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septiembre 30, 2004

Tomás Morgan demostró que en el interior de los cromosomas están los genes que modelarán los caracteres de cada ser viviente

La Ciencia Amena. Arístides bastidas
Un día tal como hoy, 30 de Septiembre 1981



Tomás Morgan evidenció , antes de morir en 1945, que el cambio de la acidez en un medio podía aumentar o bajar su fertilidad.

Un océano de interrogantes surgió después que Mendel estremeciera los cimientos de la biología, al descubrir los principios por los cuales, los padres trasmiten sus características a sus descendientes. El monje había hecho sus experimentos con semillas de guisantes y sus seguidores habían extendido sus resultados a los dominios del reino animal. Se fundaban en la idea correcta de que no podían haber leyes de la herencia para los vegetales y otras para animales, puesto que unos y otros se identificaban por el hecho de estar igualmente vivos. Sin embargo, debían hacerse las respectivas pruebas en el campo de la zoología, para confirmar tal hipótesis y ampliar su significado.

Tomás Morgan que había nacido en Kentucky, Estados Unidos, en 1986, era un apasionado de la zoología y de la investigación, a principios del actual siglo. No sólo veía la dificultad de explorar estos fenómenos en los cuadrúpedos, sino también la representada por su alto número de cromosomas. Estos eran conocidos porque se les divisaba en cada célula recién nacida o en las que aparecían durante el crecimiento de un embrión. Pensó con acierto que estas barreras se podrían sortear usando en los experimentos animales rápida proliferación, de alimentación barata de fácil control por el reducido espacio que ocuparan en un laboratorio. Estas condiciones ideales las encontró en un insecto: la drosophila, llamada también mosca del cambur o del vinagre.

Morgan estaba entre los darwinistas que admitían las normas de la evolución y de la selección natural. Los protozoarios habían engendrados a los moluscos, éstos a los peces, éstos a los reptiles, éstos a los mamíferos, los mamíferos a los primates y los primates al hombre. Tales cambios se registraron sólo a lo largo de numerosas generaciones. El propósito de Morgan era el de examinar si podría lograr mutaciones a lo largos de numerosas generaciones de moscas. , las cuales como se sabe dan muchas en un año. Morgan tardaría dieciocho años en hacer las experiencias con que se ganara el Premio Nóbel en 1931.

A través de múltiples ensayos obtuvo con alegría al fin, una mosca macho con ojos blancos. Eso era como conseguir a un rubio de ojos azules entre los descendientes de una familia de negros puros en Kananga. Ya sabemos que las expresadas moscas tienen siempre los ojos rojos. Morgan puso al macho de ojos blancos a cruzarse con una hembra de ojos rojos. Con infinita paciencia fue coleccionando los óvulos fecundados durante esta unión hasta que logró mil doscientos cuarenta moscas híbridas por dentro pero no por fuera, porque todas tenían los ojos rojos. Efectuó un nuevo cruzamientos entre estos machos y estas hembras y a la tercera generación obtuvo una respuesta que lo llevó de jubilo y de perplejidad.

La mitad de las moscas eran hembras con los ojos rojos; la cuarta parte eran machos con los ojos rojos; y el otro 25 % era igualmente machos pero con los ojos blancos ¿Por qué sólo los de sexo masculino habían heredado la expresada peculiaridad?. Morgan aclaró que los cuatro pares de cromosomas de una mosca hembra eran semejantes, pero el último de esos cuatros pares presentaba una diferencia en sus –dos componentes. El cromosoma desigual tenía aspecto alargado de Y en comparación con la X a que se parecían a los restantes. Se dedujo que si los caracteres sexuales estaban dentro de un cromosoma, los demás podían hallarse en otros siete.

Era el año 1911. Los científicos convinieron en que dentro de los cromosomas se hospedaban los genes, encargados de modelarlas partes y los rangos de cada nuevo ser. El microorganismo fue aceptado en todas las escuelas, menos en la de la Unión Soviética, en que Lysenco, con el apoyo de Stalin, había impuesto la teoría de que las cualidades fisonómicas de una persona, por ejemplo, no eran innatas y se podían obtener de un modo independiente e incluso, por efecto del medio externo. La genética término que agradecemos al inglés William Bateson. Ha demostrado incontestablemente que son los ácidos nucleicos los que determinan la herencia en cualquier ser vivo, aunque la misma puede ser alterada por factores ambientales como el de la desnutrición en el caso de un niño.





Parece que el hombre atómico para abastecerse de energía tendrá que tomar al combustible del hombre Neanderthal.

La Ciencia Amena. Aristides Bastidas.
Un día tal como hoy, 30 e Septiembre de 1982


Luce increíble, pero todas las formas de energía, inclusive la hidráulica, proceden del Sol. ( Rep. García)



Una vez que el hombre descubrió el fuego y lo puso a su servicio para calentarse cuando hace frío, o para el asado de la cena, ya no quiso separarse más de él. Utilizó la leña para conservarlo, a sabiendas que ella lo albergaba.

Se había dado cuenta de que así era, durante los incendios forestales que había causado por los rayos de las tormentas. Luego, lo usó en los metales y en todos los quehaceres de la vida civilizada o primitiva. Que requiriesen energía. Hasta el siglo XV, el hombre no tuvo otro combustible que el carbón vegetal heredado por el antiguo habitante de las cavernas. Éste no podía saber que el carbono estaba también los frutos y en la carne que comía, sirviendo de vehículo a la energía de sus músculos y sus mentes.


El reino de las plantas. Madre de todos los alimentos, fue también durantes unos 2500 siglos, la fuente del único combustible. El petróleo, el gas natural y el carbón de piedra, dormían apaciblemente en el subsuelo, una siesta de millones de años. Durantes ese período, los microorganismo del petróleo y del gas y los grandes bosques de helechos, en el caso del carbón, escaparon de la atomización que sufren los cuerpos orgánicos en los estratos geológico en contacto con la atmósfera que los iban cubriendo, impedían que el oxigeno los quemara, despojándose mas bien del que llevaba naturalmente, al igual que de gran parte del hidrógeno que también los integraba. Al mismo tiempo, la química espontánea elaboraba compuestos más sencillos a partir de los había en aquellos organismos, que aunque muerto conservaban energía química que acumulaban durante sus vida. El carbono se fue quedando sólo y el peso original de aquella masa se alivianó a expensas de los referidos gases, incluyendo el nitrógeno presente en las proteínas de procedencia animal. El hombre aprendió a fabricare carbón sometiendo al leña a temperaturas de 400 º. Así pues, as cocinas de los cultos helenos o de los elegantes patricios romanos, tenían una candela que no se diferenciaba mucho de los fogones de los trucutú ni de los que todavía hay en nuestro medio rural. Con carbón vegetal se hizo la forja de todas las espadas de emperadores y guerreros hasta hace cuatro siglos.

A comienzo del siglo XV, los ingleses sufrían las consecuencias de maltratar a l a naturaleza. La avidez por la leña había acabado con bosques enteros, que no podía repoblarse de inmediato, porque las aguas primaverales habían arrastrado la capa fecundante de los suelos, dejándoles desnudo e impermeable. Inglaterra tuvo que valerse de su flota naval mercante, para importar leña del continente. Se producto cuya escasez que se agudizara en 1540 había cuadruplicado precios en 1580. La firmeza de la impecable Isabel I, que no pestañaba para cortar cabezas, no bastó para detener afines de su reinado, la tala clandestina de árboles y de aún de arbustos jóvenes en su dominio.
 

Un fabricante doméstico de carbón vegetal, que fue la principal fuente de las cocinas en Caracas hasta los años cuarenta. (Rep. García)


El carbón de piedra ya se conocía, pero no se empleaba al por mayor, debido a que costaba muy caro extraerlos de sus minas. Desde el siglo XI había sido usado por herreros que los obtenían de depósitos superficiales, cercanos a sus pobladores. La referida crisis energética, que habría sido la primera en su nación hizo rentable la utilización de ese combustible fósil. Muy pronto, los metalúrgicos sen dieron cuenta de que además del mayor de sus llamas, era mas eficiente en la combinaciones con el hierro para hacer el acero. Su generalización en los hogares durante el invierno, trajo el inconveniente de las nubes del polvillo negro que invadían todas las ciudades, a partir de las chimeneas.

En el sur de Gales y en New Castle fueron perforados túneles para sacar carbón de piedra cuya producción, en 1680, a pesar e que faltaba un siglo para el inicio de la revolución industrial, llegaba al millón de toneladas contrastablemente, a comienzo del siglo XIX, los vagones que transportaban el carbón, eran arrastrados por animales de tiro. La aparición del petróleo desplazó un tanto al carbón, el cual hoy, frente al alza de los preciso, tienden a recuperar su antiguo puesto de honor. Ya se prevé también el retorno a la leña, que es como decir a los días del hombre Neardenthal como un medio de afrontar la inevitable desaparición de los actuales combustibles. Cuesta trabajo cree que su energía, la de la leña y la de los alimentos sea emanada de loas explosiones termonucleares del sol, ese inolvidable padre de todo lo viviente.








La célula es algo más complejo que la olla en que hierven un sancocho: ella es laboratorio y fábrica de un producto único: la vida.

La Ciencia Anena. Arístides Bastidas.
Un día tal como hoy, Septiembre de 1983



Aunque las células se diferencian según sean animales o vegetales, o según los órganos a que pertenezcan, tienen en común características invariables (Rep. Garrido)

El microscopio electrónico, con su capacidad para proporcionar aumentos hasta 5 millones de veces, desvaneció la noción que el trabajo de la célula se hacia con el reposo de una hoya de agua que se calienta sin llegar a hervir. Así se creía, por que la gota de gelatina que es el citoplasma ejecuta su actividad fabril a la moderada temperatura de 37º C. ahora sabemos que ese calor le basta a la célula para las transformaciones de materia inerte en materia viva, que nunca serían posibles en el más poderoso de los hornos. Y no solo por eso, pues con tan limitado suministro de energía el caldo celular se mantiene en una desbocada agitación que la ciencia no ha llegado a comprender muy bien.

Sin embargo, el que hacer de la minúscula factoría tiene un comando que lo dirige todo y un equipo de infatigables ingenieros que hacen a la perfección las piezas intercambiables que se les encarga. Hay, pues, una absoluta armonía en el caos que creemos ver dentro de las células cuando las miramos a través de los modernos aparatos ópticos. Gracias ha ellos sabemos hoy que a pesar de que en nuestro organismo hay un promedio setenta billones de células, cada una de ellas es un cuerpo dotado de diversos órganos, mil veces más complejos que las vísceras que nos acompañan.

 

EL nucleo tiene poros en su cubierta, por las cuales se transmiten al citoplasma las órdenes de lo que va a hacer y las instrucciones precisas para que no se equivoque. (Rep. Garrido)
 
Las bacterias son células de apenas de tres diezmilésimas de milímetro, pero hay una que es la más grande de todas, representadas por los huevos de la avestruz que pueden tener hasta 15 cms de longitud. Si nos fuera dable examinar una de estas células gigantes con e microscopio electrónico, la veríamos como un pequeño balón en su centro. Es el núcleo, y allí están el supremo jefe y su ayudante, el ADN y el RNA, encargados de los diseños que irán a producir en los departamentos jamás inactivos del protoplasma. Desde esta gerencia principal es coordinado el trabajo necesario, tanto para usar el combustible que usaran las maquinas, como para que estas den el máximo de su rendimiento.

Entre sus departamentos u órganos están las mitocondrias, dentro de las cuales se quema la glucosa, que así cede su energía. Las mitocondrias tienen una forma de longanizas que se retuercen y se parten en trocitos que luego se vuelven a juntar. Los especialistas no se explican el fenómeno y los empíricos lo apreciamos como una innecesaria intención exhibicionista. En las vecindades del núcleo hay gránulos que se suponen, sin mucha certeza se relacionan con las secreciones de la célula. Son los llamados complejos de Golgi, que llevan el nombre de quien los descubriera en 1828. En ciertas zonas del citoplasma se observan globitos apiñados con el aspecto de racimos de uvas. Se trata de los ribosomas.

Los aminoácidos muertos de la alimentación entran por un lado de estos globitos y salen por el otro vueltos a la vida, como parte de las proteínas que usarán en el crecimiento o para renovar os tejidos. Cada segundo, el metabolismo declara inútiles a 50 millones de células, que elimina, reemplazándolo de inmediato por un número igual de ellas, formadas por las susodichas proteínas. Los investigadores se desesperan por explorar una selva de filamentos que allí se encuentran denominados retículo endoplasmático o ergatosplasma.

Dentro del mismo se han localizados los túneles infinitesimales del mundo. Se cree que a través de ellos se acarean las materias primas que utilizarán, las reservas de energía bruta contenidas en burbujitas de grasa y en moléculas de azúcar y las sustancias toxicas que deben arrojarse en el torrente sanguíneo. En resumen, hace siglo y medio había evidencias de que las células eran un órgano perpetuamente animado. Hoy, a los 300 años de que la descubriera el ingles Robert Hooke, que la concibió como un frasco lleno de una sustancia transparente y viscosa, se nos ofrece como un mini océano lleno de insólitas manifestaciones vivientes y burlonas ante el fracaso de los empeños del ingenio humano pr atraparlas.

Los huevos de una lombriz adulta llegan a ser tan numerosos que pueden alcanzar un peso 1.700 veces mayor que el de ellas.

La Ciencia Amena. Arístides Bastidas.
Un día tal como hoy, Septiembre de 1984 


 

Las largas son hembras y las cortas son machos. No es que prefieran a los niños, sino que éstos, durante su contacto con el suelo son invadidos por las microscópicas larvars. (Rep. M. Grillo)

Nunca olvidaré la grotesca impresión que sufriera en mi infancia, la vez que vi en la escuelita rural a otro chiquillo semiasfixiado mientras el cilindro blando , pálido y mívil se asomaba por uno de sus orificios nasales. Yo conocía a las lombrices que expulsamos por la vía instestinal después de la dosis de pazote que ingeríamos a la fuerza. El pazote era una hierba rastrera que crecía espontáneamente en los enmontados patios de las casitas campesinas. La misma despedía un inquietante aroma que anunciaba su endiablado sabor. Nosotros nos espantábamos cada vez que debíamos ingerirla bajo la severa mirada de nuestros padres. Pero las plantitas eran fulminantes para las lombrices como veremos luego.

Los pobres se mareaban con las sustancias de este purgante, perdían el instinto de conservación y se desprendían de sus asideros principales en el intestino delgado. Esta forzada emigración en las heces era determinada también por el aceite e tártago, al que aunque peque de ingrato porque era vermífugo de primera, no quisiera ni recordar. Ahora sé que las lombrices han atacado a los niños de todas las generaciones y de todos los climas , desde muchos antes de los períodos faraónicos. El tratamiento moderno es a base de compuestos que ni siquiera laxan pero desintegran de tal manera a los parásitos que sus restos pulverizados salen en las heces sin que les pueda advertir.

Las lombrices están entre los nematelmintos, que se abrigan con capas quitinosas aunque visibles, inmunes a la acción de los jugos digestivos. Los machos son pequeños al lado de las hembras, que alcanzan hasta treinta y cinco centímetros de longitud y el grosr de un lápiz. No tienen hábitos vampirescos como sus primos de la anquilostomiasis, pero en sus hospedajes del instestino delgado, son las primeras en ingerir los platos de un banquete para el que se han autoconvidado. Si la mesa es pobre, y eses es el caos de los desnutridos, se apoderan de la totalidad del alimento que éste ingiere, sin importarles los cuadros deanmia peligrosa que desatan en sus obligados anfitriones.


 


La concha del huevo de gallina sería tan gruesa como un plato de loza, si tuviera el espesor de la que tiene el microscópico huevo de los ascaris

La causa de que haya pacientes con el excepcional número de hasta cuatro o cinco mil parásitos no es la de que sean capaces de reproducirse en el interior del organismo. Los huevos tiene inevitablemente que ir al exterior en busca de un medio húmedo, para autoencubarse y genera el embrión en larvas invisibles. No se dan prisa y se revisten de la mayor paciencia con tal fin, pues deben aguardar en un ambiente seco, hasta dos años, con su vida latente protegida por duras y gruesas cáscaras. Las larvas pueden quedarse dentro de llas mientras en el viento, en el agua o en las patas de un animal, un transporte gratuito a los lugares con gente.

Las larvas tienen un privilegio específico de la mayoría de los miembros de los nemaltemintos. Deshidrata del todo, resucitan virtualmente al conseguir el agua. Pueden penetrar la piel desnuda, y los embriones, pueden entrar por la boca y dejarse arrastrar hasta el instestino delgado donde se detiene nadie sabe cómo. Allí las larvas abandonan las cáscaras y ascienden por la corriente circulatoria hasta los pulmones donde, en concentraciones altas, pueden desatar cuadros de peligrosa neumonía. Lo habitual es que salgan por los bronquios hasta la tráquea y la laringe, para salir por la glotos y descender por el esófago y el estómago hacia el instestino otra vez. Se desconoce el objeto de esta caprichosa tounée.

Allí se instalan a disfrutar gratuitamente de todos los servicios y de las oportunidades para iniciar el intercambio reproductivo. La fertilidad de las hembras es de las más pasmosas en todo el reino anima. Pueden depositar durante nueve meses doscientos mil huevos por día, o sea un total de sesenta y cinco millones, con un peso de 1.700 veces mayor que el de la ponedora. En las filipinas hay un género de lombrices inteligentes, porque se conducen como si estuvieran firmando un tratado de reciprocidad y de mutua tolerancia con sus víctimas. Allá hay padres que se alarman si sus hijos no las tienen, porqueconsideran supersticiosamente que ayudan al buen crecimiento. Las de aquí son tan agresivas que ya adultas hacen recorridos en nuestro cuerpo como quien se pasea por una plaza, hasta extraviarse y slirse por la nariz, como dijeramos al principio.

Aunque nunca llegan a ver a todas las células del cuerpo los linfocitos las reconocen con una clave que les da el timo

La ciencia Amena. Arístides Bastidas
Un día tal como hoy. Septiembre de 1984
 


En esta foto el timo de goma sobre el pecho del niño nos da una idea del aspecto y el tamaño del que tienen delante de la tráquea y detrás del estrenón. 


A mediado del siglo XVI Andrés Vesallo, el fundador de la anatomía, consultaba a sus colegas sobre le papel desempeñado, en el cuerpo humano, por un órgano con dos lóbulos, tan desconocido que ni siquiera tenía un nombre. Le intrigaba además que nunca lo había encontrado, con tanto volumen , en los cadáveres de adultos. Es ahora cuando por fin la ciencia ha encontrado respuestas a las interrogantes que al respecto, se hicieran Vesallo y sus sucesores junto con fisiológicos, en los siglos subsiguientes. El órgano a que Vesallo se refería era la glándula timo, ubicada delante de la tráquea, debajo de la tiroides y detrás de la horquetilla del esternón en el pecho.

Durante muchas décadas se le atribuyó la responsabilidad de dirigir el crecimiento, aunque se empequeñecía con el paso de los años, pero en los recién nacidos conservaba su tamaño tan grande como una de sus manitas cerradas. Este proceso era contrario al de las restantes dependencias del organismo que mantienen dimensiones casi intactas a perpetuidad. Los microscopios electrónicos le permitieron a los investigadores mirar con amplitud a las células del timo. Así advirtieron que en el mismo había millones de corpúsculos que al madurar, abandonaban esta residencia para navegar a la deriva, en el plasma de la sangre, que los arrastraba a un nuevo hospedaje.

Se les denominó células tímicas, y se supo que tenían un puerto de llegada en ciertos sitios del tejido conjuntivo y en especial en las mucosas, donde al acumularse en nutridas concentraciones, constituían los llamados nódulos linfáticos. Ha sido ahora imposible precisar el mecanismo por el cual desembarcan no en cualquier parte, sino en lugares elegidos por un anónimo organizador. En estos nódulos se estacionan, tomando al aspecto de células primitivas, las cuales se convertirían en linfocitos T, cuando se les requiera para contrarrestar a los gérmenes  de una infección. Su tarea será la de reseñar de frente y de perfil a los intrusos. Con estas referencias elaborarán los anticuerpos de la defensa.
Se deduce que el rol de el timo es en el desarrollo del sistema inmunológico o de protección contra los microorganismo malignos. Sus momentos de mayor trabajo están en las fases culminantes del feto y en las primeras del recién nacido. Su ocupación es enormemente compleja pues diseña los genes de reconocimiento, es decir, los que en el núcleo gigante tan propio de los linfocitos hacen que éstos distingan a sus hermanas, las células del cuerpo, de las que deben combatir a muerte para preservarnos la salud. En esta propiedad se han fijado las esperanzas de crear un procedimiento para impedir el rechazo de los órganos trasplantados.

Si a dos bebés se les inyectaran muestras recíprocas de sus tejidos antes de que el timo terminara su codificación, sus vísceras se volverían tan afines como las de los gemelos procedentes del mismo óvulo. Por lo tanto entre ellos. los transplantes, estarán a salvo de la barrera inmunológica, que ha frenado la generalización de esta técnica quirúrgica. Los linfocitos pueden salir también de la médula de los huesos y del bazo. Los mencionados son como generales que forman escuadrones para enfrentar al enemigo. Pero hay otros, como los linfocitos B, que luchan cuerpo a cuerpo con los gérmenes a los que se comen después de hacerlos rodar por la lona. Una novedad en cuanto al timo, es la de que es, según nuevos hallazgos, un padre que sigue cuidando de sus hijos después de grandes.

Hace unos quince años se maneja la hipótesis de que el cáncer se debe a los linfoncitos pierden efectividad en las edades de la madurez. Esta debilidad de los linfocitos se debería a que le falta el estímulo de una hormona segregada por el timo, la cual fue descubierta hace unos diez años. Durante este período el Doctor Dathan Drain se ha esforzado, en el Instituto Weissman de Israel, pr sintetizar artificialmente esa sustancia. De lograr su objetivo la hormona podría expenderse en las boticas a quienes la necesitaran para restablecer la fuerza demoledora de los glóbulos blancos contra la amenaza del cáncer y para conjurar hasta siempre el riesgo de las infecciones. Lo que ahora sabemos del timo es mucho más de lo que se preguntaba Vesallo y mucho menos de lo que usted y yo nos seguimos preguntando.

Después de haberlo descubierto Dubois guardó al Pitecantropus en la caja fuerte de su pueblo porque nadie creía en el hombre mono



La frente caída hacia atrás era como un alero que remataba en dos cejas muy pobladas, sobre unos ojos hundidos. Pero con todo y eso, ya el hombre de Java empezaba a romper con el antecesor común que tenemos con los monos y fundaba nuestra estirpe.


En 1852 cuando nacía Eugenio Dubois en Holanda, sobraban las personas sensatas que aceptaban las nueve de la mañana del 28 de octubre del año 4.004 a de C., como el momento en que se había iniciado la Creación. Así lo había establecido en Inglaterra el arzobispo anglicano James Ussher y después de un siglo, pocos osaban rebatirlo. En 1859 no obstante, volaban en las manos de gentes cultas, las mil doscientas copias del libro de Darwin que hoy conocemos como “El Origen de las Especies”. Y en los tiempos siguientes se escenificaba una discusión entre los que creían que el hombre era el punto más ascendente de la evolución de la vida y los que juraban con una Biblia en la mano, que Adán no tenía antecesores.

 

Darwin carecía del eslabón perdido entre el humano y los animales que fueran sus antepasados. Dubois iba a encontrar los vestigios que darían al traste con los últimos alientos de la teoría creacionista. Se graduó tempranamente de médico cirujano, anatomista y naturalista en Ámsterdam. Leyó y releyó fascinado las dialécticas explicaciones, en que Darwin demostraba los dones de la selección natural. Pero lo que más deseaba era localizar a un ser que fuera mitad humano y mitad antropoide. Descarto las zonas templadas como sede del hombre primigenio porque consideraba que éste había dejado sus rastros en las regiones cálidas que seguían habitando gorilas y chimpancés en el África: orangutanes y gibones en el Asia sur oriental.

Había pasado de los treinta cuando le dieron el cargo de cirujano militar en las colonias holandesas de Las Indias Orientales, actual Indonesia. Apenas concluía sus intervenciones en los quirófanos, recorría los valles y las montañas de Sumatra, convencido de que allí, donde habitaran los orangutanes, podía hallarse la pieza que le faltaba al rompecabezas de la evolución humana. Posteriormente supo que en los márgenes del río Solo en Java, había depósitos de donde los indígenas extraían huesos de animales y otros fósiles.

Compró un cráneo de muy interesantes características, que lo afianzó en la idea de que estaba cerca de que estaba buscando. En un yacimiento de unos veinte metros de espesor realizó penosas excavaciones, de las que sólo obtuvo el esqueleto de un cuadrúpedo gigante y el de un hipopótamo. Un minero que halla la veta de oro no sentiría más felicidad que la de él, cuando después de una larga jornada, comprobó que el cráneo que tocaban unas manos, era demasiado bajo y chato para pertenecer a un hombre Neandertal y que a su vez era demasiado grande para corresponder a un simio. Un resto de mandíbula inferior y un fémur le permitieron colegir que procedían de un individuo de marcha erguida, al que bautizó Pitecantrupus erectus que significa Hombre mono erecto.

La autenticidad de su hallazgo se confirmó, porque el cráneo podía albergar un cerebro de 900 cm3. La capacidad del cráneo de los antropoides oscila entre 326 y 685 cm3. Dubois efectuó su descubrimiento en 1892 y lo hizo público en 1994. A pesar de que las pruebas de su éxito eran rotundas, de dejó achicar por la ignorancia y los prejuicios, los anatemas y las bulas de que fue objeto. Los más liberales estaban dispuestos a admitir como antecesor del hombre a un espécimen que tuviera la cara humana de hoy aunque el cuerpo fuera de mono. Dubois había logrado todo lo contrario.

En 1985 guardó sus fósiles en una caja fuerte de su pueblo natal, de donde lo sacó veintiocho años más tarde, a pedido del Instituto Smithionano de Estados Unidos y cuando nadie le negaba el acierto paleontológico que había alcanzado, su Pitecantrupus, el de Pekín, el de Argelia y el de África Oriental son similares y se les agrupa hoy bajo la común denominación de Homos erectos. Precursor de los neardentalenses que aunque primitivos, vestidos a la moda de hoy podían confundirse con algunos caballeros que tropezamos cada día en la redacción de este diario.

Dubois murió en 1940, año en la que por fin el colosal científico era incluido en las enciclopedias que como la Espasa lo ignoraran antes.

La Ciencia Amena. Arístides Bastidas.
Un día tal como hoy, 30 de Septiembre de 1984

Como pobres angelitos lucen los tiburones frente a ciertos mamíferos que conquistaron el mar


Las orcas carecen del pico de sus medios hermanos los delfines. Negras por arribas y blancas por debajo son ágiles y a pesar de su corpulencia alcanzan velocidades de treinta y siete kilómetros. En grandes acuarios se les domestica e incluso, como a otros animales, se les enseña a hacer piruetas gratificándolas con trozos de comida. 


Entre las grandes lagunas de la evolución de los mamíferos, está la de los cetáceos, que en algún momento se cansaron de la vida en tierra seca y tornaron al mar. Debió durar millones de años el proceso a través del cual, se hicieron las correspondientes adaptaciones para transformarse de corredores sobre cuatro patas, en nadadores con dos aletas tan expertos como los peces. Sin embargo, conservaron los caracteres más evolucionados de su linaje. Sus esqueletos no tienen ni una espina y sus huesos, aunque modificados, son los mismos que encontraríamos en un rinoceronte, un murciélago o un ser humano. Las hembras paren a sus crías y poseen mamas para alimentarlas al pecho, cuidando siempre de que suban a la superficie acuática para inflar sus pulmones con aire atmosférico.

Pudiera ser que los antecesores de las ballenas y de los cachalotes fueran de corpulencia tal, que los alimentos terrestres a su alcance no les bastaran para saciar su apetito y cubrir las mínimas necesidades de su supervivencia. Con los dones de su cerebro, superiores al de los reptiles y los anfibios, advirtieron que en el océano reinaba la abundancia que los libraría de un forzad ayuno provocado también porque su enorme peso le restaba agilidad para competir con vegetarianos y carnívoros pequeños pero más ágiles y veloces. La conquista del agua se habría iniciado con los que se aventuraran en las orillas en la búsqueda de algas, de crustáceos y moluscos.

Ha sido imposible determinar si los cetáceos o los pinnípedos, otros mamíferos qie también viven en el mar, tuvieron antecesor común. Lo cierto es que se diversificaron. Su dominio del agua llegó a ser tan perfecto que hay una prima hermana de las ballenas, que supera con creces a los tiburones a los que creeríamos campeones de todos los océanos en el arte de la voracidad y de la depredación. Se trata de las orcas, poderosos animales aunque no conocen las armas de fuego, tiene un arsenal de armas blancas en sus mandíbulas, consistentes en cincuenta y dos dientes como puñales, con diez centímetros de longitud y cinco centímetros de diámetros.

Incluidas entre los delfínidos se les halla en todos los mares pero especialmente en los templados, donde exhiben aletas dorsales, triangulares y de noventa centímetros de altitud, cuya constitución no es como las de los peces, sino más bien como las jorobas de los camellos. Al igual de todos los cetáceos, las colas que son sus timones son horizontales, las aletas en los pechos son modificaciones de las manos delanteras mientras que los huesos equivalentes a las patas posteriores, se atrofiaron dejando sólo vestigios de su existencia. Las orcas como ya insinuamos se conducen con una agresividad tan atroz, que frente a ellas los escualos son niños de pecho.

El género de estos mamíferos acuáticos guarda cierto paralelismo con el nuestro. Los machos son más grandes que sus consortes, pues alcanzan diez metros de longitud en comparación con los siete metros de ellas. Basta un solo apareamiento para que las hembras queden embarazadas y los doce meses paran a sus bebes que nacen con dos metros de longitud. Incompetentes para pescar, en los primeros tres meses aplacan el hambre insaciable que sufren, succionando en los pezones de sus madres hasta ochenta litros de una leche espesa por días. Las orcas están entre los especimenes que no respetan ni a su propia familia, pues no vacilan en engullirse a sus medio hermanos los delfines, cuando los
logran sorprender.

La Ciencia Amena. Arístides Bastidas.
30 de Septiembre de 1986


Seríamos superdotados si tuviéramos la inteligencia que en proporción a su cuerpitos tienen los monos Tití.



En un certamen de la simpatía y de la gracia en el reino animal quedarían de últimos ciertos políticos, y de campeones los diminutos monos Titi. Son nativos de las selvas tropicales de América donde ejemplarizan la eficacia de la planificación familiar. Con ese fin disponen de hormonas que los hacen prudentes en reproducción, y genes que le dan una inteligencia relativamente superdotada. Han perpetuado sus especies durante millones de años sin acudir a la estrategia de los pequeños roedores, que se multiplican explosivamente, a fin de que aseguren su ascendencia los pocos que escapan a la voracidad de sus enemigos naturales. Los ratones pueden alimentarse de toda cos que haya estado viva y por eso halla en suelo de cualquier arboleda una despensa repleta.

Una pareja da lugar en seis meses a cinco generaciones, algo así como doscientos descendientes. En ese mismo lapso un matrimonio de titíes da lugar a una sola cría. Aunque hay monitos de este género más pequeños que una ardilla, se niegan a adoptar la práctica de tener muchos hijos para que a su predadores le sobre la comida. Son limitados pero selectos los platos de su comedor en los verdes ramajes donde tienen sus domicilios y sus refugios. Ingieren frutas, cogollitos, insectos y pajarillos a los que cazan como los gatos. Son omnívoros pero su aparato digestivo es tan subdesarrollado como el nuestro, pues no procesan la celulosa presente en los vegetales vivos o muertos.

El momo Tití que mide 24 cm. De la cabeza al coxi es un gigante pues la mayoría de sus especies no llegan a 20 cm. La enanan tiene apenas 14 cm. y cabría en la mano de una persona adulta. Ente los primates, son después del hombre son los más inclinados a la vida en sociedad. Como los demás animales sociales incluyéndonos nosotros desde luego practican la coexistencia en grupos, según el principio de vivir y ayudar a vivir. Los monos Tití forman manadas de hasta 100 individuos. Cada uno sabe el significado de las señales de un complejo código basado en aullidos y en silbidos. Están consciente de su vulnerabilidad por eso cuidan más que nadie su pellejo. No sólo corren riesgo en las pocas oportunidades en que marchan a un abrevadero.

También deben vigilar al cielo porque del mismo les puede bajar, no un ángel protector, sino un águila devoradora. De allí de que aventuren poco en la parte más alta de las copas arbóreas. En las zonas impenetrables de la selva de Guayana suelen encontrarse caminitos a través de los cuales los monos tití se dirigen, en fila india, a los orillas de los ríos con el propósito de comer algo que para ello es como el salmón irlandés para los nuevos ricos. Se tratas de las flores de ciertas enredaderas. Otra curiosidad más de la naturaleza es que parecen saber el día preciso en que los botones van a despuntar. La mirada de estos liliputienses parientes nuestros la observa todo con la agudeza y la penetración de un Sherlock Holmes a un sospechoso:

De su vista depende su eficiente capacidad precautelativa. Con ella y sus oídos cada individuo es un virtual centinela a tiempo completo. Se le considera como los únicos monos disciplinados del nuevo mundo, ya que los restantes tienden a la desobediencia con sus jefes de grupos. En todos los mamíferos la jefatura se conquista mediante enfrentamientos entre los candidatos a ejercerlas. Así se establece cuál es el que tiene más fuerza y más habilidad para sortear cualquier compromiso. En los monos tití la posición de mando es ganada en un modo singular y único en el mundo animal. En presencia de las hembras que hacen de jurados exhiben sus órganos reproductivos en erección. El que logra una mayor duración de la misma, es proclamado por todos como nuevo comandante. No hay en ello un signo de pornografía, pues la misma es exclusiva del hombre civilizado. Mediante esta prueba la comunidad descubre a sus miembros de mayor competencia genética para conducirla. Los monos tití como los demás ven en tres dimensiones y en colores. De allí que entre ellos se cuente una especie del Amazona, con el lomo verde oliva, las patas blancas inferiores blanco amarillenta y las piernas anaranjadas. Saben agradar al hombre con su vivacidad, sus piruetas y jugueteos. Lo aceptan como compañeros pero mueren por debajo de los 20 grados C. y también de nostalgia cuando se quedan solos demasiado tiempo. La razón de su elevado cuociente intelectual es la que posee un cerebro que en proporción a su cuerpo es más grande que el de los delfines, los chimpancés, los hombres en proporción a los suyos.

La Ciencia Amena. Arístides Bastidas.
Un día tal como hoy, 30 de Septiembre de 1991




septiembre 29, 2004

Si durante el periodo Pérmico el hombre hubiere existido solo con almas esquimales habríamos vivido en Venezuela.


 http://bibliaytradicion.files.wordpress.com/2010/08/bt_14ago10_img24.jpg?w=500
Este caballero recordaba ya a los lagartijos, pero no era ni chicha ni limonada, ya que solo servíría de puente entre los anfibios y los reptiles.

 


 

 El Edaphosaurus y ell Dimetrodón estuvieron entre los animales que durante el Pérmico iniciaran la exitosa conquista de los continentes para establecer su reinado a principios de la Era Secundaria


Supóngase usted el estrépito de una andanada de cañonazos luego de un paréntesis de tiros aislados de una batalla y tendrá una idea de lo que ocurrió en la tierra durante el quinto y el último periodo de la Era Primaria. El mismo transcurrió entre hace 180 millones y 230 millones de años. Se le denominó Pérmico porque sus primeros estratos fueron descubiertos por el escocés Murchison, en la ciudad de Perm, que durante algún tiempo fue bautizada por los soviéticos con el nombre de Molotov. Ciertamente, en el Pérmico las fuerzas aun ocultas en el interior del planeta, parecieron enfurecerse (otra vez), dando lugar series ininterrumpidas de erupciones volcánicas, de resquebrajamientos de la corteza terrestre y al nacimiento de nuevas montañas.

En estas condiciones se registraron cambios importantes en la distribución del clima, pues las regiones boreales que hoy sirven de asiento al Polo Norte se volvía áridas, calientes y secas, las glaciaciones con sus interminables nevadas que duraron miríadas de años, invadían las franjas tropicales de la actualidad, en el centro de la India, toda Australia, el centro de África, y en especial donde ahora se encuentra la República del Zaide, tenían el mismo paisaje y las temperaturas congelantes que hoy se aprecian Alaska y Groenlandia. Y aunque ustedes no lo crean la América del Sur estaba cubierta por los hielos de manera tal que los venezolanos hubiéramos existido entonces, habríamos estado entre los esquimales del Nuevo Mundo.
Esos cataclismos cambiaron la faz de la tierra y durante los mismos algunos mares se condujeron como simples charcos, que por el bamboleo de los terremotos abandonaron sus huecos que por eso se integraron a los continentes, para depositarse en otros que se acababan de abrir. Algo de eso sucedió con las aguas oceánicas que anegaron a una buena parte de Inglaterra y Alemania. Un depósito de sal que se extiende actualmente desde Kansas hasta Nuevo Méjico, en EE.UU. fue dejado ahí por el mar que durante muchos milenios cubriera esa extensa faja. La inestabilidad debida a los cataclismos que reaparecieran en estos cincuenta millones de años fue fatal para incontables especies vivientes.
Se extinguieron trilobites, animales que aunque relativamente grande se alimentaban se microbios marinos, con cascarones quitinosos en sus espaldas. Sus fósiles hacen recordar a las langostas y a otros crustáceos, pero no figuran en las raíces del árbol genealógico de éstos. También la tierra se trago del todo considerables extensiones de árboles y arbustos, de los que no tenemos la menor idea. En cambio, aparecieron algas en las aguas dulces, se las arreglaron bien para sobrevivir las demás algas, los helechos, los musgos y los líquenes mientras se habría paso una nueva especies de la coníferas: la wualcha, que se haría notoria porque elaboraba semillas con carbohidratos simples que les dieron el merito de ser el primer grano alimenticio.

Los escarabajos y otros insectos aprovecharon su monopolio de vuelo para huir a tiempo de los riesgos de aquella convulsa naturaleza y de instalarse en los refugios más protegidos y abastecidos. Los anfibios se guarecían bajo las aguas y se dejaban llevar por ellas sin oponerles resistencia entre ellos florecieron los estegocefalos, a vuelos de los reptiles que darían lugar a los mamíferos, que a la sazón ni soñaban en aparecer. Surgieron las cecilias, anfibios sin ojos y patas que debían tener secretos poderos fisiológicos, pues soportaron con éxito las pruebas de entonces y las que vendrían después, para seguir vivos y prósperos, en las aguas de la Era Atómica.

Hace más de 250 millones de años empezaban a proliferar las tortugas y morrocoyes, los ictisaurios o reptiles con aletas de pez y los arcosaurios, tatarabuelos de las iguanas todos descendían de los cotilosaurios que a finales del Carbonífero y a comienzos del Pérmico cumplieran tan eficientemente su papel de puente entre los sapos y los lagartos. En el periodo Pérmico abundaban en los mares, las lagunas y en las desembocaduras de los ríos, animales y vegetales acuáticos que al morir, tapiados durante los sacudimientos del planeta en el Pérmico fueron atacados por bacterias aerobias y anaerobias, las cuales iniciaron las transformaciones que durante tantos millones de años sufrieran los respectivos detritus, de los que se derivarían unas sustancias que hoy tiene enguerrillado al mundo: el Petróleo.

El hombre del Cro-magnon era un artista experimentado ¿Donde estaría la escuela en que aprendió a pintar bien?




En cráneos como éste, perteneciente a un anciano del Neanderthal, busca el hombre de hoy las huellas de su ater.

EL HOMOS ERECTUS con su torpe andar y su pequeño cerebro dio lugar a los sucesores que culminaron con el Homo Sapiens de hoy, pero siguen oscuras las fronteras que hubo entre él y el Homo Neanderthalense, y entre éste y el de Cro-magnon. Neanderthalense vivió más de cien mil años en un primitivismo, que hace más valiosa las virtudes que le permitieron sobrevivir. Con la frente y el mentón hundidos, las cejas hirsutas, su estatura de un metro setenta y sus rodillas encorvadas nos presenta un modelo indigno de nuestro parentesco. Pero el desdén que inspirara a simple vista, se trocaría en admiración, por el éxito que alcanzara sin ninguno de los recursos primarios de hoy.

En efecto, desconocía la agricultura, carecía de lenguaje, ignoraba el uso de los metales, no sabía criar animales y le faltaba un medio de transporte. Descalzo y probablemente desnudo, sin instrumento para improvisar albergues y sin capacidad para hacerlos, este antepasado venció la hostilidad de los inviernos, enfrentó airoso los riesgos de sus indefección y abrió caminos entre selvas, pantanos y montañas para esparcirse por los territorios de Europa, Asia y África. Su antecesor habría sido más meritorio, porque era menor su inteligencia, si fuera cierta la hipótesis de era un emigrante de África, en vez de la que lo hace surgir simultáneamente en los tres continentes. Hay dos nudos gordianos que la paleontología no ha podido deshacer. Hace 45 mil años un hombre Neanderthalense más evolucionados que sus congéneres de razas dejaba sus vestigios en el Medio Oriente. Pero no sería en este lugar donde hace 35 mil años apareciera el Homo Sapiens, sino a miles de kilómetros de distancias, Cro-magnon, Dordoña, Francia. Los restos de esta raza fueron hallados en 1858 y corresponden a las de un hombre, provisto de un esqueleto con características propias del blanco. Sin embargo, no hay prueba de que tuviera la piel de ese color, o de que sus ojos fueran oblicuos o los cabellos fueran rizados. Está sin demostrarse la idea de algunos antropólogos, de que luciría como un nórdico si lo calzaran y lo vistieran a la moderna.

 

Se deduce que así era la fisionomía del hombre del Cro-magnon, aunque el arco está demás, pues sería inventado muchos siglos más tarde.
Son impresionantes las muestras de su avanzada cultura, sobre todo si las relacionamos con las que serían sus inmediatos antecesores en Palestina de donde los Cromagnense se habría trasladado a Europa. En más de setentas escuelas europeas quedó el tazo de artistas experimentados en las famosas pinturas rupestres. Estos lugares eran santuarios en lo que el sentido mágicos de aquellos hombres, les hacía creer que atrapaban a los animales que cazaban o los que temían, con el sólo hecho de dibujarlos en las paredes. Eso explica que en estas cavernas la paleontología no hallara otros restos.

Esta raza fue la creadora de la escultura en piedra, en barro y en mezcla de barro con arena, materiales de que estaban hechos las estatuas de mujeres las que simbolizaban la fecundidad. La ciencia no podía decir que clase de ropa usaban. No cabe duda de que su único material de confección eran las pieles. Entre los adelantos que introdujeron a la herencia fabril que les dejaran los Neanderthalense, no estuvo solo el pulimento de la piedra sino también, una mejor utilización de los huesos. En las excavaciones se han hallado agujas óseas con ojales, por los cuales introducían los nerviosos deshidratados de animales grandes. Este era su hilo de coser sus vestimentas.

La paleontología se inclina hoy a aceptar que los esqueletos de Palestina corresponden a la transición entre los hombres chatos del Neandertal y los esbeltos del Cro-magnon, a quienes correspondería hacer el cambio de cazadores y recogedores, por el de pastores y sembradores, dos hechos precursores de las ciudades. Parece que los hombres del Cro-magnon se cruzaron con los de Grimaldi perteneciente a la raza negra, cuyos fósiles fueron localizados en Italia. Este intercambio genético habría dado a lugar a los pobladores blancos de ojos negros de la región mediterránea de Europa. Por cierto, que el grupo de los guanches, al que pertenecen los canarios, estarían entre los que conservan rasgos fisonómicos de esos formidables estetas que fueran los cavernícolas del Cro-magnon.

La Ciencia Amena. Arístides Bastidas.
Un día tal como hoy, 29 de Septiembre 1983




A una Distancia corta dos personas se atraen mutuamente no por razones de amistad sino por las masas de sus cuerpos

La Ciencia Amena. Arístides Bastidas.
Un día tal como hoy: 29 de Septiembre 1984

(El dibujo nos muestra el callejón que se formó entre el barco "Oplympic" y el "Hauk". Como la preseión del callejón era muy débil, la preseión fuerte del océano empujó a los dos barcos hasta que chocaron (Rep. Estrella)

Einstein murió sin que se le apagara la perplejidad ante la fuerza de la gravitación universal. Su origen y la forma como actúa a través del vacío, sin ningún vehículo, son tan enigmáticos que nadie se ha aventurado a dar una hipótesis explicativa. Mientras tanto ella sigue operando sus fenómenos, que van desde la anécdota que se atribuye a Newton, hasta la formación de los agujeros negros en el espacio. En éstos, como se sabe, la atracción de un núcleo de materia es tan grande, que los electrones se insertan en los protones para constituir neutrones de una compactación u de una fuerza gravitacional tan grande, que se tragan hasta la luz. Ahora bien, en nuestro derredor encontramos manifestaciones más familiares de esta fuerza.

A nosotros, la gente común, nos resulta incomprensible la intuición matemática con la que Newton se dio cuenta de que también la manzana, con su masa insignificante, atraía a la Tierra que la hacía caer porque la atraía con una masa inconmensurablemente mayor. El gran investigador dedujo que si dos manzanas se atraían aunque ello fuese extraordinariamente imperceptible, igual cosa debía pasar entre los planetas, entre ellos y sus satélites, entre soles o estrellas y entre ellas y sus planetas. Fue entonces cuando formuló la ley de que dos cuerpos se atraen según la masa y de modo inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separe.

Este descubrimiento lo hizo al determinar la causa de que la Luna girara en torno a la Tierra y al supone con acierto, que las mareas se debían a la atracción de ella sobre nuestro planeta, aunque su masa fuera considerablemente mayor. Conocemos la razón por la que dos enamorados quieren estar siempre juntos. Ese maravilloso magnetismo tiene poco que ver con las leyes de la física. Pero éstas nos dicen porqué dos personas se atraen recíprocamente aunque sea del mismo sexo. Igual sucedería con dos bolas de billar y una infinidad de casos similares. Se traen por la fuerza gravitacional de usu respectivas masas y si no se les ve aproximarse es principalmente el roce lo impide.


Las plomadas con las que nuestros albañiles aseguraban la verticalidad de sus construcciones, fueron unos de los primeros instrumentos con qué se estudió la fuerza de la gravedad. (Rep. Estrella)
En los experimentos con los astronautas y cosmonautas, se obtuvieron conclusiones realmente curiosas. Dos hombres de sesenta y cinco quilos y a dos metros de distancias, se traen con la fuerza de un cienmilésima de gramo. En el vacío interespacial dos astronautas flotando y en las condiciones antedichas empezarían a acercarse atraídos por esa fuerza infinitesimal de una cienmillonésima de kilo. En la primera hora se aproximarían tres centímetros, en la segunda 9 y en la tercera quince. En adelante la velocidad se aceleraría tanto que antes de las cinco horas ya estarían juntos. Verdades así no pasaron nunca por la traviesa imaginación del señor Ripley.

En 1775 el astrónomo escocés Nevil Maskelyne calculaba la masa de la Tierra, con una prueba que inicialmente fuera un pasatiempo expoliante de su curiosidad. Consistía en medir la inclinación de una larga plomada hacia una montaña que con su gran masa la atraía. Durante algún tiempo se creyó que la atracción de barcos que navegaran paralelamente a cien metros o menos distancia, se debía a la fuerza gravitacional. Incluso se atribuyó el misterio el caso del crucero “Hauk”, que en Atlántico y en 1912 no atendió al timón y fue a estrellarse contra el “Olympic”, entonces el barco más grande del mundo.

Hoy se sabe que dos barcos de 25 mil toneladas cada uno generan a cien metro una fuerza gravitacional de apenas cuatrocientos gramos El agua del improvisado callejón que separa los dos barcos ejerce sobre sus paredes una presión menor que la del océano sobre las paredes externas. Esto hace que recíprocamente y según sus masas, tiendan a aproximarse hasta protagonizar una colisión como la mencionada. Este hecho se fundamenta en el Teorema de Bernoulli, que habla sobre las raras propiedades de los líquidos. Según el mismo, el agua cuando atraviesa un canal estrecho baja la presión sobre sus paredes, la cual aumenta sobre las paredes del canal ancho que haya que cruzar. Esto sigue siendo un poco oscuro, pero no tanto como la fuerza gravitacional de la que, repito, sabemos muy poco.



septiembre 24, 2004

El hombre que sentía demasiado.

Un aire frío., entristecido, horada la redacción y enhebra el llanto oculto de los reporteros para estampar, en una frase, la noticia conmovedora que nadie quería leer: ¡Se fue Arístides!
En ese momento lastimoso cruce del océano, el periodismo venezolano amanece huérfano del maestro. Ese que tuvo su propia manera de soñar. Su propio rincón del cuento. Una calle secreta de donde salía vestido de reportero y volvía pleno de descubrimiento.
Humilde. Generoso. Amante de la vida. Severo. Bromista. Solidario. Culto. Un moralista vehemente. Arístides Bastidas fue, como pocos lo han sido quizás en ente incomprendido oficio, un hombre feliz. Un autodidacta que sembró escuelas. Formó redactores, investigadores y acuñó todos los reconocimientos posibles a través de su obra y en la herencia que dejó a los alumnos.
Ciego. Víctima de una demoledora artritis. Maltratado por las papilomas. Cai sin voz. Y hasta dolido de un accidente que lo confinó a la silla de ruedas. Arístides representa la voluntad del hombre que nació para vencer las dificultades. Otros, en su lugar, habrian tornado la página.
Viajero inmóvil que escribió sin enigmas en un estilo púdico y elevado, cumplía con una pasión admirable sus pautas diarias, a la vez que enseñaba a los becarios -generosamente auspiciados por el Conicit- a dudar y escribir "mejor que Cervantes".
Un acento extraviado. Una coma desubicada. Un punto innecesario. Era castigado inflexiblemente pero con amor. El fruto de esas horas reveladoras está siendo amasado con lágrimas por profesionales que tuvieron la dicha de entrar en la Brujoteca.
Arístides Bastidas - hay que decirlo sin enigmas- fue imprescindible. Continúa siéndolo. Podía escribir un día acerca de los misterios del cerebro y pasar luego a reseñar -como si hubiese estado allí- la proeza del Libertador en Carabobo. Tuvo la exigencia - extraña virtud - de no copiar jamás sus reportajes. Sus trabajos sobre el 5 de Julio, la Pasión de Jesus o Año Nuevo eran emocionantes. Ninguna solemnidad. Demasiada imaginación.
Hoy, esta magistral lección de vida se confunde en leyenda. El ala de la notoriedad que lo acarició en sus horas de insomnio. Su obra luminosa. Su verbo certero. Su prodigiosa memoria. El romanticismo de su aventura plasmada en cientos de miles de cuartillas se nos regresa en un desafío.
Nos queda también sus recuerdos. El agradecimiento por la dicha de habernos cruzado en su camino. La suerte de transitar juntos una profesión que santifica los heroismos cotidianos.
Se ha ido, pues, el Maestro. Y, si entonces, es más fácil morir cuando se está solo - como decía el prsonaje de Malraux en la Condición Humana - Arístides Bastidas habrá descansado tranquilo.
Acompañado por múltiples voces de una Venezuela inflexible y optimista.
No interesa ahora saber a cuál Arístides Bastidas recibirá la posteridad. Lo importante no es el lado de la sombra la cual se instala su ausencia, sino la luz que esta obra inmensa proyecta.
Por: Elizabeth Araujo.
24 de Septiembre de 1992


Recordando y reflexionando sobre el Maestro. (Por F. González. Hoy 24/09/2004)

Un día como hoy, 24 de Septiembre de 1992, es decir, 12 años exactos, recuerdo ese día cuando mi padre se dirigía a comprar, como siempre lo hacía temprano en la mañana, el diario El Nacional, para disfrutar en su habitación, su columna favorita de tantos años como lo fue La Ciencia Amena, de Arístides Bastidas. Ese día estuvo menos tiempo en su habitación y salió de ella serio, muy serio, gesto muy propio cuando el hado de lo triste le invade su condición humana. Callado, muy callado estaba porque el momento que vivía exigía silencio, como expresión máxima de respeto al camarada Arístides, a quién por tantos años le había ilustrado su pensamiento y de enseñarle que “sus cisnes no eran blancos porque los coloreó con el azul del ensueño que descubrió en unas avecillas raudas que poblaron su infancia”.

Ese día no encontró su columna favorita, Arístides se había marchado, como si estuviese retando una vez más al destino, diciéndole. “Ahora me voy yo. Soy yo quien decide. No tú.”, como tantas veces lo dijo ante las adversidades del destino: Primero fue la psoriasis, después la artritis, quedé ciego y para remate sufrí un accidente que me dejó en sillas de ruedas; y ahora tengo que enfrentarme a los papilomas ¿qué es eso para mí? “. En otras palabras: “Mi vida es mía, mi muerte es mía. Muero como vivo”. ”Es una experiencia personal que he de vivirla yo sólo, sin paliativos ni mentiras(M. Barroso).

Arístides Bastidas, como investigador científico y con un gran conocimiento sobre la vida y la ciencia, sabía que sólo faltaba conocer lo que poco conocemos: la muerte misma. Se fue al comprender a Manuel Barroso cuando decía:”Es importante volver al sentido de la muerte, a su belleza, su importancia y a su trascendencia. No es el coco que produce miedo, es la realidad de la vida. Es la última y más importante experiencia de la vida, una experiencia de contacto y separación, un límite final para poder entrar en otros contactos nuevos y más diferenciados que, sin duda, enriquecerán nuestros sentidos cósmicos. Es inconcebible que, siendo el cosmos, el universo entero, tan extenso y tan maravilloso, vayamos a pensar que la experiencia humana de mayor trascendencia vaya a terminar en hueco en la tierra, tapadas por cuentos, anécdotas y fantasía de terrestres atemorizados. La tierra y el universo se encargarán de reciclar todo en otras nuevas realidades

Desde ese entonces, el diario EL Nacional dejó de ser importante para mi padre, y ahora le es mucho menos, cuando al correr de los años, la transformación de este diario ha sido tan gigantesca hasta convertirse en un simple órgano de divulgación de partido político, marcando una clara separación con el pensamiento de Arístides Bastidas sobre el periodismo, los medios de comunicación y la educación.

A pesar de haberse encargado desde 1953 de la redacción científica de El Nacional, dedicando 39 años de monumental esfuerzo y dejando en ella una impresionante contribución al periodismo científico, como decía Manuel Calvo Fernando: “Su búsqueda de la noticia científica y tecnológica, sus esfuerzos de promoción de instituciones de ciencia y tecnología en Venezuela, su preocupación por elevar el nivel del periodismo científico en Iberoamérica, su visión de la divulgación de la ciencia como instrumento para lograr la autodeterminación tecnológica y cultural de los países en desarrollo, han hecho de él un gigante del periodismo científico de América: El Gigante Inmóvil”, hoy en día, poco o nada se ha recordado de este caballero de luz

Desde Enero de1996 hasta Diciembre de 2004, sólo dos artículos se ha escrito sobre él en el diario El Nacional. El primero ocurrió el 24 de Septiembre de 2002, a 10 años de su despedida. Fue escrito por Vanesa Davies y lleva por nombre: El labriego del periodismo científico desplegó sus alas hace 10 años. El segundo fue el 2 de Agosto de 2003, E Arniversario 19. Perfiles. Arìstides Bastidas, en la edición aniversaria de los 60 años de este diario.

En ese mismo período sólo dos artículos periodìsticos hacen una ligera referencia sobre Arístides Bastidas. Uno realizado por Pedro M. Perozo Vargas, el 12 de Enero de 1997, en un artículo titulado “Efecto Patiño”. El otro , el 12 de Mayo de 2001, en un artículo titulado “Lectores”, por Elías Santana, donde se reseña la columna La Ciencia Amena, al refirirse a la reunión de Maestros y Maestras de Petare, en Caracas. Lo curioso de este artículo es que los maestros solicitaban: “volver a lo que fue el esfuerzo de divulgación científica de La Ciencia Amena".

Contrariamente, durante estos últimos ocho años, el diario “El Nacional”, a través de editoriales y en artículos de opinión, se ha referido sobre Pedro Carmona Estanga 1043 veces; Carlos Ortega: 1153; Albis Muñoz: 337; Marta Colomina: 335; Manuel Cova: 228. Connotados empresarios y personajes políticos, que junto a los medios de comunicaciòn privados, entre ellos El Nacional, cuya contribuyeron activamente y en forma protagónica en la planificación y activación del el golpe de estado del 11 de Abril de 2002 y al paro petrolero que tanta calamidad económica, social, cultural y científico le ha propinado a la nación venezolana. Personajes grises que salieron de las tinieblas y del mundo esotérico como Adriana Azzi , este diario y sus staff de periodistas le han hecho grandes reportajes y referencias: 191 veces.

Personajes de alto linaje científico como el Dr. Jacinto Convit, médico venezolano creador de la vacuna contra la lepra y nominado al Premio Nóbel de Medicina, en el período 1996-2003 ha sido reseñado: 80 veces. El Dr. Humberto Fernández Morán, médico, biofísico, citobiólogo, neurólogo y sobre todo innovador de las técnicas de microscopía electrónica, introduciendo y aplicando la cuchilla de diamante para el seccionamiento ultrafino de materiales biológicos, y que ademàs ha realizado una labor que ha rendido frutos en el terreno de la bioquímica, la citobiología, la criobiología, la endocrinología, la física de bajas temperaturas, la genética, la neurofisiología, la ultraestructura celular, la virología y otras disciplinas indispensables para el desarrollo de la biología molecular, las neurociencias y la medicina moderna, Investigador principal del Proyecto Apolo de la NASA y miembro fundador del Programa de Investigación en Neurociencias del MIT: O veces.

Personajes de gran estirpe literaria como Arturo Uslar Pietri: 950 veces, Miguel Otero Silva: 751. Aquiles Nazoa: 367. Guillermo Meneses: 193. Anibal Nazoa: 25. José Ignacio Cabrujas: 0 veces. De los mencionados, solo Arturo Uslar Pietri y Miguel Otero Silva gozan del mayor privilegio de ser los más profundamente reseñados por su condición literaria y por ser ellos Directores y/o Fundadores del Diario EL Nacional. (Fuente: Archivo. El-Nacional.com).
Hoy el tiempo le ha dado la razón a mi padre, al ver tan impresionante exabrupto cometido por El Nacional en su edición de hoy, 24 de Septiembre de 2004, al omitir una vez más y en forma reiterativa desde 1992, los 12 años de su desaparición física de este labriego del periodismo científico que le dio cuerpo y vida durante sus 39 años de servicio a este diario.

La tierra y el universo se encargarán de reciclar todo en otras nuevas realidades”, dice Manuel Barroso cuando se refiere a la muerte. Y esto es bien cierto: En mi afán de buscar dos artículos que Arístides Bastidas había escrito en su columna “La Ciencia Amena”, sobre “La División Celular” y otro referido el “Asno”, recorrí bibliotecas, hemerotecas, puestos de ventas de libros, etc. Al no tener una fecha exacta de su publicación, hacía más difícil su búsqueda. Un buen día, al salir de la Estación del MetroPlaza Sucre”, en Catia, justo a su salida, me topé con Francisco Guillermo Leonardi, vendedor y dueño del puesto venta de libros viejos; personaje muy peculiar por su total calvicie y que estaba más pendiente de leer sus libros que la venta de los mismos. Al ver sus libros interesantes, le pregunté si tenía por casualidad el libro “La Ciencia Amena”, de Arístides Bastidas, y me responde: "No hermano, que va, es muy difícil". Inmediatamente pregunta: ¿qué buscas de Arístides Bastidas?. Al ver su interés sobre él, le hablé de estos dos artículos que había estado buscado desde hace tiempo. Ese día, sólo me dijo: Ven mañana sábado, a ver que puedo hacer por ti. Te espero a las 2:00 p.m.”.

Su gran pasión por la lectura me motivó aún mas a asistir a esa cita. Llegué con diez minutos de retraso y al verme dice: Te estaba esperando, pensé que ya no venías e inmediatamente me hace entrega de una polvorienta caja de zapato, amarrada con una tira de tela. No comprendía bien lo que sucedía, y aquel sencillo y peculiar caballero Catiense me dice, con mucho orgullo: “en esa caja de zapato se encuentran los dos artículos que usted está buscando. Yo recuerdo muy bien haberlos leído, y sé que están ahí”. Al abrirla, me doy cuenta de tan impresionante y bello hallazgo: 550 recortes amarillentos de la columna “La Ciencia Amena”, desde el año 1980 hasta su última publicación, un 23 de Septiembre de 1992.

Aquel hombre solo se limitó a decirme: La Ciencia Amena siempre fue mi columna favorita y por eso las conservo. Llévate la caja y me la regresas cuando hayas conseguido tus dos artículos, pero si tienes la oportunidad de divulgarlas y compartirlos con más gente, puedo esperar lo que sea necesario.”

Gracias a Francisco Guillermo Leonardi, esta página es posible hoy, 24 de Septiembre de 2004, como un homenaje a ese ilustre caballero y labriego del periodismo científico, “Don Arístides Bastidas”.

Ya no necesitamos al Cuerpo de Redacción del diario El Nacional. A partir de hoy, podrán disfrutar en esta página de la publicación en serie de sus escritos, que un día "tal como hoy", publicara en su columna "La Ciencia Amena" , durante un cuarto de siglo, como una prueba de que "la tierra y el Universo se encargarán de reciclar todo en otras nuevas realidades"

Hoy comenzamos con una columna de “La Ciencia Amena”, un día tal como hoy, 24 de Septiembre de1982 sobre “ El maní, la soya y las papas fueron regalo de Carver a los pobladores del Sur norteño donde había nacido esclavo”. Luego, con el artículo escrito por Vanesa Davies, un 24 de Septiembre de 2002 y finalmente encontrarán los sentidos escritos de quienes fueron sus alumnos el día de la partida.

"No conozco hecho más alentador que la incuestionable capacidad del hombre para elevar su vida mediante un empeño conciente. Si uno avanza confiadamente en la dirección de sus sueños y se afana por vivir la vida que se ha imaginado, triunfará en una forma que no cabe esperar en las horas corrientes". Walden

Maestro, usted es el mayor ejemplo.

Ing. Félix González.
24 de Septiembre de 2004

El maní, la soya y las papas fueron un regalo de Carver a los pobladores de Sur norteño donde había nacido esclavo.


George Washintong Carver

En 1864 nacía en Diamond, en el sur de los Estados Unidos un niño como los demás de su color, traía desde el vientre materno su destino de futuro esclavo. El avance del ejercito Libertador de Lincoln, hacía incómodo para los plantadores, mantener a siervos negros, que en cualquier momento se podían sublevar. Teniendo esto, Moisés Carver envió a sus esclavos al estado de Arkansas, con la esperanza de recobrarlos después de la contraofensiva victoriosa de los confederados, que todos los acaudalados blancos esperaban. En el lote remitido por Carver, iba el niño en brazos de su madre. Nunca se llegaría a saber el paradero de ella y de los adulto a quienes acompañara durante el forzado viaje.

Abolida la esclavitud, el infante fue devuelto a los que habrían sido sus dueños, quienes lo acogieron sin mucho entusiasmo. Unos negros que ahora trabajaban en la finca como asalariados, protegieron a la criatura y le dieron el nombre de Jorge Washintong Carver (1864-1943). A los diez o doce años el pequeño huérfano abandono la posesión, para buscar mejores condiciones de vida. Con sus propios medios aprendió a dibujante, a cantor y a organista. Fue lavandero, cocinero, albañil y no hubo oficio que dejara de hacer, mientras se las arreglaba para alfabetizarse y leer libros de estudios que le prestaban patrones piadosos, asombrados de su inteligencia.

Educado en una escuela religiosa, sistematizó su aprendizaje de tal modo, que en 1890 estaban preparado para abordar los estudios superiores. Sorteando las mil barreras de la discriminación, terminó un curso en el colegio Simpson y más tarde, en 1895, era el primer negro en obtener el titulo de Master. Se lo había concedido la Universidad de Indianola, Iowa, que lo había aceptado como alumno. Sus elevados dotes le habían dado tal prestigio que el estado lo contrató como director de su colegio Agrícola. Carver era un científico humanizado y fiel a los suyos. Renunció al cargo y se fue a Alabama para secundar a Booker Washintong, con otro negro ilustre empeñado en reivindicar a los suyos mediante la educación.

Carver asumió la dirección de la Escuela Agrícola del Instituto Tuskegee, fundado por el noble Washintong. Carver observó que las tierras de la zona, se habían empobrecido por monocultivo de la planta textil y que sus cosechas disminuían de año a año. Demostró que recobraban su fertilidad, si se les cubría de estiércol o de substratos pantanosos. Mediante un adecuado manejo los cultivos volvían a ofrecer las grandes motas de lejanos tiempos. Como veremos, el torrente de creatividad de este personaje que ahora conozco por información de Miriam Cupello, quien lo incluye en su próximo libro, era inagotable y diversificado.

Con la penetración propia del genio, advirtió que el maní del Brasil y la soya del Japón, fructificaban bien en aquellos suelos a los que sus raíces enriquecían haciéndolos más fecundos. Hoy se sabe que esas dos plantas son leguminosas, que pagan con nitrógeno el albergue que les da la tierra. Ensayó con éxito la producción de papas que a pesar de su procedencia andina le daba muy buenas cosechas. Fue de este modo el ejecutor de una gran revolución Verde en el Sur Norteamericano, que gracias a él dejó de ser una región monoproductura. Desde 1910 se explotan allá siembras de los antedichos frutos.

Para facilitar el mayor consumo de los nuevos frutos, Carver aplicó su prodigiosa inventiva de químico. Extrajo del maní productos como aceite, mantequilla, jabón, linóleo y otros. Fue el primero en fabricar leche, queso y carne de soya. Sacó de la papa, harina, vinagre, melaza, goma sintética, goma para pegar estampilla y tinta. Del conjunto de los tres sintetizo colorantes que libraron a E.E.U.U de la importaciones de este renglón. Le rechazó a Edison una oferta de cien mil dólares al año para que trabajara con él y a Stalin una invitación para que visitara a Rusia. Entre sus amigos personales estuvieron los presidentes F.D Roosevelt y Coolidge y Mahatma Gandi con suyos principios comulgada, movido por su anhelo de hermanar a las gentes de todas las razas, como solía decir en la intimidad.


La Ciencia Amena de Arístides Bastidas .
 24 de Septiembre de 1982

El labriego del periodismo científico desplegó sus alas hace 10 años. (Por Vanesa Davies. 24/09/2002)

Murió como quiso: sin dejar de ser reportero. Su vida fue un himno a la solidaridad, la constancia y la alegría.

Era irresistible. ¿Quién podía sustraerse al encanto de un título como “La vida comenzó con la despreciable ameba y culminó con el hombre todopoderoso”, o “Los delfines vivieron en tierra pero vencidos por la nostalgia del mar retornaron a él”, o “Los monos no practican la discriminación racial”, o “El perejil daría a Popeye más potencia que la espinaca”? Pero Arístides Bastidas era mucho más. Era un tallo de hierro que nada, nada pudo demoler. Ni las enfermedades, ni la oscuridad de la pérdida de la visión, ni la quietud de permanecer atado a una silla de ruedas, ni la voz escasa que un aparato volvía audible. Se marchó hace 10 años, pero hay tantos sitios de los que no se ha marchado. Es parte indivisible de sus discípulos; discípulos como Marlene Rizk, Acianela Montes de Oca, Marielba Núñez, Mara Comerlati, Carlos Mollejas, Asdrúbal Barrios y todos los que falta por nombrar.

Sus palabras lo retratan. “No soy otra cosa que un labriego contento de cultivar su huerto con la mayor dedicación. Y si algún mérito tengo, reside en la terquedad con que hago la siembra, y no en la abundancia de los frutos que cosecho”, dijo en junio de 1976, al recibir el título de profesor Honoris Causa de la UCV.
Amor al prójimo Bastidas nació en San Pablo, Yaracuy, el 12 de marzo de 1924. En 1945, con el primer año de bachillerato aprobado, se inició en el periodismo: llegó a Últimas Noticias después de trabajar en el hospital psiquiátrico de Caracas.
“Me he dedicado al periodismo por una extraña vocación que aún no alcanzo a entender muy bien, y después porque comprendí que la comunicación social nos lleva a penetrar en las raíces íntimas de nuestro pueblo”, sentenciaba. En otra ocasión aseguró que era periodista “porque el ejercicio de esa profesión puede ser un magnífico medio para amar al prójimo, tanto o más que a mí mismo”. Se encargó de la redacción científica de El Nacional desde 1953. Su columna, La Ciencia Amena, era el oxígeno que lo nutría y que incitaba a soñar a sus lectores con esos abordajes irrepetibles. “El lenguaje del periodismo científico es el mismo que habla el pueblo. El oficio de nosotros los periodistas no es el de oscurecer las aguas para que parezcan más profundas (..) es todo lo contrario, llevar claridad donde existe confusión”.
Fundó el Círculo de Periodismo Científico, y le abrió camino a esta rama reporteril en Venezuela. “Estoy como el embajador que consigue muchas condecoraciones para sí y pocos bienes para la comunidad que representa, pues todavía el periodismo científico, que es el leitmotiv de mis inquietudes en favor del pueblo, continúa en la orfandad”, lamentó en una oportunidad.
Pensaba que el secreto de su éxito era “hablar el lenguaje del pueblo, porque es el más diáfano, el más pedagógico y el más exuberante”. Confesó, en broma, que era “un auténtico pirata, porque mis columnas y mis entrevistas surgen de la consulta que hago en los diversos libros y con diversos investigadores. Cuando las difundo, el público se traga el cuento de que soy un genio”. Pero quienes mejor narran a Bastidas son aquellos que tuvieron la suerte de conocerlo, pura cabeza, puro corazón. Miguel Acosta Saignes lo definió como “un fervoroso militante sindical y político, arriesgado dirigente, acucioso reportero, incansable periodista”. Poco a poco, relataba Saignes, “creó un estilo, convenció a los dubitativos, empezó a tener discípulos y seguidores (...) ha sido una lección de hombría, de voluntad creadora –ha creado un nuevo género de periodismo en Venezuela- de perseverante espíritu progresista que nunca ha dejado sus convicciones de luchador por la libertad de prensa, por la solidaridad de los oprimidos, por la transformación radical del país”.
Penumbra afuera, claridad en casaNinguna limitación física, ninguna penumbra, logró contener ese entusiasmo efervescente. Tras un accidente de tránsito, que se sumó al reumatismo y la soriasis, aseveró que si no podía caminar más “desplegaré las alas y volaré con la imaginación”. Beethoven, la música mexicana y la venezolana, el ajedrez, lo impulsaban lejos de un cuerpo torturado por las afecciones que no estaba a la altura de sus demandas.
La poeta Ida Gramko le dedicó estas líneas: “perdió la luz de sus ojos/ no la necesita ya/ se alumbra con la del alma/ por donde quiera que va”. A Bastidas poco le importaba su discapacidad; de ella opinaba que “a pesar de la importancia de la vista, y de las piernas para caminar, poseemos otros capitales que no siempre evaluamos como es debido”. La descripción de sus males era dura, una pregunta permanente para quienes lo rodeaban, porque ¿por qué a alguien como él? “Anda, repito, en una silla de ruedas y ya no alcanza a leer. No obstante, sigue siendo capaz de producir mensajes significativos para sus lectores, y en el fondo de su corazón y de su espíritu perennemente joven sigue siendo el mismo muchacho yaracuyano que un día se vino de San Pablo”, enumeró su colega Manuel Isidro Molina en 1976. La escritora Gloria Stolk concluía, teñida de afecto, que “ha convertido su propio martirio físico cotidiano en un camino abierto para hacer el bien”. Maestro (a sus alumnos, reunidos en la “brujoteca” de El Nacional, los enviciaba con la lectura y la investigación). Hijo ilustre de Yaracuy (un municipio yaracuyano ostenta su nombre). Orden José Félix Ribas, de la Federación de Centros Universitarios de la UCV. Varios libros publicados. Premios a montón; como el Kalinga, de la Unesco; como el Premio Latinoamericano de Periodismo Científico, que conquistó en 1970 “por su habilidad para trasladar complicados temas técnicos y científicos al lector”. Cuando le entregaron uno de los tantos reconocimientos, respondió “para que tú veas que el reumatismo es una pobre enfermedad que ha perdido su tiempo conmigo”. Bastidas se hizo en las calles. Era autodidacta, pero creía que los periodistas formados en universidades “van a acabar con el bucanerismo, el sensacionalismo, el amarillismo. Con el escándalo, el servilismo ideológico y con el uso de la mentira como mercancía”. De los reporteros, señalaba: “Creo que hacemos un gran trabajo, tan bueno como el de los mejores pedagogos, cuando nos equipamos convenientemente y atendemos las normas de nuestro código ético”. Quiso morir ejerciendo el periodismo. Aspiraba despedirse como el poeta Antonio Machado: “cuando llegue el día del último viaje/ y de hacer partir la nave que habré de tomar/ me encontraréis a bordo ligero de equipaje/ casi desnudo, como los hijos del mar”. Y así lo hizo, el 23 de septiembre de 1992. Hasta siempre, maestro.
“Nos enseñó más que periodismo”
Acianela Montes de Oca. “Arístides era mi papá de otra manera. Casi hablo con Arístides todos los días, porque está dentro de mí. Hace poco no sabía si quería dar clases, y le pedí a Arístides que me ayudara; abrí una entrevista que le hice, y encontré la respuesta: estaba subrayada la frase ‘si no me hubiera dedicado al periodismo, me hubiera dedicado a la docencia’. Nosotros le debemos mucho; tenemos que cumplir con nuestra deuda de trabajar por los que más lo necesitan, que es lo que nos enseñó. Lo recordaba porque la ciencia venezolana está triste, y nosotros como periodistas y como educadores de un aula enorme deberíamos asumir ese compromiso con mayor lealtad. Es que Arístides me dio tanto... nos hacía correcciones feroces y nos templaba el alma. Nos decía ‘llore, pero escriba’. A veces siento que dar clases es una manera de devolver tanto amor que recibí de él. Fue maravilloso estar recostada del hombro de ese gigante”.
Marlene Rizk. “Yo soy lo que soy por Arístides. Él nos enseñó más que periodismo. Aprendimos a trabajar, trabajar. Era muy estricto, tenía una disciplina impresionante. Para escribir La Ciencia Amena pasábamos un día buscando, y luego él descifraba, lo llevaba a un lenguaje sencillo; cerraba los ojos y empezaba a dictar. Y no eran temas fáciles. Era autodidacta. Para comprender un tema consultaba todas las fuentes, y en esa época no había Internet”.
Mara Comerlati. “Él fue un gran maestro. Lo más hermoso era su enorme generosidad. Era una persona muy culta, sabía de todo. Disfrutaba muchísimo la música, sobre todo después de que se quedó ciego. Aunque nunca cursé un posgrado, considero que mi posgrado lo hice durante el año y medio que estuve trabajando con él. Fui la primera de sus alumnas, y era algo maravilloso, imborrable. Ojalá hubiera más personas como Arístides, que dan sus experiencias, sus enseñanzas. Además, era una persona bondadosa, con gran ética, que no se quedó en el pasado, sino que evolucionó con los tiempos. No tenía prejuicios con la gente por sus ideas políticas. Es una persona inolvidable, de la que debemos seguir tomando ejemplo”.
por Vanessa Davies.
24 de Septiembre de 2002

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