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octubre 31, 2007

Eran enanos los dinosaurios cuando gigantescos helechos sepultados en pantanos sin oxígeno iniciaron el período Carbonífero

Los helechos nunca supusieron que víctimas de un cataclismo reapareceían después de trescientos millones de años, vestidos de negro, como si guardaran luto por sí mismos en sus sepulturas.


En esta estructura del lignito se a simple vista el corte de su tronco fosilizado. En la hulla se apreciaría sólo con un microscopio. Tales vestigios están borrados del todo en la antracita


El lecho de colosales pantanos se iba cubriendo de excedentes putrefactos de las raíces de musgos que crecían normalmente. En esa masa sin oxígeno y aislada de la atmósfera, habrían de caer y sepultarse bosques enteros de helechos gigantes que hasta entonces, con sus anchos troncos y sus alturas mayores de 25 metros, fueron los emperadores del mundo vegetal. La reciedumbre de sus estructuras era sin embargo, frágil brizna ante los vientos huracanados de 800 kilómetros por hora que los derribarán en diferentes momentos del período geológico que comenzó hace 340 millones de años y terminó hace 280. Estas acumulaciones de árboles muertos tendrían un destino especial.

Un resto vegetal en contacto con el aire, es descompuesto por oleadas de microorganismos, que culminan su obra convirtiéndolo en el polvillo fecundante del humus en los suelos. Nuestros protagonistas de hoy también habrían sufrido este reciclaje, de no haber sido por el medio en que quedaron enterrados, a salvo del ataque de bacterias, hongos y protozoarios que los habrían desintegrado. Por miles de siglos, las maderas de los corpulentos helechos abatidos fueron sometidos a la acción modificante de la química. Los materiales de sus fibras y de su celulosa fueron desmontados muy lentamente y reducidos a compuestos cada vez más simples.
Las macromoléculas se disgregaron en moléculas individuales, como eslabones sueltos de las largas cadenas a que pertenecían, la energía luminosa convertida en energía química almacenada en los helechos, se mantenía intacta concentrándose más a medida que pasaba el tiempo. En una primera fase tales fósiles alcanzaban la consistencia de una piedra porosa con cuatro quintas partes de agua por una sólida. Así nacía la turba, que bajo el peso de las capas geológicas que caían sobre ella, engendraban el lignito. Este, más comprimido todavía y bajo el efecto del calor que le transmitía, aunque desde lejos, la roca hirviente, sería padre de la hulla.

Hasta este punto llegó a la evolución de franjas carboníferas, como la del Zulia, cuyos yacimientos necesitarían otros millones de años, para alcanzar la formación del mejor de todos los carbones, que es a antracita. Recuérdese que durante las diferentes transformaciones de los helechos, el carbono fue renunciando poco a poco a los acompañantes que inicialmente tenía. Los cambios en los porcentajes de los elementos originales nos darán una idea más precisa del fenómeno. Mientras más viejo es este combustible, presenta menos sustancias volátiles y ofrece una llama más caliente. El más reciente, la turba, es de tan mala calidad, que al ser quemado, desprende humo, el cual no es del todo inútil, pues es empleado por los escoceses en la maduración de whisky.

La madera tiene un 50 % de carbono, 43% de oxígeno, 6% de hidrógeno y 1% de nitrógeno; la turba, 59% de carbono, 33% de oxígeno, 6% de hidrógeno y 2% de nitrógeno; el lignito, 69% de carbono, 25% de oxígeno, 5.5% de hidrógeno, y 0.8% de nitrógeno. La antracita, que como ya observé, es el carbón de mayor antigüedad, tiene 95% de carbono, 2.5% de oxígeno, 2.5% de hidrógeno y nada de nitrógeno. A uno le resulta difícil comprender los mecanismos de estos cambios operados por la naturaleza, en una sustancia portadora de un dinámico laboratorio, a pesar de su apariencia inanimada.



El período geológico que les mencioné al principio es denominado así por razones obvias el Carbonífero. En su comienzo existieron los dinosaurios en miniatura, que serían el punto de partida de los de gran tamaño, que son los más conocidos. El lignito y la turba, son relativamente jóvenes, pues datan de un período inferior a los doscientos millones de años. Proceden de árboles como los mencionados y tal vez de las coníferas que surgieran posteriormente. Aunque sobre ellas pudieran revolotear reptiles con alas como las de los murciélagos, no convirtieron con las libélulas de treinta centímetros de largo, porque se habían extinguido en su lugar a las actuales.

octubre 29, 2007

Durante tres cuartos de siglo hubo un mal que jugó al escondite con los neurólogos del mundo: fue el descubierto por Alois Alzheimer

A los 50 años Rita Hayworth empezó a beber compulsivamente: eso era una secuela de los primeros sintomas del mal de Alzhemier


Enfermedad silenciosa era el nombre que se le daba al Mal de Alzheimer en 1987 cuando se le reconoció como causa de la muerte de la cimbreante actriz Rita Hayworth. Hoy de Departamento de Salud de EE.UU tiene un registro de 4 millones de estos pacientes y de 100 mil que fallecieron. Entre nosotros habría 10 mil atacados por el flagelo. Es más insidioso que el cáncer del estómago, pues quienes lo sufren en sus primeras fases se ven saludables, tranquilos y normales. Después se le advertirán signos como falta de memoria, distracción y estados compulsivos. El avance de la alteración es fatal y en un momento dado, el paciente olvida hasta las palabras corrientes, les cuesta reconocer a parientes y amigos y deja de recordar sus nombres. Es entonces y no antes cuando los electroencefalogramas les registran leves alteraciones y los tomógrafos atrofias ligeras en la corteza cerebral.

Pero estas señales son también las de los otros desequilibrios psiquiátricos y neurológicos, por lo cual ese Mal fue objeto de erróneos diagnósticos durante siglos. Estos enfermos sienten hambre, sed, sueño y satisfacen esas necesidades tan bien como los sanos. Caminan sin rumbo fijo, ven, oyen, sienten pero de un modo automático. Carecen de la capacidad perceptiva de quien capta simultáneamente en una flor, por ejemplo, su forma, sus pétalos, sus colores, su cáliz y su aroma. Conservan buenos sus cinco sentidos, pero no pueden ni clasificar, ni procesar sus sensaciones. En el momento más crítico de su proceso, miran sin ver, oyen sin escuchar, olfatean sin diferenciar los olores, saborean sin gustar y sólo el tacto les funciona bien.

Sin embargo, mantienen normales los aparatos de respiración, de digestión y de circulación. Llegan a ser descerebrados virtuales que andan, hablan o levantan pesos. Un síntoma relevante es la pérdida del sentido de la orientación. Este síntoma se acentúa como los demás a una velocidad que depende del tiempo que tarde en concluir el ciclo involutivo. Este puede durar de tres a diez años a partir de las primeras anomalías. Investigaciones actualizadas desmintieron la versión de que era una secuela del envejecimiento, y de que se contraía a partir de los 45 años de edad. Así lo había establecido el investigador que lo describiera por primera vez en 1907. Fue Alois Alzheimer, psiquiatra alemán disidente del psicoanálisis freudiano quien retaba a los partidarios de Freud para que explicaran este síndrome irreversible con la teoría de los traumas de la infancia.

¿Por qué los extrovertidos se volvían silenciosos y indiferentes y por qué oradores de palabra fácil vacilaban y se enredaban en el empeño de construir pequeñas frases?. Alzheimer atribuyó la enfermedad que hoy lleva su nombre a la degeneración senil y presenil. Como ya dijimos, los resultados del aparato que mide los impulsos eléctricos del cerebro y los del otro que hace retratos en tres dimensiones en regiones que no se ven eran similares a los de otras anormalidades neurológicas. Todavía no hay ni una prueba de sangre, ni del líquido céfalo-raquídeo, ni ninguna otra que revele la enfermedad de Alzheimer en los laboratorios bioanalíticos. El problema no reside en los impulsos eléctricos y por eso no lo acusa el electroencefalograma.

El diagnóstico se intenta a través de los signos externos, pero ya en Nueva York se le hace con el auxilio de un complicado aparato llamado Tomografía por Emisión de Positrones. En las autopsias de los difuntos de este Mal se observa una vieja mortalidad de neuronas en una zona llamada hipocampo y en el denominado córtex cerebral. Estos son los centros de la memoria, del conocimiento y del razonamiento. Las neuronas vivas del cerebro presentan en su interior, fibrillas enrolladas en forma de helicoide. Hay abundancia de amiloides, sustancias parecidas al almidón en los riñones y en el bazo del cadáver a los que dan un color blanquecino. Estas características se observan en una escala notablemente menor en cuerpos de ancianos. De estos hallazgos se deduce que si bien la enfermedad de Alzheimer se nota a partir de los 65 años puede ocurrir en enfermedades menores.

Es remota la posibilidad de un tratamiento. Se ha hipotetizado sobre el fármaco, que obrara como la dopamina artificial en los pacientes de Mal de Parkinson quienes no secretan esa sustancia. Pero la acetilcolina que deja de producir el cerebro de un paciente de Alzheimer, es irremplazable. La artificial que se le aplicara experimentalmente fue un rotundo fracaso. Las neuronas no pueden reciclarla como hacen cada segundo con la que ellas elaboran. Por otra parte, no hay hasta ahora ninguna esperanza de frenar la involución de la sustancia gris en estos enfermos . Las neuronas se vuelven cada vez más inmaduras, por lo cual el afectado retrocede paulatinamente a las fases iniciales de la vida hasta adoptar la posición fetal.

octubre 14, 2007

Descartes intuyó los reflejos, pero no su relación con el cerebro; Sechenov, un científico ignorado, fue el precursor de estas sendas

Los médicos de Egipto y del Cuzco trepanaban el cráneo de los perturbados mentales, con el objeto de que por la abertura, se escaparan los espíritus malos que allí se hallaban. A pesar de superstición en que se descansaba esta práctica, da idea de que en las culturas primigenias los curanderos intuían que en el cerebro estaban las bases del comportamiento humano. Hipócrates y sus discípulos estaban convencidos de que en éste residían los pensamientos y los dones de la percepción. Así lo creían, porque en la asistencia a sus enfermos habían visto que sólo dejaban de ver, de oír, de recordar y de pensar, aunque fuera temporalmente los que habían recibido en la cabeza fuertes heridas y severas contusiones.


Se sabe poco que Ivan Pavlov, Premio Nobel de Psicoliogía en 1904, se doctoró de médico en una academia militar de San Petesburgo después de cumplir 30 años.

Hasta el mismo Galeno compartió esta apreciación, venida a menos con la arbitraria prevalencia de la escolástica, durante la Edad Media. En este período se ubicaban en los dominios de un espíritu sin conexión con el cuerpo, las ideas, los pensamientos y capacidades como las de amar y razonar. Descartes, quien había compartido sin decirlo, la teoría de Copérnico, tuvo aciertos en el análisis de este campo del conocimiento. Consideraba que el funcionamiento de los sentidos y los actos involuntarios de los animales y las personas eran reacciones automáticas frente a los estímulos del medio externo. Era necesario que una imagen ante nuestros ojos o que un sonido llegara a nuestros oídos, para que los pudiéramos ver y escuchar.

Pero el filósofo francés se quedó ahí. Más tarde, Diderot, el materialista de la Enciclopedia , sostendría falsamente, no obstante sus aciertos, que el cerebro segregaba los pensamientos, como el hígado, la bilis. En 1829, nacería un hombre que abriría las trochas por donde tomarían un rumbo seguro Iván Pavlov. Se trataba de I. Sechenov, quien diría que las elaciones con el mundo circundante, los actos voluntarios o involuntarios, las ideas, las percepciones y las sensaciones eran reflejos que se operaban por la acción de un estímulo inicial, un estímulo intermedio y una respuesta. Esto podría ejemplarizarse en la mano, que al sentir la proximidad del fuego se retira tan rápidamente como sea posible.

Las terminaciones nerviosa en la piel captan de ella temperatura (estímulo inicial); el mensaje enviado por ellas es procesado, relampagueantemente en la respectiva zona del cerebro (estímulo intermedio); el cerebro ordena a los músculos el retiro de la mano y es obedecido (respuesta). Sechenov habló de las sensaciones oscuras señalando que los ojos hacían el oficio de compás y regla, al moverse inadvertidamente, mientras examinaban los contornos de un objeto para saber como era con exactitud. Tuvo la suerte conocer a Pavlov y observa, como este hombre, desertor de un seminario pero no de su fe en Dios hacía sus experiencias científicas sobre la norma, de que con tal fin sólo eran útiles lo objetivo y lo mensurable.

Cuando uno tiene apetito y ve la comida, la boca se llena de saliva espontáneamente, este es un reflejo no condicionado. Pero cuando la aparición de la comida es asociada a unas campanadas, llega un momento en que nos basta oírlas para que la boca se nos haga agua. Este en un reflejo condicionado y su descubrimiento fue un aporte trascendente para el desarrollo de la psicología, palabra que por cierto, ni figuraba en el vocabulario del notable ruso. Su obra fue difundida en Estados Unidos por Watson, quien estimaba a los animales y a las personas como máquinas impulsadas por nervios que funcionaban igual que resortes antes ciertos estímulos.

Incluso los modernos behavioristas norteamericanos han pretendido afianzar sus orientaciones en los principios del reflejo condicionado. Todas las escuelas con pocas excepciones, han convenido en que aprendemos y nos conducimos por el impacto de los reflejos condicionados. Y no sólo por la acción de los inmediatos sino también por la de los que hubo en el pasado de nuestras vidas, desde el momento mismo en que llegamos al mundo. Se sabe además que hay necesidad de renovarlos, para mantener intacto el patrimonio intelectual de cada ser y acrecentarlo. Es posible, inclusive, desaprender. Eso se hace asociando el desencadenante de un reflejo útil con alguna percepción negativa. Por ejemplo, mostrándole al perro en el momento de sonar el timbre, al gato más antipático de su barrio.

octubre 10, 2007

Los búhos no hipnotizan:su mirada fija se debe a que no pueden mover los ojos, que , sin embargo, lo ven todo en la oscuridad.

La versión de que los buhos localizan a sus piezas con los ojos no es del todo cierta, pues a pesar de que ven lo que para nosotros es invisible, usan con ese fin el oído que también posee una extraordinaria agudeza.

El cráneo del buho es relativamente consistente, pero es tan delgado como un papel. En las grandes cuencas que ocupan sus ojos abundan las células cilíndricas y el púrpura visual, que transforma el más diminuto vislumbre en un pequeño resplandor.


Hace sesenta millones de años las aves aprovechaban las ventajas de su sangre caliente y de sus alas voladoras, para instalarse en parajes con recursos y sin demasiados competidores. De este modo le ganaban junto con los mamíferos, la partida de la sobrevivencia, a los reptiles que hasta noventa millones de años antes fueran los reyes del planeta. Las aves estaban ahora en plan de diversificarse, según las nuevas aptitudes que iban a desarrollar, para explotar distintos ámbitos ecológicos. En éste período que ya cité surgen los pelícanos, las gallinas, las garzas, las aves de presa y entre estas los búhos, compañeros leales de la noche, que les brinda el marco apropiado para su subsistencia.


Quizá sus antepasados intentaran la vida a la luz del día pero fracasaran ante el predominio de águilas y halcones, tuvieron que acogerse a la alternativa de las sombras. Incompetentes para fabricar sus nidos con la pericia y la paciencia de los pajarillos, optaron por residenciarse en las oquedades de las rocas y en los huecos de los árboles, a donde jamás llega ningún rayo luminoso. Consideraron superfluo, por lo tanto el camuflaje de sus huevos, que son completamente blancos, al igual que los del pájaro carpintero y de otros animales, que improvisan sus domicilios en lugares a salvo de la mirada de intrusos.


Los colores pardo-amarillo en su dorso y blanco-grisáceo por debajo, tienen la finalidad de mimetizarse en las ramas de los árboles en que se posan cuando dejan sus dormitorios, para coger un poco de sol que les permita elaborar la vitamina D. Cuando hacen esto respiran de un modo tal que nadie podría advertir el inflar y desinflar de los pechos. Esa quietud de quien se hunde en graves reflexiones hizo que los griegos lo estimaran como el emblema de la sabiduría, colocándolo a la diestra de Palas, la diosa pagana de esta virtud. No creo que si se enteraran le dieran importancia a este honor, pues la ley biológica que obedecen les manda a comer toda la carne que puedan y la cumplen con la mayor obediencia.


En una sola noche un búho puede sacrificar a doce ratones y cuatro ratas grandes, de lo cual se infiere la utilidad que representan los depredadores de los sembrados agrícolas y de las huertas. Algunos aplican el principio de que de mosquito para arriba todo es cacería, pues a falta de la fibrosa carne de los mamíferos, se conforman con el consomé de proteínas excelentes de que están hechos los insectos. Su diseño responde en todo sentido, como pasa siempre con todas las criaturas de la naturaleza, a las necesidades de adaptarse plenamente al hábitat que le seleccionarán sus genes.


Así las plumas poseen en ciertos lugares finísimos hilillos con que amortiguan el ruido de las alas al deslizarse por el aire. Es cierto que en la oscuridad dejan a veces un rastro luminiscente. Esto puede pasar cuando su cuerpo ha sido cubierto por millones de hongos fosforescentes que viven en los sitios abandonados en que ellos anidan. Los de Centroamérica y América del sur son búhos de 20 centímetros de longitud. Pero en Europa, el Asia y el norte de Africa mora el búho real con 70 centímetros de longitud y una envergadura de más de metro y medio. Este puede cazar también conejos y gatos a los cuales les abre el estómago con un corte rápido de sus garras centrales para devorar sus vísceras de un solo golpe.


Esta conducta nos parece dramática, pero si nos fijamos bien, lo que nos diferencia de ellos es que nosotros contamos con matarifes que se encargan metódicamente de adelantarnos al beneficio de los animales que nos vamos a comer. La mirada inmóvil y penetrante de los búhos se debe a que no pueden mover los ojos, aunque estos podrían divisar cualquier animal u objeto con la débil luz que les llegara de un faro de cien kilowatios a ochocientos metros de distancia. No giran totalmente la cabeza. Describen, eso si, tres cuartos de círculo para mirar de lado, pues su visión es binocular como la humana. La necesitan para captar en tres dimensiones las imágenes de las presas que van a cobrar. Las descubren con su finísimo oído, que ubica con precisión matemática el lugar de procedencia de cualquier murmullo.

octubre 05, 2007

El gato cae tranquilamente de alturas desde las cuales se despedazaría otro animal: por eso dicen que tiene siete vidas.

Se dice que los gatos les desagrada el baño. Sin embargo, ellos mismos se hacen la toillete., cuando se lamen la pelambre, para limpiarla y alisarla. Además si es necesario pueden nadar.



Los gatos suelen sentirse más dueños de las casas donde viven que el propietario que la compró. Ciertamente, se dan mucha importancia pero esa conducta es aprendida, pues la adoptan en la medida del mimo que le dan sus amos. Si los tratan mal se buscan un escondite desde el cual vigilan a todo el mundo sin dejarse ver, aunque prestos a manifestar su mal humor con arañazos, frente al que los incomode. En estas condiciones hacen gala de una extraña dignidad: se convierten ladrones porque prefieren robar la comida a mendingarla. Ahora bien, cuando se sienten más señores que su señor no aceptan competidores de ningún tipo y gruñen para advertir su desagrado porque le han invadido su territorio.

El gato consentido por una pareja matrimonial se indignará cuando observe que hay un niño recién nacido al que le están dando una mejor atención. De inmediato pasará a los hechos, orinándose en distintas partes de la vivienda como quien fija linderos de su propiedad. Durante dos veces al año se les despierta el ardor sexual, que suelen canalizar a la luz de la luna sobre los techos y a salvo de miradas indiscretas. La hembra del gato es una verdadera heroína del amor y la procreación. El acto sexual de ellas es doloroso, porque el órgano sexual de su acompañante posee una papilas queratinosas, que con la erección se transforman en duras espinas que se entierran en la vagina de la desdichada cónyuge.

A las ochos semanas nacerán de cuatro a seis cachorrillos que abrirán los ojos a los nueve días y empezarán a conquistar la simpatía de quien los vea con los graciosos y delicados movimientos de sus juegos. La madre tendrá que enseñarlos a cazar. Si bien heredan el hábito de agazaparse para saltar sobre la presa en el instante preciso, pueden fallar en el zarpazo si desconocen el esquema locomotor de los ratones. Practicarán este arte de vez en cuando aunque le sobre el alimento, en obediencia al mandato de sus genes. Es probable que éstos hayan incluido en su código ese comportamiento de dejarse querer y acariciar, que tan buenos resultados les ha ofrecido.

El místico Mahoma, el mañoso Richelieu y el poeta Teófilo Gautier, mostraban una marcada diferencia por estos animales. El gato es un probable bisnieto de un felino africano. Los múltiples cruces que concertó durante siglos, dieron lugar a las variadas razas que integran su género, en el cual están los gatos siameses, los gatos persas, los gatos de angora y los gatos de un hermoso pelaje azul que se encuentran en los castillos de los aristócratas ingleses. Todos los que conocemos en América descienden de los que fueran traídos del Viejo Mundo por los colonizadores. El único exponente americano de ese linaje es el gato desnudo de México, que al parecer se está extinguiendo.

Los antiguos egipcios honraron de mil modos al gato, por los servicios que les prestaba eliminando a los roedores dañinos para las siembras agrícolas . Le confirieron un rango de divinidad y llegaron al extremo de sepultarlos embalsamados. Por esa razón se han conseguido en las tumbas faraónicas momias de estos pequeños felinos.

Sus ojos pueden captar la luz más opaca incluso la que no apreciarían los nuestros. Esta facultad y la de utilizar sus bigotes como antenas para detectarlo todo, han dado lugar a la versión de que pueden ver en la oscuridad con sus pupilas dotadas de la rara característica de contraerse verticalmente.

Aunque no es verdad tiene sentido el comentario sobre sus siete vidas. Ellos pueden caerse de cualquier modo y de alturas relativamente considerables, sin que les pase nada. Eso se explica por la elasticidad extraordinaria de sus resistentes músculos y porque poseen en sus oídos un sentido de orientación que emplean cuando están a vacío. Lance usted su gato al aire de cualquier modo y él siempre aterrizará sobre sus cuatro patas. La primero que hace es poner la cabeza en posición vertical aunque tenga el cuerpo torcido. Luego y con una rapidez característica lo enderezará. Amortiguará el golpe como lo haría un saltarín que tuviera bajo sus pies dos flexibles y poderosos resortes.

octubre 01, 2007

Los caballitos del diablo no se dejan cabalgar con nadie y en vez de galopar patinan cuando acuatizan en los pozos

Concluida su vida de ninfa, un caballito del diablo abandadona la pulpa que lo envolvía, listo para emprender su primer vuelo apanas se sequen sus alas.



Las cuatro alas del caballito giran como las arpas del rotor de un helicóptero . Esta característica es común a todos los insectos aliados.

En mi pueblo no había más agua que la transportada en tinajas colocadas en sus cabezas, por las mujeres de la comunidad. La tomaban de un gran pozo que se llenaba con las lluvias y con el líquido que le llegada por un arroyo, cuando no era interceptado en la cabeceras por los poderosos señores de una hacienda. En las orillas de ese pozo, y bajo las ramas de los samanes que lo circundaban, recibí yo, sin saberlo desde luego, mis mejores lecciones preliminares de historia natural. De esa época data mi amistad con esos simpáticos y saltarines insectos que son los caballitos del diablo. Nunca hubiera creído en la verdad de que son parientes de las libélulas.

Estas, me siguen pereciendo feas y feroces y nunca he llegado a entender la causa de que los poetas las hayan cantado en sus versos. Gústeme o no, los caballitos del diablo y las libélulas son ilustres miembros del orden de los odonatos. Estos insectos están entre los más grandes de su mundo, habiendo incluso una especie que alcanza los treinta centímetros de longitud. El espesor de sus cuerpos no pasa sin embargo de os nueve milímetros, lo cual tiene una explicación: las moléculas de aire no pueden ir más lejos dentro de los tubos microscópicos, mediante los cuales respiran todas estas criaturas, para las que unas fosas nasales en sus reducidas dimensiones, resultarían un lujo imposible.

Yo recuerdo las hermosas alas verdes y azules de los caballitos del diablo, y ahora, los libros de entomología me informan que esos matices tienen una función muy concreta en la vida de esos animalejos. El verde lo usan las hembras y el azul sus enamorados. Son, como se ve, cédulas de identidad sexual a los fines de facilitar el acoplamiento y la reproducción. Ustedes me dirán que eso no puede ser, porque los insectos no distinguen los colores. Es cierto, que todo lo ven en blanco y negro, pero en cambio poseen sistemas muy finos de radar para diferenciar las radiaciones de luz del azul de las del verde, que son menos intensas.

Los caballitos del diablo tienen un aparato masticador de primera. Lo necesitan para triturar el tegumento o cáscara quitinosa que cubre los músculos y las vísceras de sus presas, que son también insectos de menor tamaño. Ellos se comen a otros, pero a veces, cuando hacen vuelos rasantes sobre la superficie del agua, pueden caer atrapados con la rápida y estirada lengua metractil de un sapo que flotaba haciéndose el dormido. Los caballitos del diablo, al igual que las 800.000 especies de insectos identificadas hasta hoy están diseñados a la manera de Frankestein: son una suma de segmentos soldados entre sí. La cabeza consta de tres; el tórax, de seis; el abdomen, de doce.

Por cierto, que el caballito del diablo, está entre los seres vivos con la facultad de inhalar oxígeno con el recto. Al igual que sus hermanos de millares de especies, los expresados amigos siguen dependiendo del agua a los efectos de su multiplicción. Las hembras tienen un extraño modo de desovar. Acuatizan deslizándose sobre la superficie con la elegancia de una patinadora sobre hielo. Al detenerse, introduce la parte trasera del abdomen dentro del líquido a fin de asegurarse de que sus huevos secos queden humedecidos. Dentro de ellos se iniciará un proceso que culminará al quinto día con la aparición de la larva.

Esta se transformará en ninfa y de ésta saldrá el insecto ya completo ansioso de aire atmosférico, pues ha reemplazado las branquias por pulmones, y está urgido de secar sus transparentes y venenosos dos pares de alas, para emprender sus primeras correrías de caza. Con este fin detectará a la piezas que le interesan por el olor característico que despiden para lo cual empleará su órgano olfatorio presente en las antenas. Como dijimos al principio, son primos de las libélulas aunque carecen de la voracidad de éstas. Son más bien sobrios, y las aventajan en que sus alas son plegables y en que su diseño de una apariencia llena de simetría y de distinción.

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