas partículas infinitesimales, nadie podría inventar. Entre otros materiales otros materiales, el polen lleva el ácido giberético , motorizara la maquinaria del embrión que él formara al unirse con la oosfera, el óvulo vegetal.


Hay flores femeninas y flores masculinas, igual que mujeres y hombres. La de la imágen corresponde a los que son como una alcoba de recien casados, pues tiene los órganos que dan células masculinas ycélulas femeninas.  

En este microscópico laboratorio viviente  la incipiente multiplicación de las células, recibirá un nuevo estímulo cuando le surjan otras dos hormonas en su interior, además del nombrado ácido. Esas nuevas hormonas son la antoxianina y la cinina, fuertemente vinculados a éste descendiente de una flor que sí dejó huella . Allí se irá diseñando  una criaturita que con notables diferencias, cubrirá los pasos ascendentales de un embrión animal  o humano hasta que está listo para nacer. Esa criaturita será como un retrato miniaturizado de la planta madre. Tendrá su alojamiento en un rinconcito de la semilla, cuyas restantes partes serán en su mayoría los nutrientes que la plantita utilizará y tome la decisión de nacer.   

El Hospedero  del útero materno no puede quedarse allí cuando se le vence el plazo. La micro planta oculta en la semilla pareciera tener voluntad y sabiduría,  porque sólo se despierta en su semi inerte cuna cuando  de algún modo (detecta en su entorno), la apropiada combinación de humedad,  y rayos infrarrojos, dentro del grado que harán factibles su nacimiento y germinación. Hay semillas desnudas como las de maíz y las caraotas, pero hay otras que se rodean  de una sabrosa pulpa como las de mango, el níspero, el tomate, la lechosa. Esa carnosidad con su riqueza alimenticia es la gratificación  que recibirá el animal que al ingerirla, se trague sin quererlo, la semilla  y la dispersa, sin proponérselo. Las plantas primitivas como las algas, líquenes, musgos y helechos no pudieron nunca desarrollar esa facultad y por eso fueron aventajados por las que hoy integran el 84% de las trescientas mil especies del reino animal. Ahora bien, cómo se elaboran los azúcares, los carbohidratos, aceites, vitaminas, proteínas y minerales concentrados en la fruta, incluyendo por supuesto la semilla?. Pues bien, los minerales como potasio, fósforo, calcio, sodio, magnesio y otros son tomados por las raíces y remitidos por ellas, en la savia ascendente  hasta las hojas donde se mezclarán con los azúcares, carbohidratos y vitaminas que irán en la savia descendente, producidos durante la fotosíntesis.
  
Esta última hace un reparto a domicilio en todas las células de la planta. Al entrar en las del embrión de la futura semilla, éste tomará las sustancias que le entreguen para reorganizarlas según las necesidades de su crecimiento y desarrollo. Así, almacenará las cadenas de energía concentrada en grasa y fabricará los aminoácidos de sus escasas proteínas. De dónde sale la escarlata de las ciruelas, el amarillo oro de los cambures o la fragancia de las piñas? No hay duda que esta presencia llamativa es un estímulo para los ojos y olfato de personas y animales. El amarillo es un pigmento, el carotenoide que se queda al descubierto cuando la clorofila desaparece y se transforma. 

El rojo es un barniz aportado por las hormonas antocianinas, que después de haber contribuido a manufacturar el producto salen a hacerle publicidad. Las amables fragancias de las frutas son el efecto de prosaicas reacciones químicas en el corazón de ellas. Las células atrapadas en esa zona hacen una respiración sin aire, es decir, anaeróbica. Esto hace  que en vez de gas carbónico y agua, ellos generen gas carbónico y alcohol. Esto último se asociará con los ácidos circundantes, dando lugar al grato y refrescante aroma de las piñas, los melones y el cambur manzano, cuando han madurado.  Aunque la naturaleza sea una esteta utilitaria, ¡ qué  grande es la bondad presente en todos sus quehaceres!      


La Ciencia Amena de Arístides Bastidas
Caracas, 17 de Mayo 1984

diciembre 16, 2014

Hoy no les hablaré de ciencia pero si quieren la bienaventuranza pueden leerla en estas frases en la que intento un canto al optimismo.




El entusiasmo por la vida abre las puertas de un cielo que está aquí mismo y acaso, más azul que el de allá arriba. Las discordancias del vivir son la otra cara de la moneda. Pienso que son lógicas en una humanidad que evoluciona para alcanzar la armonía consigo misma y la de sus ariscos individuos. Sin la razón no conseguiríamos una razón. Sin las tinieblas ingnoraríamos el esplendoroso valor de la luz y sin la tristeza no podríamos evaluar el candor de una sonrisa amiga. La nostalgia de las cosas buenas, de que nos hablara don Antonio Machado, es maestra y compañera de la gente sabia como usted o como yo. El tormento le comunicó Beethoven la fuerza indescriptible con que interpretó en la Novena Sinfonía, la Oda a la Alegría de Federico Schiller. Ningún ser creador sufrió tantas perturbaciones como este genio que, sin embargo, le entregó gentilmente a la vida, el testimonio de una obra triunfal.





Sordo y solitario, Beethoven se desquitaba diciendo: "la felicidad pasa, mi música queda".


Todo indica que la consagración del hombre cierto se conquista con una alta dosis de verticalidad frente a las mortificaciones. Es bueno que existan para que de vez en cuando nos regalemos el alivio de haberlas doblegado. Yo, que permaneco entre las sombras, he aprendido a confiar en ellas. Los soles que cargo en la imaginación, ustedes no me lo van a creer, me parecen más claros que lo que conocí en mi pasada era de vidente. Añoro la policromía del paisaje y el raudo transitar de los pájaros. Más, me desquito con frecuencia soñando en tecnicolor. Y así, estoy absolutamente convencido de que la noche es inocente y que los espantos existen en la oscuridad sólo para los tontos que le dan luz verde.

Convivir es un reto continuo porque es un arte difícil. Somos los miembros de una especie forzosamente gregaria. Cuando soslayamos esta norma, engañados por un eco díscolo y contradictorio, desembocamos en la soledad. Ya sabemos el costoso precio de sus servicios que nos presta, por cierto, sin que se lo pidamos. Éste antagonismo entre nuestro yo y los mandatos del especie, se refleja en una continua actitud crítica. Ella es necesaria y requiere un componente esencial, la equidad. No es subrayando los defectos ajenos y olvidando los nuestros cuando podemos vivir y dejar vivir. Es asumiendo una noción valiente de nuestras buenas y malas cualidades como podemos apreciar mejor las ajenas y tolerarlas. Generalizando esta conducta, los términos del intercambio recíproco nos librarían de tantos pesares artificiales.

La vida es un fabuloso don y no nos costo nada. Las tenemos gracias a una fortuna excepcional. Representamos a una célula venturosa y vencedora en la mas extraña y comprometedoras de las competencias de velocidad en el microcosmos. En efecto, apenas expulsado del líquido seminal, 300 millones de espermatozoides se lanzan en una carrera apresurada para conquistar el premio. Este consiste en obtener el albergue seguro en la cavidad del óvulo. Ese victorioso microorganismo, rey de los campeones, único sobreviviente entre 300 millones de rivales, es el que engendró el cuerpo y la personalidad que nos acreditan. Por esto, decía que al llegar a este mundo hemos tenido una suerte excepcional, digna de una reverencia y de una estimación perpetua.

Sé, desde luego, que en el planeta hay una parodia del infierno que, según dicen, nos espera al otro lado. Estoy persuadido de que a medida que se afinen la voluntad y la ética del hombre, se irá apagando los braceros que tan diligentemente oxigenamos nosotros mismos. Algún día el progreso de la conciencia será tan formidable que nuestros descendientes, en un porvenir aún lejano, nos verán como nosotros al Pithecanthropus Erectus. La barbarie no es una obligada peculiaridad en nuestro género. Aunque la historia está plagada de capítulo mostruosos, las fuerzas del bien han concluido, tarde o temprano, por someter a las del mal. Este hecho, reiteradamente evidenciado, fundamenta mi optimismo. Por otra parte, el sufrimiento es un constituyente natural de la vida. Les regalo hoy una de las fórmulas con que suelo mitigarlo: Sé sonreir ante mis propias penas e intento comprender las de otros. Esto es algo que aprendí de ustedes y esto es algo que tengo que enseñarles.

Quisiera precisar que a mi modo de ver, es falso el optimismo de espaldas a la realidad del entorno familiar y social, así es el que nos entona cantos de sirenas, sin fundamentarse en la fuerza de trabajo y la voluntad de ejecutarlo honestamente. Desde niño recibí de la naturaleza la lección de que el esfuerzo y la convivencia pagan bien. Eso lo deduje al ver los resultados de esa alianza aparentemente lírica que nos mantenían las laboriosas abejas con las flores y con sus néctares, desde luego.

La Ciencia Amena. Arístides Bastidas 
9 deDiciembre de 1991

diciembre 12, 2014

Parece que el Niño Jesús le tomó cariño a la mirra que la dotó de un secreto para que nadie pueda fabricarla.

Parece que el Niño Jesús le tomó cariño a la mirra que la dotó de un secreto para que nadie pueda fabricarla.
Parece que los Reyes Magos eran astrólogos y astrónomos de Persia o de Siria, que habían aceptado la profecía de que el Mesías vendría a redimir al Mundo.
 
Aunque los astrónomos estimen que la estrella de Belén fue la conjunción de dos astros luminosos, la fuerza poética del evangelista Mateo, no se desvanece por esa explicación. Igual podemos decir con respecto a la mirra, uno de los hermosos presentes que los magos le llevaron al niño. ¿Qué era la mirra, de donde provenía y por qué tenía ese rango de precioso don? Cuando nació Jesús esta sustancia llevaba siglos ofrendando sus virtudes al hombre sus virtudes antisépticas para la boca y la faringe de los soberanos y los poderosos, los únicos que tenían acceso a ella, además de los sacerdotes que la hacían quemar en sus ritos, para que despidiera sus gratísimas fragancias en honor de los dioses invocados.

Los primeros agricultores que por casualidad o por ensayo descubrieran las bondades médicas de la mirra, no advirtieron de inmediato el estético halago que tal resina, guardaba para el olfato. Este aspecto debieron también descubrirlo accidentalmente. Lo cierto es que al aparecer la civilización egipcia, esta sustancia recibía otro rol sagrado: era un componente del material untuoso llamado quifé, fundamental para la momificación de los cadáveres. Así, la mirra fue objeto de tal demanda entre los antiguos, que se equiparaba con el oro y en algunos casos era objeto de mayor codicia.
El árbol de la mirra la segregaban seguramente con el objeto de espantar a los insectos que  imitaban  a los zancudos que chupan sangre.
 
Los bandoleros de los desiertos del Sahara y la Península Arábiga, hurgaban hasta los últimos rincones de las caravanas atracadas, en busca de cargamentos de mirra sólo unos cuantos centenares de libras. A la luz de la química de hoy se ha establecido que no es otra cosa que una combinación muy abigarrada de átomos de carbono, hidrógeno, oxígeno y de minerales, con los cuales se forman ácidos y aceites volátiles. A estos últimos se deben las amables emanaciones que en nuestro tiempo seguimos obteniendo de este compuesto, que como sabemos es de origen vegetal. No se deriva ni de las hojas trituradas de alguna planta, ni de las pulpas de un fruto, ni del contenido de una semilla.

Es hija de dos antiquísimos pobladores de las regiones secas del África y del Asia tropical. Se les llama, en el código de los botánicos, Commiphora Abisinia y Commiphora colmol. Cuando la corteza de los mismos se fragmenta espontáneamente o es herida, arroja un líquido en gotas como lágrimas, cuyo color va del rojo claro al rojo pardo. Se trata, como ya dijimos, de una resina transparente, brillante y muy amarga, a pesar de lo cual los faraones se la untaban sobre las encías para tratarse las piorreas. En aquella época se hacía expediciones para cosechar el producto y mercadearlo a grandes precios en las ciudades.

En la Biblia se cita la mirra como el perfume con el que ungiera Ester para su cita con el rey. Estaba amargado con mirra el vino que los sádicos centuriones le ofrecían a Jesús cuando dijo tener sed. Más tarde Nicodemus usaría mirra en el cadáver de su maestro, antes de ponerlo en el sepulcro. Pero el momento más trascendente y más hermoso de la mirra en el Nuevo Testamento lo encontramos en estos versículos de San Mateo:”…Al ver la estrella sintieron grandísimo gozo, y entrados en la casa, vieron al niño con María, su madre, y de hinojos la adoraron, y abriendo sus alforjas le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra….”

El encanto de este relato no fue numerado ni siquiera por la mitología griega, según la cual una mujer llamada Mirra purgó convirtiéndose en el árbol que lleva su nombre, el pecado de haber pensado en un grave incesto. Hace siglos la agronomía encontró el modo de domesticar los expresados árboles y abaratar su amistoso producto. Hoy se le emplea como un potente fijador de los perfumes y usted puede adquirir la que quiera en cualquier botica para usarla en sahumerios aromatizantes del hogar. Sin embargo, la mirra ha conservado el secreto de su composición, tan ignorado como en los días de paz, de amor y de promisión en que la recibiera el Niño Jesús: ¡ha sido imposible producirla artificialmente!!!. 


La Ciencia Amena. Arístides Bastiidas 
18 de Diciembre de 1983

diciembre 07, 2014

Los renos merecen por sus bondades y su mansedumbre el rol que se les atribuye en las estampas navideñas.

Los renos merecen por sus bondades y su mansedumbre el rol que se les atribuye en las estampas navideñas.
Las patas del reno estàn diseñadas para avanzar con firmeza en la nieve y para funcionar como azadas, cuando la escarban en busca de los vegetales de la tundra que oculta.
 
En las estampas navideñas de las regiones nevadas hemos visto a Santa Claus llevando la carga de presentes en un trineo arrastrado por trìadas de simpáticos renos. En realidad, estos apuestos animales cumplen este trabajo en comarcas inundada por el hielo y habitadas por los lapones en el Norte de Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia. Los antropólogos discuten si estos semejantes de pequeña estaturas y extremidades cortas proceden de una mezcla de europeos con asiáticos o si constituyen una raza autòctona de los Alpes. Sea como sea conserva de los hábitos de los escandinavos del medioevo y con los herederos de los hombres del Edad de Piedra, en el pastoreo de los expresados ciervos. Unos y otros están tan adaptados a las temperaturas congeilantes que se asfixiarían en los climas tropicales.

Esta apreciación en resulta especulativa porque los mamíferos cuentan con temostatos para adaptarse a los cambios del termómetro. Sin embargo, estos animales que hace millones de años residieran i en el centro de Europa, se mudaron para siempre a las latitudes àrtica en las que han prosperado. Los viajeros del Polol Norte durante los siglos XVII y XIX dan cuenta de rebaños de millones de renos en Europa y de Caribues, sus hermanos en Alaska y en Canadà. Lo machos alcanzas hasta 300 kilos, dotados de cornamenta de hasta dos metros, inecesarias del todo ya que no lo usan ni siquiera para defenderse. Su mansedumbre los hace apropiados para simbolizar los sentimientos de amor y de paz que se experimenta en éstos días.

Los renos tienen un promedio de dos metros cuarenta de longitud y un metro veinte de alzada en la cruz. Extremadamente sociales viven emanadas numerosas a pesar de no estar rodeados de las feraces praderas que facilitarán la explosión demográfica de los búfalos en el antiguo Oeste de los Estados Unidos. Mientras la nieve està blanda, la escarban para comerse diez kilos diarios de lquines y de musgos. Como las existencias de estos primitivos vegetales son limitadas, deben andar a distancias de muchos kilómetros en solicitud de nuevas reservas. Ésas plantas carecen de las ventajas de las flores y de las semillas, por lo cual es más inexplicable la vitalidad que conserva para reproducirse donde muchos árboles morirìan.
Los largos cuernos del reno son a lo sumo un adorno incòmodo, pues no los usa para defenderse de los lobos que lo persiguen como su plato favorito.


Los renos y los caribues , igual que muchas especies, se reta a duelo, como los pendencieros caballeros del Edad Media, ubicarse en favor de sus elegidas. Al batirse no están bravos en absoluto y una vez que se define quién es el victorioso, el perdedor se marcha resignado, sin resentimientos y sin heridas porque la prueba ha sido sólo para medir fuerzas. Sus patas còncavas impiden los deslizamientos sobre el piso congelado. Cuando arrecia el invierno a fines de diciembre, emigrar a bosques y montañas en pos de nuevas fuentes para su alimentación de vegetarianos estrictos.

Su funcionamiento metabólico es más complejo y perfecto que el de los toros y sus consortes, porque los musgos y los lìquines son menos nutricionales que los pastos. Sin embargo, extraen de aquellos elementos y compuestos necesariospara fabricar sus pieles, sus carnes, sobre todo una leche dulce y espesa y con una concentraciòn de grasas tres veces mayor que las de las vacas y las cabras. Los esquimales se han abstenido de domesticar a los acribùes fieles al hàbito de cazarlos, pero al igual que los lapones, quienes practican el pastoreo y la ganaderìa de los renos, emplean la totalidad de las partes de estos hervìboros: las carnes para comerselas, la leche para tomarla, las pieles para vetsirse, los huesos y los cuernos para tallar ùtiles u las grasas para el combustible de sus làmparas.

A pesar de su primitivismo, los lapones explotan racionalmente el recurso, pues en otoño sacrifican sòlo los enfermos, los tullidos y los viejos. Luego aben sus corrales para que los jòvenes renos de ambos sexos se marchen a sus arboledas. Los haràn retornar en la primavera en que las hembras paren sus crìas despuès de lapsos de doscientos cuaenta dìas. Hace treita mil años estaban entre las presas favoritas del Cromagnon, quièn les dio un rol protagonistas pincipales en las pinturas ruspestres de Altamira y otras cuevas.



La Ciencia Amena. Arístides Bastidas, 19 de Diciembre de 1986

octubre 25, 2014

Hay una rana que después de un paro cardíaco de tres meses y estar del todo congelada, retorna felizmente a la existencia.



La reina del hielo, denominada científicamente rana selvática




El 15 de diciembre de 1966 los teletipos de todos los diarios y noticieros del mundo, se agitaban frenéticamente mientras transcribían la información de que Walt Disney, el genio de los dibujos animados, había muerto y que su cadáver se conservaría a una temperatura de 100° C bajo cero, así se cumplía su voluntad testamentaria, con la esperanza de un utópico despertar, cuando la ciencia fuera capaz de curar la dolencia que le cegara la vida. La fisiología tiene bases muy fundadas para negar la posibilidad de un milagro como ese, no sólo porque a los cinco minutos la corteza cerebral fenece irreversiblemente, sino también por el hecho insuperable de que la mayoría de las células son como hojas verdes que se secan de pronto al faltarles por más de un cuarto de hora la circulación de la sangre.

Ella es a que les lleva la leña a la chispa con que alimentan sus diminutos fogones. Estos tienen que generar la temperatura de 37° C, que es la apropiada para efectuar las complejas reacciones químicas de ese caldo viviente al que debemos la vida, constituidos por los protoplasmas de las células. Cinco grados más de calor interno sancochan virtualmente los tejidos y 8° C menos les bajan de tal modo su actividad que aunque se mantengan las funciones esenciales del cuerpo perdemos el conocimiento y desde luego la capacidad para sentir la existencia. Entre 21 y 23.8° C nuestro organismo se sitúa al borde del más allá.

El avance de la cirugía ha determinado procesos de enfriamiento tolerables por el paciente mientras es intervenido. Así los mismos que hoy se agrupan bajo la denominación de hipotermia están auxiliando a la salud, pero, como ya lo insinuamos, no hay nada que haga pensar en que algún día servirán para instituir el arte de la resurrección.

Los hematólogos saben muy bien que los glóbulos rojos directamente congelados, se revientan por efecto de los cristales que se forman pon el agua que tienen por dentro. Hay toros muertos que siguen procreando becerros, porque sus espermatozoides se guardan como joyas preciosas a 70° bajo cero, a los efectos de la inseminación artificial. A fin de que guarden intactos sus dones vitales, se les congela en soluciones especiales,

En estas no hay el riesgo de que los cristales del hielo actúen como puñales asesinos, debido a que el agua se solidifica de modo amorfo, sin estructuras con puntas hirientes. Sin embargo, la investigación es infatigable en las búsquedas de resultados que permitan esquivar con buenas intenciones las leyes de la naturaleza. Se ha descubierto que los animales que se dan el lujo de hacer siestas de tres meses mientras hibernan en las regiones de la nieve, generan sustancias protectoras. Entre ellas se halla el glicerol, el mismo compuesto que usamos para resguarda por años las virtudes genéticas del semen vacuno.


Walt Disney, en una de cuyas películas vimos a un esquimal yacuta durmiendo en un iglú a 51 grados bajo cero y con el calor de una fogata.

Según el CIMPEC, organismo populariza la ciencia en América, hay una pequeña anfibia, que podría cederle ciertos secretos metabólicos al hombre, a fin de conservar vivos riñones, córneas, corazones y otros órganos para trasplantes humanos. Se trata de la rana de los bosques, en el hemisferio norte. Los trabajos que acerca de ella realizan los doctores Kennth y Janet Storey, de la Universidad de Carleton en Canadá, han confirmado que durante la estación blanca, este anima se pone tan tieso como un trozo de hielo, mientras sus ojos se opacan y se detienen del todo los latidos del corazón y el ritmo respiratorio.

Esta campeona del frío se autodeshiela y se activa del todo a las veinticuatro horas de haber retornado el primer rayo de sol. Los científicos se quedaron pasmados al comprobar que su técnica de hibernación, consistía en llenar sus células de azúcar en porciones que nos matarían de diabetes, ya que serían treinta y siete veces superiores a las de usted y yo toleramos en nuestras venas y arterias. Encontraron que así los órganos de la rana mantenían textura blanda, al igual que la parte interior de cada protoplasma. Cuando sepamos como esta anfibia se vuelve melado sin llegar al coma, habremos dado un paso de hormiga en la última aventura imaginativa del autor cinematográfico de Blanca Nieves y los Siete Enanos.

enero 13, 2014

El agua que hoy nos bebemos es la misma que tenía la Tierra hace cinco mil millones de años: parece que es indestructible.

El agua que hoy nos bebemos es la misma que tenía la Tierra hace cinco mil millones de años: parece que es indestructible.



El átomo de oxígeno carga dos puestos vacíos en su capa extrior, de seis electrónes. Estos dos puestos son ocupados por los electrónes de dos átomos de hidrógeno, los dos gases renuncian a su identidad y engendran el agua.





El color blanco de cataratas como la del Salto Angel, se debe al aire encerrado en minúscilas burbujas, esa es también la explicación del color blanco del hielo.

El agua es exclusiva de la Tierra, pues la tienen en forma de vapor Mercurio y Venus. Los casquetes polares de Marte son de hielo, sólida manifestación de ese compuesto que también se encuentra en Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. Parece que en la capa muy inferior de la atmósfera de Júpiter ocurren lluvias como las nuestras aunque con poca frecuencia. En las fronteras del Sistema Solar con la estrella vecina Alfa Centauro hay un nido de cientos de miles de enormes bolas de hielo, que al desprenderse se convertirán en las cabezas de esos bagamundos del espacio que son los cometas. Hoy se sabe que es los remotos lugares donde el polvo cósmico empieza a concentrarse para engendrar estrellas están las imperecederas moléculas de agua.
Ella es algo así como la primera hija de la química natural del Universo, por la inimitable prontitud y facilidad con que el oxigeno se enlaza con el hidrógeno apenas se encuentran. Ya sabemos como son de abundante estos dos gases en el cosmos. Los estudiosos del origen de Sistema Solar han convenido, en que las colosales reservas de agua en océanos, lagos, ríos, lagunas, pantanos, nubes y depósitos subterráneos estaban constituidas ya en la gran candescente del Astro rey y por el otro, los fragmentos menores y húmedos de los planetas que anda en su cortejo.

En las rocas que están dentro de la corteza terrestre hay cristales impregnados de partículas de esa agua que existían hace cinco mil millones de años, y que ha sido la misma en que se incubó la vida, en la que los cavernícolas aprendieron a bañarse y sobre la que navegan los grandes trasatlánticos del presente. Es tan indestructible que podrían contar las moléculas de ella, renovadas después de haber sido desmontadas con la separación de sus dos componentes. Esta apreciación es desde luego muy relativa ya que aunque son numerosas los metros cúbicos de agua que sufrieran tal proceso, no llegarían ni a una cien millonésima parte del total existente en le cuerpo que nos sirve de morada. Los primeros autores de esta descomposición fueron los microorganismos vivientes que había hace tres mil millones de años.

Eran precursores de las bacterias pigmentadas, que con la energía de la luz desdoblaban el agua marina. Así obtenían hidrógeno para fabricar azucares. Como el oxigeno no les servia de nada, lo expulsaban. Este se disolvió primero en el medio liquido y después se propagó por la atmósfera primigenia que carecían del insustituible comburente. Teóricamente, aquellas protobacterias liberaban más oxigeno del que volvían a usar para quitarle a las moléculas de alimentos la energía química almacenada en ellas. De esta manera se realizaba el proceso contrario de la fotosíntesis, en que una moléculas de azúcar se rompe, cede su energía y sus átomos se recombinan formando gas carbónico y agua.

Eso sigue sucediendo en las mitocondrias que hay en las células de todos los animales, incluso el hombre, que aparte del agua que se bebe y que ingiere en la humedad de sus alimentos, sintetiza más de un vaso de agua por día. Eso explica el hecho de que el líquido arrojado por la orina, por la respiración y por el sudor tenga un nivel mayor que el que hemos tomado. No sólo de este modo se restituye el agua descompuesta por las plantas. Cada vez que arde un vegetal, el carbón piedra, el gas metano o un derivado del petróleo, los átomos de hidrógeno son dejados en libertad y al entrar en contacto con el aire y encontrarse con el oxígeno, ambos se abrazan indisolublemente engendrando agua.

Prenda usted un fósforo en el interior de un vaso de vidrio boca abajo, completamente seco. Notará dos cosas: la llama muere al consumir todo el oxígeno que había en el recipiente. Pero este no desaparece pues luego de combinarse con el hidrógeno que había en la celulosa del fósforo, reaparece en la película de agua que usted podrá advertir en la pared interna del vaso. Lo mismo puede verse en los vidrios de las ventanas de cocinas cerradas con las hornillas encendidas. Por la misma razón un gran incendio forestal lanza al aire toneladas de agua en forma de vapor.

 La Ciencia Amena. Arístides Bastidas
 27 de Octubre de 1982

enero 09, 2014

Al fundar la antisepsia Ignacio Felipe Semmelewiss abordó la nave en que los envidiosos harían naufragar su vida.

Al fundar la antisepsia Ignacio Felipe Semmelewiss  abordó la nave en que los envidiose harían naufragar su vida.
Aún existe en Budapest el Hospital St. Rochus, donde Semmelweiss reconfirmó la importancia de la antisepsia.

Hubo una época en la que los más pulcros hospitales de Europa, se morían como condenadas inrremisiblemente a la última pena, doce de cada   cien mujeres recientes paridas. Las dos autopsias revelarán que la llamada fiebre puerperal era la causa de estas defunciones que ocurría incluso, en pacientes que había ingresado llena de salud, en las salas de obstetricia.El médico y biólogo Ignacio Felipe Semmlweiss (1818-1865)., era un recién graduado cuando se preguntó por qué ese final trágico no le acontecía a las parturientas atendidas en sus domicilios por sus comadronas. Lucía realmente aventurada la sospecha de un investigador que no había cumplido los 28 años: eran los galenos, a pesar de su toga y birrete los responsables de un mal que no se registraba en manos de las parteras empíricas? 

Semmlweiss  había nacido en ciudad de Pest, al sur del Danubio, asiento de mercaderes y de gentes comunes y trabajadores. Por esa razón era vista desdeñosamente por los habitantes de la margen norte de la otra urbe, donde estaban los poderes públicos y los aristocráticos orgullosos de sus títulos,  sus blasones, y de otras necesidades. El muchacho era despierto y a pesar de la humildad de su origen, pudo conseguir los médios para cruzar el río y para lograr que lo admitieran en las aulas de la Universidad de Buda. El acceso al plantel se lo habían facilitado los mismos profesores que los examinarán y apreciarán su promisoria e inteligencia. 


Si Semmelweiss hubiera vivido un año más, habría disfrutado la satisfacción y el desagravio implícito, que le hubiera dado Pasteur al denunciar a los microbios causantes de enfermedades.

No les defraudaría su confianza pues a los 23 años ellos mismos se complacería poniendole las calificaciones de Summa Cun Laude su tesis doctoral. El prestigio era tal que muy pronto fue llamado por las autoridades sanitarias de Viena, capital del imperio Austro-Húngaro en 1844. Se le nombró jefe de servicios de partos y de inmediato el entendió que  algo debía corregirse con urgencia,  para impedir de desenlace luctuoso de madres que había estado a luz venturosamente. De cierto hecho infortunado le permitió intuir lo que pasaba,  algo desconocido había infectado la pequeña herida de un dedo, que un médicse hiciera mientras disecaba un cadáver.

Este murió a los pocos días y Semmlewiss  advirtió que tanto los síntomas del enfermo autopsiado, coincidían con las de la fiebre puerperal. El especialista dedujo que estaba ante un enemigo invisible y en 1847 dispuso que todos sus colegas se lavaran bien las manos, posibles fuentes de contagio, con una solución de cloro, el mismo que hoy se usa para hacer agua potable. Bajo protesta fue cumplida su disposición, cuyo éxito se evidenciaba al año cuando se había reducido al 1% el 12% de los decesos por fiebre puerperal. Sin embargo, los facultativos austríacos estarán resentidos, pues no quería aceptar que el  húngaro les enmendara la plana, ni mucho menos que les atribuyera las comadronas una higiene mayor. 

Los microbios serán conocidos pero a nadie se le había ocurrido pensar que seres tan minúsculos pudieran minar la vida de un hombre fuerte. Tampoco nuestro biografiado de hoy les reconoció ese rol. Sin embargo, los atacaba como quien lucha victoriosamente contra un adversario en la más absoluta oscuridad, pues el cloro mataba los estreptococos hemolíticos que se fijaban en las manos de los médicos al ponerse en contacto con los cadáveres que debían disecar. Luego, en las maniobras de parto, los microbios pasaban al útero, cuya mucosa convaleciente y sangrante, era un caldo de cultivo para tales gérmenes que de inmediato formaban colonias móviles que se desplazaban por la sangre. 

Semmlewiss  no podía conocer esta explicación, y por este punto flaco sus celosos colegas, lo hicieron devolver a Hungría, aduciendo razonamientos patrióticos, cuando esta nación se alzó contra Austria. Semmlweiss repitió felizmente su experiencia en el hospital St. Rochus de Budapest, pero en su suelo natal también sufrió los ponzoñasos de la envidia profesional. Se le llamó charlatán y se le apostrofó de farsante mientras se consideraba que las bajas de la mortalidad con la antisepsia que él había creado, eran casuales y carecían de un fundamento científico. No resistió la presión del agresivo escepticismo que lo rodeaba y terminó confinado en un manicomio. En 1865, año de su muerte, aparecía el hombre que le daría la razón ante la ciencia y la historia: el químico Luis Pasteur.

enero 08, 2014

Dos millones de ventanillas tiene el aire acondicionado que en tiempo de frío y de calor funciona dentro de nuestro cuerpo.

Dos millones de ventanillas tiene el aire acondicionado que en tiempo de frío y de calor funciona dentro de nuestro cuerpo.


No son las ropas en sí las que preservan de la deshidratación en el desierto, sino las capas de aire que obran como ailslantes del calor entre ellas y el cuerpo de quienes las portan


Una fracción de las moléculas de agua que forman las nubes es aportada por los seres de la especie humana y otros mamíferos, cuyos termorreguladores, provocan el sudor para mantener estable la temperatura del cuerpo. Tenemos en la base del cerebro, el hipotálamo, un centro de diversas responsabilidades entre las cuales está la de impedir que nos calentemos demasiado. En el primer caso faltaría la energía para las reacciones químicas de la vida en el protoplasma celular. En el segundo, el exceso de energías alteraría las sustancias utilizadas en la continua renovación de los tejidos del organismo. Se deduce de ello la gran importancia fisiológica de la transpiración.

Disfrutamos junto con los caballos y miembros de otras especies, el privilegio de innumerables y microscópicas ventanillas a lo largo de la piel. Se trata de los poros que son las boquillas externas de tuberías enrolladas como ovillos debajo de la dermis y a partir de las ramificaciones más periféricas de los vasos capilares. Estos ovillos que terminan en los poros son las glándulas sudoríparas de la cuales tenemos un copioso surtido: dos millones. Ellas constituyen un sistema de aire acondicionado casi perfecto, pues transportan un líquido constituido por agua en una noventa y nueve por ciento; sal común, otros cloruros e indicios de fosfatos en un 0,6 %, urea y ácidos grasos en un 0,4%. 



 Aquí vemos la conexión de los capilares con las glándula sudoríparas a través de cuyos microscópicos  calibres sale el dudor vaporizado, para condensarse en la piel de la que se desprenderá gasificado. 

 El sudor es el vehículo del calor sobrante en el interior del cuerpo y al salir se evapora dejando una impresión de frescura por el principio de que todo gas que se desprende absorbe calor. Todos hemos sentido la sensación helada que quedaría en el sitio en que nos echáramos éter. El proceso de transpiración no se detiene nunca aunque en el frío se vuelva imperceptible. En un ambiente normal cada persona expulsa hasta un litro de sudor por día, el cual arrastra quinientas calorías en promedios, o sea el veintidós por ciento de las que gastamos en cada lapso de veinticuatro horas. En los trópicos nuestro sistema termorregulador se las arregla para estar con Dios y con el Diablo.

Digo esto porque nuestros cuerpos emplean en su que hacer bioquímico las radiaciones solares disminuyendo así el consumo de carbohidratos, azúcares y grasas que es alta en los climas templados de Europa y Norteamérica. Pero al mismo tiempo aumenta la segregación de sudor para contrarrestar la quemante acción del astro rey. También lo hace para neutralizar el calor de un atleta en plena acción, determinando por la elevada combustión que suscitan sus tejidos y por la fricción propia de sus movimientos. Hay ciertos animales que se asfixiarían con una competencia de treinta o cuarenta metros. Entre ellos se hallan los chigüires porque carecen de glándulas sudoríparas y no pueden refrescarse arrojando borbotones de saliva caliente por la boca como lo hacen los perros que tampoco las tienen.

Se ha demostrado que en el desierto un hombre puede perder hasta un litro de agua por hora, debido a los reajustes impuestos por las glándulas sudoríparas y por su amo y señor, el hipotálamo. Ahora bien, si en vez de las gruesas ropas que le preserven a un beduino la humedad de la piel, se le expusiera desnudo, podría sufrir en 60 minutos una deshidratación de casi cuatro litros y un gasto energético de dos mil calorías, equivalente a las que obtendría en medio kilo de pan. Hay personas con tendencia a la sequedad de la piel, anhidrosis, en oposición a otras que con un aumento leve del termómetro sudan copiosamente, hiperdrosis.

Hace más de doscientos años se sabe que el sudor da olores tan individuales como las huellas dactilares. El origen de estos y el de otros emanados de pies y axilas se explica por el efecto de los ácidos grasos volátiles que salen en las gotas de este compuesto orgánico transparente y de sabor salado. Por cierto que hay científicos que han acogido como fenómeno cierto el aludido por el evangelista Lucas en este versículo: “Y fue su sudor como gotas de sangre que corrían hasta la tierra”. En efecto, ese síntoma atribuido a Jesús cuando oraba en el Monte de los Olivos se denomina hematidrosis y es experimentado en zonas debilitadas de la piel por personas sometidas a emociones fuertes como la tristeza y la angustia que Mateo viera en su Maestro en vísperas de la inmolación. 

 La Ciencia Amena. Arístides Bastidas. 10 de Octubre de 1985.

enero 07, 2014

Una trampa erótica- atómica permitió a la agricultura científica acabar con el moscardón destructor de las ganaderías.


Con esta máquina los huevos del moscón eran bombardeados. Los disparos de los rayos gammas del cobalto 90 los despojaban de su fertilidad

Las emisiones de los átomos o  Isótopos radioactivos pueden cambiar las instrucciones en los genes de cualquier ser viviente. Hoy se trabaja más que nunca en la posibilidad de usarlas para obtener razas y animales,  más competentes y más productivas que las conocidas. Nuestra Universidad de Zulia logró variedad de sorgo, con ventajas que les fueron transmitidas mediante el bombardeo de radiaciones. Mientras tanto, el éxito más extraordinario en este terreno sigue siendo el de la confabulación erótica nuclear de genetistas, físicos, químicos y entomólogos  contra un agresivo insecto:  el moscón azul, que devoraba la carne en las propias vísceras del ganado antes del matadero.

Veinte años después del descubrimiento de los rayos X, los biólogos sabían que estos podían esterilizar a animales minúsculos, lo cual era probado a comienzo  de la Primera Guerra Mundial en el carcoma del tabaco. Estas investigaciones se mantuvieron en un plano básico y por eso evolucionaron paulatinamente. Nadie pensó en la aplicación que podrían dárseles contra ciertas plagas hasta que en 1937, E. F. Knipling,  del departamento de Agricultura de los EE.UU., concibió la traviesa idea  de dejar a los machos sus virtudes hormonales y quitarle las de su reproducción.  Este plan era imposible pues. quién sus lleva encargarse de atrofiar las células seminales en cada nuevo insecto? 

Con sus doce milímetros de largo el moscón azul, que causara destrozos en los rebaños estadounidenses, es hoy un animalito de experimentación que come carne cuando le dan.   

En los años cuarenta los EE.UU. veían aumentar las invasiones del  moscón Cochliomyia hominisvorax, el cual depositaba hasta 150 huevos por vez. en cualquier rasguño leve en  vacas  y novillos. Las larvas nacían con un atornillador en la boca, a través del cual expoliaban miles  de  millones de toneladas de bistec de a la población norteamericana. Las pérdidas aaterraban a criadores y a consumidores cuando el flagelo saltó de la Florida a Texas y Georgia.  Fueron inútiles las sustancias para neutralizar a las mscas, inmunes al recién inventado DDT, por su esaparecida distribución. Investigadores Melvin y Busland se preguntaban qué hacer con los criaderos en los que estudiaban a la causante del azote.

Cuando creían que era inútil aquel esfuerzo en medio de una asqueante  mezcla de carne y sangre podrida, hicieron una observación  propia de su perspicacia científica. Las hembras, renunciaban para siempre al placer del ayuntamiento sexual, después que experimentaban el primero. Obviamente, no necesitaban los demás aparamientos  para fecundar sus anidadas. Los investigadores se acariciaban sus barbiillas tratando de saber cómo podrían  aprovechar tal característica. El equipo se amplió con especialistas en radioisótopos, quienes asumieron la responsabilidad de dispararle rayos gamma a los genitales de machos que estaban en la fase de de crisálida. 

El día del experimento los resultados superaron las expectativas. Los machos radiados y estériles aventajaban a los normales en la conquista de las hembras y en sus  acoplamientos con ellas  las cuales, después del encuentro nupcial, no tendrían más contacto. 

El ensayo al por mayor se realizó en la isla Sanibel, frente a la Florida, donde el flagelo quedó eliminado. Un año después estos moscardones atomizados eran liberados en Curacao,  donde también quedaba erradicado el problema. En la Florida surgió una bioindustria consistente en la producción de estas moscas con impulso sexual pero estériles, que eran  exportadas a fincas en todo el mundo. El consumo de ellas en Estados Unidos llegó a sobrepasar los 80 mil millones.

Los norteamericanos tienen un servicio de mantenimiento contra este insecto, a pesar de que en 1966 dejó de ser una amenaza para sus bovinos. El departamento de agricultura estima que los 100 millones de dólares dedicados en 1950 a este programa fueron inversión recuperada centenares de veces con el ahorro de las crecientes pérdidas de producción agropecuaria que padecía por esta razón. En Venezuela se trató en vano de controlar así  al Chipo, transmisor del mal de Chagas,  pero hubo el inconveniente de que las hembras cohabitaban varias veces y que sus consortes normales son tan ávidos del disfrute amatorio como lo que carecen de la facultad para multiplicar.

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